Desde el corazón de la Comunidad EL CAMINO DE LOS PADRES: FAMILIAS EN RENACIMIENTO En estos meses hemos vivido un “florecimiento” de los encuentros para las familias en los países de Europa donde estamos presentes con nuestras fraternidades. Nos pareció oportuno compartir la importancia que el camino de las familias tiene en nuestra propuesta: ellos son una parte “que late” del corazón de la Comunidad.
Cómo nació el camino de los padres Todo lo que en estos años nació del seno de la Comunidad, fue generado por la vida misma de los chicos que iluminados por la verdad de Dios en la oración, fueron marcando los pasos que la Comunidad debía ir dando para un servicio más eficaz. Todo nació al escuchar sus vidas compartidas con sinceridad con nosotros. Podríamos decir que los grupos de padres fueron “dados a luz” por los hijos.
Madre Elvira, al escuchar el drama de sus historias, se dio cuenta de que el malestar que vivieron comenzó mucho antes de la droga, del alcohol, de las rebeliones externas… los jóvenes tienen conciencia de que el origen de su sufrimiento muchas veces estuvo en la infancia: en la relación filial se introdujo una grieta, un germen de desconfianza con el padre y la madre, de soledad, de rabia, de rencores aplastados, escondidos, olvidadados pero nunca curados.
Allí se abrió la herida como una puerta por donde luego entró y destruyó el mal. Comprendimos que sólo sanando de raíz lo que los había herido, podrían abrazar toda su vida en un modo nuevo. De esta certeza nació, desde los primeros años de historia de la Comunidad, el camino para las familias.
Hoy podemos testimoniar que dondequiera que Dios hizo nacer la presencia de la Comunidad en un nuevo país, como fruto y consecuencia necesaria se generó el camino de los padres que se desenvuelve en los coloquios, los encuentros semanales de oración en las distintas sedes, los mensuales de la Escuela de Familia, las jornadas de retiro… Cuando hace unos años comenzamos un programa de radio sobre la familia en Radio Maria, Madre Elvira espontáneamente lo tituló: “Familias en renacimiento: padres convertidos, hijos salvados”. Éste es el sentido del camino propuesto a los padres.
Francia El último tiempo fue rico en gracia, pero también en pequeñas y grandes cruces. ¡Tal vez por eso vivimos el encuentro de las familias francesas de un modo verdaderamente especial! El sufrimiento nos llevó a mirar más allá de la apariencia, nos impulsó a encontrar lo esencial, nuestra vida y la de nuestras familias. Desde el convento de la “Assomption”, los padres ascendieron a nuestra fraternidad masculina, donde, antes de los saludos y de los abrazos, nos fuimos a la Capilla, todos juntos delante a Jesús Eucaristía, para llevarle a Él nuestros corazones, nuestras esperas, para pedirle que nos prepare para el encuentro. Después la Santa Misa, los testimonios, los momentos de puesta en común personal y también los de alegría, con los números preparados con esfuerzo por los jóvenes… En suma, fueron jornadas intensas y preciosas, llenas de la luz del Espíritu Santo y de la ternura de María.
“La oración es lo único que me está salvando y estaba feliz de invitar a mi madre a rezar conmigo. Antes: miedo, pretensiones, pensamientos negativos… estaba bloqueada. Pero durante la adoración sentía que el Espíritu Santo trabajaba dentro de cada una de nosotras y luego podíamos dialogar en la paz y la alegría. Cuando entré en la Comunidad estábamos “alejadas”, nos habíamos causado recíprocamente demasiados sufrimientos y mucho mal. Poco a poco aquí en Lourdes la Virgen puso en mi corazón el deseo de perdonar a mamá y a papá: durante muchos años no me sentí “hija suya”. El domingo, durante la Santa Misa luego del retiro de los padres franceses, Jesús me llamó a reconciliarme: sentía mucha alegría y gratitud en el corazón, y por primera vez después de diez años abracé a mi madre, le pedí perdón y le dije con todo el corazón: «Gracias, mamá, por la vida que me diste, te amo, ¡gracias porque estás!» Anne
PADRES CONVERTIDOS, HIJOS SALVADOS La familia que viene a “golpear” a las puertas de la Comunidad, normalmente lo hace porque no sabe ya dónde más ir a golpear; probó de todo pero no pudo vencer en la lucha contra el mal, y la Comunidad a menudo es la última esperanza. A los padres les decimos que los hijos no se dejan en Comunidad como un “paquete” que se descarga, sino como un don a reencontrar, y que es necesario dejarse envolver en un camino de conversión y de cambio profundo, que requiere colaboración en el sacrificio y en elecciones claras y exigentes.
