Desde el 25 de febrero al 2 de marzo se desarrolló el encuentro de los “Siervos por Amor.” Para nosotros somos los jóvenes que nos quedamos en esta “familia de resucitados” luego de los tres primeros años de camino, para devolver a los hermanos un poco de todo lo que Dios nos ha regalado. Este retiro desea ser un momento para distanciarnos un poco de las responsabilidades que tenemos en la fraternidad y de las “corridas” cotidianas. Para detenernos y mirarnos interiormente en un clima de recogimiento, de silencio y de escucha a Dios, para hacer elecciones importantes de nuestra vida, sin tener que estar corriendo detrás de tantas cosas que hay que hacer y organizar.

Cada año, en este encuentro se nos proponen varias catequesis, momentos de silencio y de escuchar a Dios, momentos de compartir y de oración. Este año el retiro fue en Saluzzo, en la Fraternidad “Jesús Misericordioso” y en “Villa de la Paz”. El lema propuesto fue tomado de la Exhortación Apostólica La Alegría del Evangelio (Evangelii Gaudium), del Papa Francisco: “Yo soy una misión en esta tierra, para eso estoy en este mundo.” Fue muy bello descubrir la llamada a la vida como primera misión, para después desarrollar las varias misiones a las que estamos llamados: la de ser hombres verdaderos, auténticos, honestos; la de ser misericordiosos, buenos, reconciliados con nuestro pasado y serenos con nuestros hermanos; la de ser hombres capaces de sacrificio, de esfuerzo, maduros, responsables, en fin de descubrir la alegría de donar la vida. Pudimos “excavar” en nuestro interior para poner a la luz del Espíritu Santo muchos temas. Hubo varios testimonios: de los jóvenes, de los sacerdotes y de algunas mujeres que viven en la Comunidad; fueron momentos preciosos que nos ayudaron a reflexionar sobre los deseos para el futuro que llevamos en el corazón.

Entre los momentos más importantes recordamos la Santa Misa celebrada el jueves a la mañana por el Obispo de Saluzzo, Mons. Giuseppe Guerrini, en la que el hermano Jerome, el hermano Peter y el Hermano Marco recibieron el Ministerio del Acolito. Quedaron en nuestro corazón las visitas diarias de Madre Elvira, sus sonrisas, sus abrazos y… sus caramelos! También le devolvimos la visita descendiendo hasta la Casa de Formación de nuestras Hermanas Misioneras de la Resurrección ¡caminando por el bosque! Otro gran don fue la peregrinación a Colle Don Bosco el viernes, fuimos recibidos por los hermanos salesianos y nos introdujeron en la belleza de la vida del santo amante de la juventud y de la educación. El encuentro finalizó con la participación de los ochenta y pico que éramos en el encuentro del primer sábado en Envie.

Agradecemos de corazón a Madre Elvira que nos transmitió la belleza de amar, servir, correr y gastar la vida en el bien. Agradecemos a la Providencia que no nos hace faltar nada, un “gracias” especial a nuestros sacerdotes y a todos los que se empeñaron en las diversas tareas para hacer posible este encuentro.
¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!

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