FIESTA DE LA VIDA LATINOAMERICANA
BRASIL
12 - 13 - 14 DE OCTUBRE DE 2007
Un grupo de padres y amigos argentinos fuimos a la Fiesta de la Vida en Brasil, para celebrar los 10 años de la Comunidad Cenacolo en Latinoamérica. ¡Y qué Fiesta! La Fiesta de agradecer a María que haya intervenido para traer a la Comunidad a estas tierras lejanas, pero que tanto la necesitan, la Fiesta de agradecer a Dios porque va sanando nuestras heridas con el perdón y la alegría. El paisaje de Mogi das Cruzes es generoso, fértil, florido , para acoger una fraternidad llena de vida, inquieta, y con sentimientos profundos. Nos asombró encontrarnos frente a frente con los chicos “de la calle”, (en nuestro país también abundan) que rezaban, cantaban, bailaban, estaban bien vestidos, eran generosos y sonreían siempre.
Reflexionamos que si los chicos de la calle y los jóvenes drogadictos pueden ser así, es porque la Comunidad les enseña a vivir la vida bien, porque es el instrumento de Dios para cambiar algunas cosas en esta sociedad tan confundida.
Además tuvimos la gracia de compartir esos días, y algunos más después en la Argentina, con Madre Elvira, P. Stefano y P. Máximo.
Nos encontramos con mucha gente conocida, las mamás de los italianos que están en la Argentina y otros amigos italianos. El grupo se iba agrandando.
El viernes 12 de octubre es en Brasil el Día de Nuestra Señora La Aparecida, la Comunidad nos invitó a ir en procesión con la gente del pueblo de Taiacupeba y celebrar la Santa Misa en la plaza.
Todos los días, en la carpa enorme, nos recibió sor Elvira y nos regaló su palabra, con tanta alegría y amor.
La organización fue perfecta, tanto en las comidas como en el transporte y alojamiento.
En los días siguientes, la Santa Misa se celebró en la Comunidad, cada día presidió la celebración un obispo: el sábado fue Mons. Paulo Romeo Dantas Bastos, quien está a cargo de la zona y el domingo Mons. Airton Jose dos Santos, quien estaba cuando la Comunidad llegó a Brasil, que jugaba y se hamacaba en los juegos con los niños.
Bajo la carpa, aumentó el calor con las presentaciones y testimonios de los niños de las misiones y de los misioneros. Estábamos con la sensibilidad a flor de piel: ese contacto con los niños nos conmovió profundamente. Cada Fraternidad hacía su representación. Fue muy conmovedora la del Perú. Por su simpleza, sólo representaban un día en la Misión, iluminado por la lectura evangélica de “Las bodas de Caná”. El esfuerzo que hicieron esos niños y la entereza y amor de las misioneras nos dijo a todos que “sí, tienen vino”, el vino de Dios, con eso basta.
Por supuesto, que todos los argentinos aplaudimos con entusiasmo el “Via Lucis” representado por los jóvenes de la Fraternidad Nuestra Sra. de Luján. Un maravilloso testimonio de la resurrección propia, de ellos y de nosotros.
Luego de la fiesta nos dimos cuenta de que éramos más amigos, el grupo que ya hace unos cuantos años que viene caminando juntos, se va fortaleciendo a medida que vamos compartiendo la vida y la Comunidad.
Y, como dijo sor Elvira el último día: “¡LA FIESTA NO TERMINA!!”
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