A los padres que preguntan: “¿Qué debo hacer, cuánto debo pagar por mi hijo?”, Madre Elvira a menudo les responde: “Cuando trajeron a su hijo muerto, en ese momento podría haberles pedido un cheque con muchos ceros, y casi todos lo hubiesen pagado, porque estaban desesperados, sin más posibilidades para salvarlo. Pero a nosotros no nos interesa que ustedes “paguen” la vida de sus hijos mandándome un cheque todos los meses: ellos son jóvenes y se deben arremangar para transpirar por su propio renacimiento. Pero hay un “precio” a pagar también para ustedes los padres; la vida de sus hijos se “paga” cambiando junto con ellos, esforzándose en un camino de conversión. Ésta es el sentido, es el “cheque” que les pedimos, es lo que deben hacer para ayudar a su hijo. La respuesta es: tengan confianza en la Comunidad y cambien su vida por dentro, vuélvanse verdaderos, recomiencen a rezar, conviértanse”.
Polonia El regalo especial de este año fue el haber vivido el encuentro de padres y amigos en Czestochowa, en el Santuario de la “Reina de Polonia”, lugar importantísimo para nuestra nación. Descubrimos que cada vez somos más: llegaron familias también de Ucrania. Vivimos un fuerte momento de oración con el Rosario delante del icono milagroso de la Virgen Negra. Le confiamos no sólo nuestras intenciones y deseos, sino también los agradecimientos, encomendándonos a Ella. María, Reina nuestra, protege a nuestras familias y sobretodo a nuestros hijos. Llévanos a Jesús e intercede por nosotros.
Italia Los encuentros mensuales son momentos de gran ayuda, de compartir, de esperanza. Ves la familia de aquel chico recién entrado y la abrazas porque sabes que está sufriendo por el desprendimiento, y tratas de ayudarla con la fuerza que te sostuvo cuando viviste el mismo momento. Encuentras los padres que habías conocido en los coloquios y te hablan de su hijo que está haciendo un buen camino y te alegras con ellos. Alguna vez, las lágrimas de un papá o de una mamá porque el hijo no quiere entrar, tal vez está en la calle y se sienten impotentes, te unes a su dolor y rezas con ellos.
Estamos todos ahí, con nuestra historia de sufrimiento, y las catequesis nos ayudan a abrir nuestro corazón a Jesús. Después de cada encuentro nos sentimos más unidos, con más ganas de caminar juntos en los encuentros semanales, más solidarios, y descubrimos que estamos llamados a la misión de ayudar a otras familias en dificultad.
LA UNIÓN SALVA AL HIJO Muchas familias que están en la desesperación y no saben cómo ayudar a su hijo, se dirigen a nosotros pidiendo ayuda. Les decimos que el primer paso para ayudar a su hijo es preguntarse: “¿Cómo estoy con mi marido, con mi mujer?” En el fondo, el grito de dolor de los hijos, su desesperación, su malestar, su fuga rabiosa a las dependencias son una provocación para la sociedad, pero sobretodo y especialmente para la familia: ellos nos piden a nosotros adultos que volvamos a la unidad, la reconciliación, el perdón, el diálogo, el respeto recíproco.
Por esto les decimos a las familias que la primera condición para salvar al hijo es que papá y mamá estén unidos; tal vez ya están separados, quizás viven en lugares distintos y ya se han vuelto a “casar”… pero si quieren salvar aquel hijo, nacido de su amor, los dos deben estar convencidos y unidos para proponerle un camino claro. Al menos para eso deben reencontrarse, escucharse y tener una sola palabra, un solo corazón. ¡Es la unidad la que salva al hijo!
El hijo drogado, que tiene problemas, necesita para ser salvado lo que a menudo no tuvo antes. Lo desea, lo pide, lo grita: “¡Estén unidos! ¡Si están unidos yo me salvo! Si hablan los dos el mismo idioma y no les puedo tomar más el pelo, porque se mienten el uno al otro cuando yo no estoy, me salvan… Estén unidos marido y mujer en el camino, estén unidos también con los demás parientes”. En el fondo está la necesidad de ver sanada aquella aflicción que lo hirió profundamente: la división entre padre y madre, ente los padres y los demás familiares.
