“¡La mujer lleva dentro un gran capital de amor!
¡El rol de la mujer es llevar a la familia el sol, la luz, el amor! El sábado 8 de marzo nos reunimos en Envie las jóvenes de las diversas fraternidades de Italia para festejar juntas los 58 años de vida consagrada de nuestra Madre Elvira y junto a ella nuestro ser mujer: en un tiempo heridas y desilusionadas pero ahora cada vez más conscientes de cuánto bien hay dentro de nosotras! La jornada comenzó con algunas canciones y bailes, luego recibimos a Madre Elvira que nos miraba a cada una con sorpresa, entre sonrisas, guiños y abrazos. Vivimos un momento de Adoración muy intenso frente a Jesús Eucaristía, agradeciéndole el don de la vida de Madre Elvira y después celebramos juntos la Santa Misa, presidida por Padre Stefano, en la Misa cada una de nosotras recibió un ramito de “mimosas”, regalo de la Divina Providencia para la ocasión. Luego del almuerzo, tuvimos un rato para intercambiar saludos y novedades con las jóvenes de otras fraternidades. El Rosario caminado, aprovechando la bella jornada de sol, y nos encontramos para las actividades de la tarde. Sor Aurelia, que siguió a Madre Elvira desde el primer día, contó algunos episodios de los primeros tiempos que nos hicieron sonreír. Después, Padre Stefano, hablando de sor Elvira y de sor Aurelia, nos explicó que si Dios piensa en alguien muy fuerte para estar al frente, al mismo tiempo piensa en alguien que sirve y que ama “entre bastidores”, como lo fue y todavía es sor Aurelia, que en silencio hace de madre de muchos de nosotros. En ella vemos una mujer y una hermana feliz porque aceptó con alegría el lugar que Dios pensó para ella, ¡le agradecemos de corazón el bien que ha sembrado todos estos años! Las “Hermanas Misioneras de la Resurrección prepararon una escena sobre las mujeres que Jesús encuentra en el Evangelio y luego hicieron un baile sobre la canción “8 de marzo de 1956” que fue escrita para recordar el momento en que, a los 19 años, Madre Elvira deja todo para decir su “Sí” a la llamada de Dios. Luego de otros momentos de alegría y de la merienda regresamos a las fraternidades. Agradecemos por este encuentro que una vez más nos hizo experimentar el amor a la vida. ¡Gracias también a ti, querida Madre Elvira, no obstante los cincuenta y ocho años entregados al servicio del prójimo, sigues asombrándonos y entregándote al 100%, haciéndonos entender que la vida se entrega sin límites y sin cálculos y que verdaderamente hay más alegría en dar que en recibir! ¡¡Gracias!!
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