También aquí en la Argentina, los días sábado 30 de abril y domingo 1 de mayo, tuvimos la alegría de vivir un retiro para los padres de los chicos que están haciendo el camino en la Comunidad Cenacolo. Comenzó con la celebración de la Santa Misa en el Santuario de Nuestra Señora de Luján, Madre y Patrona de la Argentina que reunió a 80 personas. Desde allí fuimos en procesión con el Santísimo hasta la casa que nos albergaba por segunda vez. Una vez acomodados y luego de la merienda, en la que pudimos ver cómo va creciendo la amistad entre los padres en un clima cálido y tranquilo pero de mucha alegría por estar juntos alabando a Dios. Cuántas madres que antes no tenían amigos, que no querían salir de la casa por el dolor que tenían, que se llevaban mal con todo el mundo, ahora rezan, ríen, oran, bailan, cantan y conversan de las cosas más profundas que les pasan. El lema del retiro fue el mismo de la Fiesta de la Vida del año pasado: “Quién es mi prójimo?” Este tema se reflexionó en la primera catequesis con la ayuda de P. Carlos y Michel consagrado en la Comunidad Cenaculo. Toda la organización y el servicio estuvieron a cargo de algunos amigos de la Comunidad. En la capillita se dejó el Santísimo Sacramento expuesto toda la noche para la Adoración, los padres estaban muy contentos de poder vivir lo que sus hijos viven en la Comunidad. Seguramente Jesús estaba muy contento porque continuamente había muchas personas para adorarlo, para agradecerle o buscar su consuelo. A la mañana siguiente, luego del desayuno servido por los amigos, hubo otra catequesis y, separados en pequeños grupos, cada uno compartió lo que había vivido, y hemos escuchado las indicaciones para los padres que iban a ver al hijo por primera vez. Fuimos en caravana de varios autos hasta la Comunidad donde entre lágrimas y alegría, alguna desilusión también para quienes no vieron al hijo, hubo emotivos encuentros. Luego la Santa Misa celebrada por P. Carlos , P. Diego y P. Juan Pablo. Para el almuerzo éramos cerca de 200 personas, ya que habían llegado más familiares y amigos. A las 15 comenzó la Adoración Eucarística, iniciada con la coronilla de la Divina Misericordia. Momento de fuerte compartir y de sentir la presencia de Jesús y de María en medio de nosotros. Se notaba la unión que genera el Señor entre estos padres “heridos” y hoy resucitados. Es hermoso ver el bien que hace la Comunidad. ¡Verdaderamente la Comunidad no ayuda sólo a nuestros hijos a dejar sus drogas, también empuja a los padres a una conversión que lleva a la felicidad de encontrar a Jesús, de encontrar el sentido de la vida!
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