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La santitad es tu vida

  


La santidad es tu vida, vivida en la verdad: simple, limpia, alegre. La santidad es experimentar una fuerza que nunca tuviste antes para dar un paso concreto de vida, como tener el coraje de reconciliarte, de pedir perdón. La santidad es vivir el equilibrio entre pensar, decir y actuar.
Lograr esta profunda unidad interior, querer ser libre de todo y de tus altibajos de humor.
La santidad es paz interior, es lograr liberarse del mal cuando emergen los recuerdos del pasado, las piedras del corazón, las luchas contra el mal de la mentira, del orgullo que te hace creer mejor que otro. La santidad es ser verdadero hasta el fondo, es sentir adentro el reproche de la conciencia por un gesto que no fue limpio, es saber que quieres ser limpio, sin juzgar a nadie ni condenarlo. La santidad es una sonrisa dada con amor. ¡La santidad es la puerta que te hace entrar en el paraíso! Y no sólo el de después de la muerte, sino ya, aquí en la tierra, cuando se vive la bondad, la verdad, el perdón, el amor. Los santos son hombres y mujeres como nosotros que lo lograron, que vencieron sus batallas porque  tenían una fuerte voluntad. Ellos ni siquiera sabían que eran santos: se hicieron santos porque hacían cosas simples, normales, pero buenas y bellas para los demás. Todos nosotros, podemos ser santos, tenemos que tener buena voluntad en el sentido que siempre en la vida habrá alguien que está mal y nos necesita… y no podemos hacernos los desentendidos: que no vimos a esa viejita… a ese niño…¡al que sufre!
Cuando voy por la calle veo muchas personas tristes, que caminan mirando hacia abajo porque tienen un peso adentro y no saben que todos somos personas amadas! ¡Y podemos vivir en la alegría…..alzar la cabeza y mirar “el azul”, un futuro de bien y de vida para cada uno de nosotros! Tenemos que ser luz en medio de la gente, no por nosotros mismos sino por los demás…. debemos dar alegría, esperanza… ¡luego el Señor nos dará el céntuplo! Verdaderamente somos “afortunados” porque sabemos que el Señor nos dio mucho, nos dio todo lo necesario para ser buenos, santos. ¡Y el que es bueno es verdaderamente feliz!

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