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Fraternidad “Virgen de Luján” -  Exaltación de la Cruz, Pilar – 6 de diciembre de 2009

  

Queridísima Madre Elvira y todos:

            Les escribo desde la “pampa” argentina donde acabo de llegar para vivir una semana con los jóvenes  de nuestra casa “Virgen de Luján”, que  festeja en estos días cuatro años de vida.

            Ayer vivimos una jornada plena, llegó mucha gente desde todos los rincones de la Argentina: amigos, familias de  nuestros  chicos, jóvenes… que a pesar de la lluvia torrencial que cae del cielo argentino en estos días, desafiaron la humedad, el barro, el frío…y llegaron igual. El verdadero amor no se detiene ante ninguna dificultad. Me impresionaron  las ganas que todos tenían de estar en la bendición de la nueva capilla que los chicos hicieron en la casa: para los que recuerdan las fotos, la vieja “casa alpina” de madera, que cuando llegamos hace cuatro años fue el lugar donde nos “apretamos”, ahora es el “corazón “de la casa. Una bellísima capillita, simple y luminosa, con el techo que indica la dirección hacia donde debemos mirar y hacia donde nuestra vida debe caminar: ¡el cielo!

            Les decía que fue una jornada llena de gente…pero también llena “de  fango”: la rica tierra argentina se adhiere a los zapatos como pegamento y luego se desparrama por todos lados: creo que se necesitará por lo menos un mes de limpieza general para dejar todo limpio; fue la mejor prueba para la bella y nueva casa argentina.

            La Misa con la bendición de la capillita fue tocante: estaban el Obispo de nuestra Diócesis, conmovido y feliz por tener en su Diócesis esta Comunidad  de jóvenes que es una señal de esperanza para todos.  Estaba también el Obispo de una Diócesis vecina, San Nicolás, donde hay un gran Santuario Mariano, meta de muchas peregrinaciones. Hace unos meses había escuchado el testimonio de nuestros jóvenes y quedó profundamente tocado: vino para compartir nuestra alegría en la esperanza de que también en su Diócesis pueda nacer en el futuro una  nueva casa . . . veremos qué quiere la Providencia.  También había muchos sacerdotes que  acompañan a nuestros jóvenes en el camino de la fe.

            Pensar que   aquella  que era  “nuestra” pequeña casa cuando “desembarcamos” en Argentina hoy  se transformó en la casa de Dios, y que la casa de Dios sea hoy nuestra casa, nos conmueve. Ayer eran muchas las lágrimas que rodaban por las mejillas de  los rostros  marcados por el sufrimiento pero luminosos de nuestros chicos argentinos, felices y asombrados que Dios les hiciese un regalo tan grande.

            Emocionado también  yo, al terminar la Misa les dije que nosotros que no teníamos casa, ni familia, sin amigos, vagabundos por las calles del mundo, hoy vivimos  “en la casa de Dios” y Él vive en nuestra casa. Es un  hermoso milagro del amor de Dios. Sólo Él tiene el coraje de  de darles  una casa tan bella, nueva, con una linda capilla. . . a cuarenta jóvenes que  antes estaban drogados, tristes, enojados y desesperados. Los regalos de Dios nos  hablan de la grandeza de su amor por nosotros: ¡un amor inmenso y desproporcionado, gratuito, un amor sobreabundante!

            Luego de la Misa, la lluvia no impidió a los amigos argentinos ofrecer a todos sandwich de carne y  los famosos chorizos, cocinados a las brasas, para alegría de todos, especialmente de nuestros jóvenes, que como siempre en cuanto a comer…  se hacen ver. Para la fiesta llegaron diez chicos de Brasil, de Jaú y de Mogi, también el hermano Massimo, junto a Gioacchino y Antonia desde Bahía. Es lindo ver la “gran familia” también aquí, con tantos colores y vocaciones diversas pero todos unidos en el Cenacolo  con  María.

            Por la tarde vivimos un momento conmovedor de Adoración Eucarística y de testimonio de nuestros jóvenes argentinos: el sentimiento del corazón latinoamericano se transformó en un río de lágrimas. . . con pase de pañuelitos de papel de mano en mano (también esto es típicamente cenacolino) por toda la capilla. Luego la lluvia nos dio un respiro en el momento justo: el sol está aunque llueva, basta saber esperar que pasen las nubes. Y así fue. Nos ubicamos en  un enorme  techado al aire libre donde se desarrollaría la fiesta y donde  nuestros jóvenes  pusieron en escena un recital preparado por ellos. El mensaje del recital era: el pecado te engaña y luego te destruye, te hace esclavo y triste, mientras Dios se nos ofrece como El que nos libera  y nos hace resurgir de la muerte. Cristo resucitado, también aquí en la Argentina, desciende a los infiernos para traer a la Luz a Adán y Eva, caídos en el pecado. La escenografía manual se hizo con pedazos del escenario que subían y bajaban   a fuerza de los  “brazos y músculos” de los chicos bajo el escenario, de “ paños de tul” que se enrollaban y desenrollaban  a mano, gracias a un joven que estuvo todo el recital acurrucado sobre uno de los frágiles travesaños de hierro y que hacía girar un tubo de hierro oxidado  formado con muchos trozos soldados.

            La gente regresó a sus casas con los pies  embarrados y mojados, pero  con el corazón lleno de alegría  por lo que el Señor y la Virgen María les habían dado.

            En estos cuatro años la Providencia  fue muy generosa aquí. La casa construida es muy bella, luminosa, simple y espaciosa. En su línea expresa muy bien el estilo comunitario: espacios bien ordenados, mucha luz, con la capilla en el medio de la zona noche (los dormitorios) y la zona día ( cocina, comedor…) Hay una cierta elegancia simple, que en el fondo habla de  de la belleza de la reconstrucción de nuestra vida, como sucede en la Comunidad. También la arquitectura  da un mensaje claro: el centro de nuestro vivir comunitario es Él, y “sea que durmamos, sea que comamos”, nuestra vida debe pasar a través de Él, debe coincidir con Su Vida.

            Los jóvenes de la casa son muchos, unos 40, y  están empeñados  seriamente. Hay argentinos, brasileros, mexicanos, peruanos, un colombiano…una mezcla de Sudamérica. En la capilla cantan fuerte, alguno desentona, pero se ve que lo hacen con el corazón apasionado, y esto creo que conmueve el corazón de Dios: se siente que viven con alegría y  con voluntad seria el camino de la oración y de la fe.

Hoy, domingo,  tendremos aquí en  casa un encuentro solo para los padres de los jóvenes, un momento más “nuestro” del camino comunitario, para apoyar y darles indicaciones a los grupos de padres, que también nacieron aquí y están dando sus primeros pasos. Mañana a  la tarde iremos a Buenos Aires para  un encuentro con  muchos  amigos de la Comunidad, deseosos de vivir el “carisma” comunitario en el mundo…será una bella semana.

            Contamos y estamos seguros de  sus oraciones que nos acompañan y nos sostienen ¡ya vemos los frutos! ¡Gracias de verdad!

¡Buena Fiesta de la Inmaculada para todos: cuánto nos ama la Virgen! Que también nosotros podamos  quererla mucho: ¡¡es nuestra Madre!!

 

 

                                                      P. Stefano y toda la banda de “cenacolinos latinos”

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