ENCUENTRO DE LAS “MISIONERAS SIERVAS POR AMOR”
A comienzos de febrero, las chicas “Misioneras, Siervas por Amor”, junto a las hermanas fuimos “invitadas” por Nuestra Señora de Lourdes a vivir una semana de silencio, de oración, de compartir y de amistad en la escuela de Santa Bernardita. Éramos mujeres que vivimos en el Cenacolo desde hace tres, seis, diez años porque amamos esta realidad, nos sentimos parte de esta gran familia y deseamos devolver a las jóvenes que golpean a las puertas de la Comunidad, un poco de todo el bien que recibimos.
Este retiro en Lourdes, entre los brazos de la Inmaculada, fue un hermoso regalo de la Providencia, que con su generosidad ya nos esperaba abriéndonos las puertas de la “Villa de los Jóvenes”, donde nos alojaron los primeros días y que en esta época, generalmente está cerrado. Así pudimos vivir días de silencio, en espacios amplios, en la bellísima capilla donde nuestros sacerdotes celebraban la Santa Misa y donde frente al Santísimo experimentamos la oración continua y “excavamos” en nuestros corazones, en nuestras historias, como lo hizo Santa Bernardita en el barro sucio de la Gruta. Como la pequeña Soubirous, también nosotras, bajo el barro de nuestro pecado, de nuestras heridas, encontramos una fuente que sana, cura, renueva: la Misericordia de Dios.
Como les pide María a todos los que vienen a Lourdes, participamos del Via Crucis, nos confesamos y nos bañamos en las piscinas, todos momentos vividos en profundidad.
Gracias a las catequesis de nuestros sacerdotes, conocimos mejor la historia de las dieciocho apariciones de la “Bella Señora”, que nos hicieron amar más a la Virgen María, y nos convencieron muy profundamente de que en este mundo confuso, Ella es el único verdadero modelo de mujer para seguir e imitar.
Santa Bernardita dice “Ella me miraba como una persona mira a otra persona” y toda la vida custodió en su corazón el recuerdo de esa Amiga que, con mucha humildad supo hacerse pequeña como ella, sonreírle, escucharla, rezar con ella, devolverle su dignidad. Para el aniversario de las apariciones fuimos transferidas al “Accueil de Nuestra Señora”, que está dentro del Santuario, justo a los pies de la Virgen; allí, en la Gruta vivimos la gracia de la oración nocturna y pusimos a los pies de la Virgen Inmaculada todo: los chicos y chicas de nuestra Comunidad, las familias cenacolinas, los niños y todos nuestros tíos y tías, hermanas y hermanos consagrados en las misiones, nuestros padres, los amigos, los enfermos, todos los que se encomiendan a nuestras oraciones, pero recordamos especialmente a nuestra Madre Elvira. Fuimos peregrinos entre los peregrinos llegados de todos los países del mundo, participando de la procesión de las “flambeaux” (antorchas), de la procesión eucarística, viendo la belleza de pertenecer y ser la Iglesia Universal. Le damos gracias una vez más a Nuestra Señora de Lourdes porque nos sonríe todos los días y porque nos mira “como una persona mira a otra persona.”
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