Este año, los jóvenes “misioneros, siervos por amor”, provenientes de todas las fraternidades de Europa, nos encontramos en Medjugorje para vivir una semana de oración y de revisión de nuestro camino comunitario justo allí, en la tierra de la Reina de la Paz. El lema que fue el hilo conductor del encuentro fue la “Providencia”. Nuestro retiro coincidió con el comienzo de la Cuaresma, tiempo especial de oración y de regreso a Dios, también esto fue “Providencia”, ya que nos impulsó y sostuvo para vivir un largo silencio, de escucha y oración, hasta el fin de la semana. Todos nuestros días comenzaban rezando el Santo Rosario, mientras subíamos por la colina del “Podbrdo”, para arrodillarnos a los pies de la Reina de la Paz, luego proseguían con un clima intenso, de mucha oración en el corazón. Fueron fundamentales los momentos de catequesis y de compartir, que nos ofrecieron mucha inspiración para nuestra reflexión personal. Las adoraciones comunitarias eran ricas en oraciones espontáneas y con mucha participación, gracias a la fuerza del Espíritu Santo que nos llenó el corazón. También recibimos una gran riqueza en los testimonios de los jóvenes que eligieron vivir en la Comunidad y al escuchar las catequesis de nuestra Madre Elvira, grabadas hace veinte años, en los primeros tiempos de nuestra fraternidad en Medjugorje. Fue muy emocionante el Via Crucis nocturno, subiendo al “Krizevac” y el regalo del testimonio de Vicka, una de las videntes: a través de su sonrisa y su alegría recibimos todo el amor que la Virgen tiene por cada uno de sus hijos. La última velada fue dedicada a nuestras misiones con una presentación de fotografías justo para recordarnos que también nosotros estamos llamados a ser “Providencia” para muchos otros, más pobres y necesitados, y que nuestra vida recobrada será verdaderamente plena y feliz sólo si nos entregamos gratuitamente por amor. Agradecemos de todo corazón a la Divina Providencia que nos precedió y asombró como siempre, agradecemos profundamente de corazón a los chicos de la fraternidad de Medjugorje, por habernos recibido y atendido con amor, con sonrisas, sin hacernos faltar nada.
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