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La Comunidad en la JMJ de Rio de Janeiro

  


Primeramente deseo agradecer a la Providencia de Dios, que a través de las personas que nos quieren, permitió que diez jóvenes de nuestra casa fuéramos en peregrinación a la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. Ya habíamos visto la Santa Misa del Santo Padre en Aparecida, su humildad y simplicidad, la fuerza de sus palabras me dieron ganas de conocerlo más de cerca. Se imaginan mi felicidad cuando me enteré que participaría en la JMJ. Viajamos de noche y llegamos temprano el viernes por la mañana, nos alojaron en una parroquia en la periferia de Río de Janeiro. Desde el principio me conmovió la alegría y la sonrisa de muchísimos voluntarios que día y noche se preocupaban por lo que necesitábamos. Nosotros testimoniamos con nuestra música y danzas, con muchos pequeños gestos de amistad, la alegría que Jesús Resucitado nos puso en el corazón. El viernes a la noche participamos en el Vía Crucis y fue un momento muy fuerte verlo animado por  jóvenes de distintas partes del mundo. El sábado nos divertimos mucho en Copacabana nadando, bebiendo agua de coco y compartiendo en la playa. A la noche la Vigilia de la Adoración Eucarística, fue el momento más profundo y conmovedor. El Santo Padre nos pidió vivir en silencio en la profundidad de nuestro corazón, una oración que busque el diálogo interior con Jesús. Nos daba coraje para no tener miedo de la cruz, a vivir con Jesús, luchando hasta el final con fe por la Verdad y la Justicia. Con sus palabras, el Papa Francisco nos hizo vivir un momento profundo de adoración a más de dos millones de jóvenes. Fue un verdadero milagro. La Jornada Mundial de la Juventud concluyó el domingo con la Santa Misa de la que no participamos. Sin embargo, qué bello fue encontrarse con los hermanos, con las hermanas misioneras y los adolescentes de la casa de Mogi as Cruzes y compartir con ellos la alegría de tener al Papa bien cerca. Cuando volvíamos a casa en pulman, con los jóvenes de nuestra parroquia, sentí una bella atmósfera de amistad, muchos jóvenes que no conocían nuestra Comunidad y tenían una idea equivocada de nosotros, con este viaje entendieron mejor el carisma y mostraron gran interés en conocerla mejor. Agradezco a la Comunidad, principalmente a Jesús y a María, porque hoy puedo divertirme con simplicidad sin recurrir a cosas equivocadas. Comprendí que poner juntos tres millones de jóvenes que rezan, cantan y ríen juntos, sin alcohol, droga ni violencia, en una ciudad como Río de Janeiro, sólo es posible con la presencia viva de Dios.
Simon

Hace más de cinco años que vivo en la fraternidad de Jaú. Hoy siento en mi corazón una gran alegría y muchas ganas de vivir. La Comunidad me enseñó el verdadero sentido de la vida. Todos los días rezo para ser mejor persona. Cuando supe que iría a Río de Janeiro para la Jornada Mundial de la Juventud, me puse feliz, sentí que había recibido un hermoso regalo de Dios. Nunca olvidaré la emoción de encontrarme junto a millones de jóvenes viviendo la misma alegría en Cristo y las mismas ganas de llegar cerca del Papa  Francisco. El Santo adre nos dedicó palabras de misericordia y de aliento y allí, sobre la playa de Copacabana, junto a millones de corazones unidos en una sola anda de amor, nos sentimos Iglesia Viva.  Quiero agradecer de corazón a la Comunidad porque me permitió vivir esta experiencia inolvidable.
Aparecido Luis

Quiero agradecer a la Comunidad por el don de haber participado en esta Jornada Mundial de la Juventud. Me tocó mucho la hospitalidad de  Río de Janeiro, el don de la Providencia hecho concreto en el trabajo de los fieles de la parroquia que nos recibieron y en la obra de muchos voluntarios que trabajaron para llevar adelante el evento. Fue bellísimo vivir la Fe junto con jóvenes de todo el mundo en un clima de fiesta, esperando la llegada del Papa Francisco y desde el primer momento sentir nacer en el corazón la conciencia de ser hijo de Dios.
Riccardo

