Al finalizar la Fiesta de la Vida, surge de nuestro corazón una sola palabra, simple y sincera: ¡GRACIAS! GRACIAS al Dios de la Vida que nos bendijo donándonos un clima sereno, que nos sostuvo con Su Providencia, que nos protegió de los peligros, que nos ayudó a crear el espíritu de comunión y de familia que se generó entre las personas llegadas de diversos países. GRACIAS a los Pastores de la Iglesia que se unieron a nosotros: al Obispo, Mons. Robert Baker, de Birmingham (USA), a Mons. Antal Majenk de Mukacevo (Ucrania), a Mons. Giuseppe Guerrini, de Saluzzo; GRACIAS a tantos sacerdotes que llegaron de lejanas tierras, que confesaron ininterrumpidamente durante varios días y que compartieron estos días con su presencia serena y su intensa oración; GRACIAS a todos ustedes, que vinieron de muchos países para celebrar en esta colina, junto a Madre Elvira y a todos nosotros, la Misericordia de Dios derramada con abundancia en estos 30 años; GRACIAS al equipo de voluntarios, verdaderos “ángeles custodios” de la Fiesta: padres, jóvenes, amigos y conocidos que sirvieron ininterrumpidamente en la gratuidad y la alegría en los diversos puestos, “pueblo” numeroso reunido para esta fiesta. GRACIAS a todos los que desde su casa, misión, fraternidad, comunidad… rezaron por nosotros, permitiendo que la Gracia del Señor tocara, sanara y derramara esperanza en muchos corazones. GRACIAS a la Virgen María, Madre del Cenacolo, por su presencia silenciosa y viva en estos días, por Su intercesión, por Su sonrisa serena, por Su abrazo materno a la multitud de personas aquí reunidas. ¡¡¡GRACIAS al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo… por todo y por siempre!!!
Madre Elvira y la Comunidad Cenacolo
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