Croacia “El Señor los eligió no por casualidad, sino por su gran misericordia… La fe vivida en la oración tiene su plenitud en el amor”. Son algunos de los temas tocados en la catequesis de estos días, y esta plenitud se cumplió en cada corazón presente en Krk, la isla en la que se realizó el encuentro. Vivimos mucha comunión, como nos había pedido Madre Elvira en nuestro primer encuentro en Porecˇ años atrás: fue para nosotros una gran escuela de vida y encontramos en ella una madre y una maestra de amor y de fe. Rezamos los unos por los otros, los padres por los hijos y viceversa, sintiéndonos así parte viva del proyecto que Dios tiene sobre nuestros jóvenes a través de la Comunidad. La luz que recibimos ahora, estamos llamados a llevarla a nuestras casas, al mundo, a la gente, para vencer el mal que reina. Venimos a encontrar al Señor y lo hemos sentido vivo en plenitud.
Me emocionó mucho la adoración porque se podía “tocar” la presencia del Espíritu Santo. Estaba arrodillada en primera fila cuando nuestros chicos fueron invitados con un simple gesto a darnos la bendición para después recibirla a su vez ellos de nosotros. En sus rostros había una expresión que nunca antes había visto, como si la mano de Dios los hubiese tocado. Rezar juntos y escuchar la catequesis nos hizo entrar en el carisma de Madre Elvira; nos dimos cuenta que somos parte de la Comunidad y de la Iglesia, y que estamos llamados a llevar la Buena Noticia a través de nuestra cruz, para decir que la muerte no tiene la última palabra. Estoy feliz y orgullosa de ser parte de esta gran familia. Mamá Vidulic
LA ALIANZA FAMILIA - COMUNIDAD El camino de los padres es indispensable, no es un accesorio: es verdaderamente importante caminar juntos, familia y Comunidad, porque de lo contrario es difícil vencer en la lucha contra el mal. Si no se camina en comunión, la vida del hijo está “coja”. La Comunidad implica la familia, la apoya en un momento de sufrimiento, de cruz, de dolor, de fatiga, de desesperación, la sostiene pero no la sustituye. El vínculo de sangre entre padres e hijos debe curarse, es verdad, deber reencontrarse, sanar y liberarse… pero no puede ser sustituida; permanece fundamental, importantísima, y continúa influyendo, para bien o para mal, en el camino de los hijos.
Se podría decir que entre la familia y la Comunidad debe nacer una alianza: la batalla contra el mal que se apoderó del hijo se vence juntos. También aquí es necesaria la unidad. Si no estamos unidos perdemos. Esta alianza profunda es por el bien del joven, una verdadera alianza como la que Dios hizo con el pueblo de Israel, una amistad con la que el pueblo venció muchas batallas y superó muchas pruebas. Nuestra batalla hoy es contra el mal y el objetivo que nos une es la resurrección del hijo. En cambio, si falta esta alianza, el mal puede “jugar” una vez más con la vida del joven, entrándole como en el pasado: a través de la división, la incomprensión, la desconfianza de los padres en la Comunidad. Por todo esto le dedicamos tiempo y energías a las familias, para que la historia de los hijos sea “abrazada” toda entera en el bien: por un lado, la mano de la Comunidad y por el otro, la de la familia que ha reencontrado la esperanza. El estilo de vida que proponemos a los chicos debe ser el mismo que la familia reencuentra, de modo que estén en el mismo camino y se den fuerza mutuamente para perseverar en el bien. Cuántas veces los chicos reciben fuerza viendo los cambios de sus familias: así no se sienten abandonados, “depositados”, sino amados y seguidos, y les da mucho ánimo.
“También nosotros los chicos de la fraternidad de Eslovaquia fuimos parte del encuentro de padres. En algunos momentos compartíamos y en otros escuchábamos las catequesis, centradas en el tema de la humildad, también hubo momentos de oración. Juntos le agradecimos al Señor por todos los milagros que obra a través de la Comunidad. Nosotros los jóvenes pudimos agradecer a todos los presentes por la ayuda brindada a nuestra fraternidad en este primer año de vida. Estamos muy agradecidos por haber podido participar en este retiro donde éramos un poco los “hijos” de todos los padres presentes que se esfuerzan en el camino comunitario.”
