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México

Historia en México  |  Proyectos realizados  | 

«En estos años Jesús pensó para mí un “noviciado” un poco particular, donde mis primeros formadores son justamente los niños. Con gratitud reconozco que ya de pequeños tienen el don especial de ayudarte a entender quién eres, y un corazón grande para acogerte con tus dones y tus defectos. La enseñanza más grande que llevo dentro es que el Amor es exigente, está hecho sí de ternura y paciencia, pero también de firmeza.

 Esta es uina gran verdad  en nuestra vida y en la educación de los niños. Lo toqué con la mano viviendo veinticuatro horas al día con ellos, entre alegrías y pesares, equivocándome y recomenzando.

Agradezco a mis hermanas que me ayudaron con el ejemplo, la unidad y diciéndome la verdad. La vida en misión y el amor a los niños te abren de par en par el corazón a la hospitalidad y la bondad hacia todos.

Muchas personas, de toda condición social   llaman a nuestra puerta para conocernos, para ayudarnos, para buscar a Dios. Basta poco: una sonrisa, un saludo, invitar con un café, para que se sientan queridos y parte de  nuestra familia. Siento que mi corazón no se puede cerrar en lo pequeño, sino debe dilatarse para amar a todos».    
                                                                                                 Sor Lucía

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