|
|
|
Nosotros somos una Comunidad de pobres pecadores, de pecadores públicos, todos lo saben. Abrimos la Comunidad para los jóvenes que buscan la esperanza, jóvenes que no sólo se han drogado con sustancias tóxicas, sino también con tristeza, soledad, amargura, jóvenes insatisfechos aunque tenían todo. Son jóvenes, hombres y mujeres, valientes porque tienen la fuerza de entrar en una Comunidad exigente y comenzar un camino de búsqueda en el corazón porque la esperanza, la luz, la fuerza, la alegría ya las tenemos adentro. Recibimos un gran don de Dios: nos ha llamado a experimentar la alegría de comunicar el amor. No podemos jactarnos de nada, es un gran regalo, ya es una recompensa antes de hacerlo, no es fatiga sino reposo, no es tristeza sino alegría, no es cansancio sino energía. ¡Nuestro Amor debe ser encarnado, como lo fue Jesús; quién sabe a cuánta gente Jesús miró con sus ojos luminosos, limpios, para ayudar, para animar, para dar consuelo! Si amamos a Jesús, antes o después, este fuego sale por todas partes y las personas, al vernos se convierten. Jesús necesita nuestras manos, nuestro corazón, nuestra boca para anunciar. Hagamos que nuestra sonrisa haga reflexionar a las personas que encontramos. Sintámonos responsables de la vida de cada persona que pasa a nuestro lado. Todos los días, todo el día, tenemos el deber de transmitir al Resucitado, la perla preciosa que encontramos, que ha cambiado y sigue cambiando nuestras vidas.
|