Eslovaquia Fue un encuentro especial, distinto de lo usual: en la montaña, en un lugar hermosísimo, durante dos intensas jornadas. Lo que nos ha impulsado es que queremos ayudar a nuestros hijos como nos lo pide la Comunidad, construyendo una fuerte relación con Dios. Comenzamos con el Rosario y con las catequesis, agradeciendo el don de tantos sacerdotes amigos que nos ayudan. Los chicos de nuestra casa festejaban el primer año de la Fraternidad y compartieron sus testimonios. Las Santas Misas fueron presididas por el Obispo Mons. František Rábek, a cuyo cuidado pastoral estamos confiados en nuestra región. La noche del sábado los chicos prepararon el musical “De las tinieblas a la Luz” y nos dimos cuenta de que también los padres podríamos subir sobre ese escenario, si tuviéramos el coraje, para admitir la pobreza de nuestra vida, nuestros errores del pasado y la esperanza renacida hoy en nosotros. Gracias Señor porque hoy sabemos que se puede vivir de una forma distinta y porque no estamos solos en este camino: están con nosotros nuestros hijos y nosotros estamos con ellos.
Austria El retiro de un fin de semana en Eisenstadt nos dio la oportunidad de conocer más la vida de nuestros hijos en Comunidad y de conocernos mejor entre nosotros. Rezamos, cantamos, bailamos, sonreímos juntos, más de una vez me conmoví profundamente. ¡El recibimiento y la alegría de los chicos fueron extraordinarios! En cada uno de ellos he visto a mi hijo, estoy realmente contenta de saber que él no está más solo. Por muchos años vivió una soledad tremenda, sin sentir más el amor de Dios, y no haber logrado nunca liberarlo de aquella existencia desesperada me trajo mucho dolor, mucha tristeza. Con todo el corazón querría pedirle perdón. En los días transcurridos aquí pudimos fortalecer la relación con Dios. ¡Siento una alegría inmensa! Por eso, agradezco a la Comunidad y deseo que cada vez más personas conozcan cuánta fuerza y cuánto amor hay en la vida de nuestros hijos. Frau Hejl
"Es difícil describir todo lo que nos llevamos a casa después de estos días de encuentro. Desgraciadamente no hemos visto a nuestro hijo, pero nos dijeron que está bien en la casa donde vive ahora, en Italia. Pero sabemos que el camino todavía es largo. La tristeza por el hecho de no haber podido abrazarlo, no haber podido hablarle, fue recompensada por la certeza de que todo esto es por su bien. Se necesita tiempo antes de enfrentarse con el pasado. Rezamos por él y él está siempre con nosotros. Gracias a la Comunidad vimos que también nosotros los padres tenemos un lindo camino por recorrer para acercarnos a Dios. Nuestra vida realmente está cambiada: estamos más tranquilos, discutimos menos, hablamos más, somos más humildes. Estamos aprendiendo a convivir con la “vergüenza” de haber tenido un hijo drogadicto y querríamos llegar un día a agradecer incluso esta cruz, como nos enseña la Comunidad. Por ahora nuestro gracias es para Dios y Madre Elvira por la posibilidad que da a nuestros hijos y a nosotros de ser personas mejores.” Familia Bauer
UN CAMINO DE AMISTAD EN LA ORACIÓN Cuando un joven entra en Comunidad encuentra jóvenes como él que han cambiado y que le tienden la mano en amistad sincera y desinteresada. Se ve una luz verdadera en sus ojos. Así es también para los padres. Quien llega al grupo desesperado encuentra otros padres que estaban más desesperados que él pero encontraron la esperanza y dan testimonio de ella para darle coraje a los demás. De aquel dolor compartido nace mucha amistad, sostén y compasión. Así, la cruz vivida deviene misión. Madre Elvira invita siempre a los padres a no avergonzarse de la cruz y del dolor experimentados, sino que los transformen en instrumentos de testimonio y de salvación para muchas otras familias. Puede ser posible sólo si uno se arrodilla frente a Dios con la verdad. La oración hace caminar juntos , realiza el milagro de hacer renacer el bien: padres e hijos se sostienen porque afrontan las mismas batallas, superan los mismos obstáculos, caminan juntos hacia el mismo objetivo que es el renacer de la vida
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