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El ayuno que la Comunidad nos propone todos los viernes del año, en la Cuaresma toma un carácter más fuerte y profundo. No sólo en su exterior: pan y té todos los viernes, también los miércoles o cada noche según la sensibilidad de cada uno. La mortificación de la gula refuerza el dominio de uno mismo, ayuda a controlar las reacciones impulsivas, a hacer silencio, a dirigirse hacia lo esencial, a ser más sensible con respecto a los que no tienen qué comer y son humillados, a abrir nuestro corazón y ser misericordiosos con los demás, a ser más atento a las necesidades de los demás, a que nuestra oración sea más concreta con la conversión del corazón.
Entonces, el ayuno no es una práctica exterior sino un auténtico cambio de vida.
Sor Cristina
“Tiempo Fuerte”
La Cuaresma es un momento fuerte del año litúrgico y es momento de grandes cambios. Debe vivirse así y la Comunidad nos lleva a vivirla junto a Jesús en el desierto, tentado por el mal pero que luego surge victorioso en la luz de su Pascua. Para nosotros, los jóvenes en camino, la Cuaresma es recorrer nuestra  vida, pero con una maestra: la Comunidad, que nos guía a vivir los pequeños y grandes momentos de sufrimiento de nuestra historia en plenitud, sin esconder nada, renovando cada día los empeños de fidelidad a Dios y de la lucha contra el mal.
A veces tenemos la tentación de disminuir o reducir este período de cuarenta días, pero no vivirlos sería como renunciar a la Pascua y a nuestra propia resurrección
Hoy más que nunca redescubro el sentido del sacrificio y de la caridad, testimoniándoles a todos una vida más real y verdadera.
Señor Jesús, dame la fuerza para perseverar en mis renuncias y en mis empeños de Cuaresma, abrazando cada día la cruz como un verdadero cristiano para resurgir como un hombre liberado de las cosas.
Paolo
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