La noche del viernes 17 al sábado 18 de mayo viajamos en un pulman hacia Roma chicos, chicas, hermanas y hermanos consagrados, para responder a la invitación del Papa dirigidas a las Comunidades y nuevos Movimientos en la Solemnidad de Pentecostés. La jornada ya había sido deseada y programada por el Papa Emérito Benedicto XVI y el Papa Francisco llevó a cabo esta cita tan especial para nosotros dentro del Año de la FE. Llegamos por la mañana, fuimos recibidos por la inmensa Basílica de San Pablo Extramuros donde celebramos la Eucaristía en una capilla lateral. En la homilía, padre Stefano nos recordó los comienzos de la Comunidad, cómo nació bajo el impulso del Espíritu Santo, gracias a la obediencia y a la humildad de Madre Elvira. También nos recordó que somos parte de la Iglesia, como tantas otras nuevas comunidades, todas nacidas, con sus diferentes carismas, del mismo soplo del Espíritu Santo. Frente a la tumba de San Pablo, rezamos el Credo. De allí nos llevaron a la Basílica de San Pedro, por la mañana también rezamos en su tumba, que fue el lugar de su martirio, allí profesamos y confirmamos nuestra fe. Fue bello poder hacer una parada en estos lugares históricos y sentirte parte de la historia de la Iglesia, eligiendo todos los días, dar la vida en lo cotidiano, como lo hicieron San Pedro y San Pablo. Después del almuerzo, rezamos el Rosario caminado y nos dirigimos hacia San Pedro, para hacer la fila para acceder a la plaza. Cuando llegamos, hacia las 14 h, las calles ya estaban llenas de grupos y de comunidades haciendo la fila. Cantamos y bailamos con mucha sencillez y alegría, bajo un fuerte sol, luego por algunos momentos bajo alguna negra nube pasajera y unas gotas de lluvia, pero después otra vez venció el sol y el tiempo nos acompañó en esta bellísima jornada. Finalmente, hacia las 17 h. conseguimos un lugar en la plaza de San Pedro. Toda la Iglesia Universal estaba reunida, representada por numerosos grupos, movimientos y comunidades llegados del mundo entero. La plaza estaba animada con cantos y testimonios preparando la vigilia; luego, por una exclamación de la multitud, entendimos que el Papa Francisco había salido y comenzaba a dar la vuelta a la plaza. Algunos de nosotros lo vieron muy de cerca, otros de lejos, pero todos estábamos felices de haberlo encontrado. Cuando subió a la cátedra, antes de que hablara, escuchamos testimonios conmovedores de cristianos que tratan de vivir su fe en ambientes de trabajo y contextos de vida a veces muy difíciles, como por ejemplo un médico pakistaní que entrega la vida por testimoniar el Evangelio y cuyo hermano ya es mártir de la fe en esa tierra atribulada y en conflicto. Al finalizar, algunos hombres y mujeres le hicieron preguntas concretas a nuestro Papa, que las escuchó con mucha atención e interés. Pudimos escuchar las respuestas directamente de él. Al comenzar, el Santo Padre nos compartió con candor, verdad y simpatía que ya conocía las preguntas porque se las habían dado el día anterior y nos dijo: “¡Primero que nada, la verdad!” Después nos corrigió fraternalmente diciendo que en la plaza sólo había oído gritar su nombre, “Papa Francesco”, en cambio, deseaba escuchar el nombre de Jesús, “¡Jesús es el Señor!” invitándonos a darle el primer puesto a Él. Después habló con sencillez compartiéndonos su experiencia de fe, cuando era niño y su abuela le explicaba que Jesús moría el Viernes Santo pero que después de dos días estaba vivo de nuevo porque Jesús resucitó: la fe es un encuentro personal con Jesús, ninguna otra cosa… No somos una “organización no gubernamental” (ONG) que busca resultados, eficiencia, no somos una organización política….Lo que no anda en el mundo de hoy no son los bancos que quiebran o la crisis económica, de trabajo o de la cultura. Es el hombre el que está en crisis, el que está enfermo ……Pero nosotros, todos los hombres somos imagen de Dios, cualquiera sea nuestra religión o cultura y por eso debemos encontrarlo personalmente en la oración, dejándonos transformar por Él , para testimoniarlo, ir hacia los pobres… No queremos muchas palabras y no es suficiente solo estudiar teología: son los santos que vivieron en concreto el Evangelio los que reformaron verdaderamente la Iglesia , porque vivieron el encuentro personal con Jesús, lo hicieron formar parte de su vida concreta como Maestro y Señor , y con sus vidas lo transmitieron a los pobres... Con estos y otros pensamientos simples pero profundos, el Papa nos invitó a no permanecer encerrados en nosotros mismos sino a abrirnos a los demás, por qué ¿qué sentido tiene recibir a Jesús en nuestra vida si no lo dejamos salir para que los demás lo encuentren? Muchas cosas incisivas dijo el Santo Padre y no nos cansaríamos nunca de escucharlo, pero él, humildemente, al finalizar ¡pidió disculpas por haber hablado tanto! Terminada la oración y los cantos conclusivos, el Papa Francisco nos dio la bendición del Señor, luego de la cual lo volvimos a saludar con expresiones de fiesta y agradecimiento. Verdaderamente podemos decir que fue una jornada “extra bendecida!” ¡Que Jesucristo sea verdaderamente el Señor de nuestra vida!
Palabras del Santo Padre Francisco
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