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Josko

Testimonio de Josko
Yo era un tóxico, estaba muerto y ahora estoy resucitado, estamos resucitados. Mi familia estaba muerta; estábamos llenos de tristeza, de peleas, yo además también lleno de odio, de falsedad, a pesar de que éramos una familia buena, faltaba algo. Cuando era adolescente tenía muchos buenos deseos, quería hacer muchas cosas, tener muchos amigos, encontrar una chica buena, fui encontrando todo eso pero siempre me faltaba algo. En un momento comencé a decir mentiras para conformar a los amigos, por miedo, aunque me habían enseñado a no mentir.
Recuerdo que una vez mi mamá me preguntó: “¿Cómo te hiciste tan mentiroso? Yo no te enseñé eso.” No me preguntó por qué me drogaba sino por qué era tan falso. Me pregunté qué es la verdad; nuestro Señor Jesucristo es la verdad pero yo no lo conocía. Luego de años de falsedad caí en una tristeza profunda y una noche, mirando televisión vi a una hermana que hablaba. Nunca en mi vida había escuchado hablar a una religiosa ni lo quería hacer, pero mi corazón comprendió. Luego de años entendí que había sido una gracia de la Virgen: era Madre Elvira. Yo no quería ir a ninguna comunidad, créanme, por nada del mundo, porque tenía el orgullo que me decía: “Vas a poder salir solo de todo esto.” Pero igual me encontré en la Comunidad.
Recuerdo los ojos de los jóvenes, recuerdo su comportamiento, su recibimiento, su amistad. Yo deseaba mucho tener una amigo, una amistad verdadera y ya había perdido la esperanza de encontrarla, dentro de mí estaba convencido de que no existía, sin embargo ahí estaba. Encontré verdaderos amigos que estaban dispuestos a pasar un momento difícil conmigo, sin interés, sin pedirme nada a cambio.
Recuerdo mi primer encuentro con Madre Elvira cuando tenía un mes de Comunidad. Se acercó y me llamó hacia ella: “¡Ven conmigo, vamos a dar una vuelta y a conversar!” Yo iba atrás, me miró fijo y me dijo: “¿Tú hablas italiano?” le dije que no y ella comenzó a hablar en inglés con mucho esfuerzo y yo veía junto a mí a una mujer que se empeñaba de todo corazón porque ella no habla inglés, pero se esforzaba, probaba, y yo quede conmovido del idioma de su corazón.
Después terminé en Medjugorje y encontré de nuevo a Madre Elvira en el Campo de la Alegría; yo estaba trabajando, corría de aquí para allá, ella vino con un grupo de amigos, me llamó y les dijo: “¡Josko ve a la Virgen! ¿Es  verdad o no?” Yo pensaba que si decía que era verdad, yo no era uno de los  videntes y si decía que no ella me podía gritar y decirme: “¿Cómo que no?” Entonces le contesté : “¡Mira Elvira, me estoy esforzando para verla!” Y cuando hoy lo pienso, veo a la Virgen con el corazón, veo su accionar, veo lo que hace por mí, por todos, por la Comunidad, por la humanidad, veo que está.
Después de este suceso estaba la Santa Misa donde agradecí en voz alta a todas las personas que me querían. Luego fuimos a comer, éramos muchos y sor Elvira en un momento me dijo delante de todos: “Josko, gracias porque te pusiste en las manos de Dios para que te amemos, pero no te olvides que antes también había gente que te quería, pero igual te drogabas.” Tenía razón.  Agradezco a Dios, a la Virgen, a Madre Elvira y a toda la Comunidad Cenacolo porque tuve la oportunidad de comenzar a amar, a pesar de lo que los demás digan, de comenzar a ser bueno, vivir la caridad, la amistad, amar con el corazón. Gracias, porque, como decía la Virgen en las apariciones, descubrí que con el corazón puro se está bien, con paz interior y que la amistad verdadera existe. ¡Gracias, gracias, gracias!

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