Comparto con ustedes la alegría de haber participado junto con una multitud de otros jóvenes en la JMJ. Me siento privilegiado por haber tenido esta oportunidad. Ver al Papa Francisco, percibir a través de sus gestos su gran humildad, su simplicidad y humanidad, me hicieron comprender qué importante es para el mundo de hoy el mensaje de Cristo. Yo también quiero ser testigo del Amor de Dios.
Eberson

Hoy me considero una persona bendecida por Dios. Hace dos años y medio que estoy en la Comunidad y tuve el gran don de ir a Río para participar en la JMJ y así conocer al Santo Padre. Fue una de las experiencias más bellas de mi vida. Tres millones de jóvenes llegados de todos los países del mundo con algo muy bello en común: una hermosa sonrisa estampada en el rostro y en el corazón el mismo deseo de ser Iglesia y estar cercanos al Papa. Siento que sané muchas heridas de mi corazón que me convertían en una persona sola y desesperada. Agradezco a Dios por haber tenido este don maravilloso.
Tiago

Me llamo Albert y recibí el gran don de haber participado en  la Jornada Mundial de la Juventud. Fuimos diez chicos de la fraternidad de Jau junto con otros jóvenes de la parroquia. Llegamos a Río de Janeiro luego de diez horas de viaje y nos hospedaron en la parroquia “Nuestra Señora de las Gracias”. Luego de acomodar nuestras cosas fuimos a la Iglesia donde un Obispo nos invitó a los jóvenes a ser misioneros, a amar a los últimos sin tener miedo a ensuciarse las manos en la caridad. Sentí un gran deseo de testimoniar mi vida resucitada en la Comunidad Cenacolo y también mis primeras dificultades como misionero en Brasil y de expresar cuántas cosas estoy aprendiendo que me ayudan a abrir mi corazón para ser amigo verdadero, aceptando los límites de los otros sin juzgarlos. Para mí fue una superación pero sentí que me guiaba el Espíritu Santo. Hice amistad con una señora brasilera que consiguió una guitarra y pudimos cantar algunos cantos de la Comunidad con gestos. Con la mochila y el rosario en la mano tomamos el tren desde donde pude ver las “Favelas” de Río. Un aspecto de Brasil que no conocía: decididamente otro mundo, con respecto a Europa que yo conozco. En Copacabana, una de las playas más famosas del mundo, me gustó mucho ver el Océano y el mar de jóvenes que, como nosotros, vibraban de alegría esperando al Papa Francesco. Sentía una gran felicidad en el corazón Y la expresaba cantando, hablando con otros jóvenes, compartiendo mi vida. Me conmovieron las palabras del Papa, especialmente cuando hablaba de la necesidad de compartir. El Vía Crucis fue conmovedor, bellísimo, con pequeñas representaciones en cada estación y con testimonios de muchos jóvenes. Me tocó el testimonio del joven en la silla de ruedas que contó su historia, cómo encontró el amor de Dios a través del accidente que lo dejó paralítico. Al día siguiente con gran alegría nos bañamos en el Océano y bebimos agua de coco, lo que siempre había deseado. El Papa invitó a los jóvenes a construir la Iglesia, poniendo cada uno sus dones. El domingo a la mañana volvimos a la playa y nos encontramos con un grupo de tíos, tías, adolescentes y niños de nuestra misión de Mogi das Cruzes y fue muy bello conocernos y compartir. La noticia que la próxima JMJ será en Cracovia me llenó de alegría. Agradezco a la Comunidad por este don y también a los amigos de la parroquia de Dois Corregos que nos ofrecieron este viaje y a los muchos voluntarios que se esforzaron por nosotros. Gracias a Dios que me mandó a Brasil donde puedo hacerme misionero de su Palabra. Gracias porque formo parte de la Iglesia y por la posibilidad de poder hacer el bien. Gracias por estos momentos que no olvidaré más en mi vida.
Albert

 

  

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