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Saluzzo (CN), 12 de febrero de 2013
Queridísimo Santo Padre,
Permita usted que unamos nuestra simple voz al coro que se  ha elevado desde la Iglesia y el mundo, luego del sorprendente anuncio que Usted dio ayer. Deseamos poner nuestro pobre pero sincero corazón  junto a Su corazón de   Padre para decirle simplemente “GRACIAS”, por todo lo  que nos dio en estos años y para confirmarle que “LO QUEREMOS MUCHO”: ¡Permítanos en este momento decírselo una vez más! Gracias, porque así como fue  grande la  voluntad tenaz del Beato Juan Pablo II para perseverar en Su  misión de Sumo Pontífice hasta el fin, aún bajo el peso de una cruz pesada, hoy sentimos  que  tan grande es Su humildad que con libertad elige   hacerse a un lado; hoy es  bello saberlo Papa, pero sobre todo hombre y cristiano,  en escucha sincera y obediente de la propia conciencia iluminada por la fe y la oración; hoy es grande  reconocer con Usted que la Iglesia es  en primer lugar de Cristo y todos, Usted el primero, somos humildes servidores de la Viña del Señor. Gracias por esta estupenda lección de humildad y de libertad, que si bien por un lado  nos dejó  un momento como perdidos, por otro nos pide un “mucho más”  en la  fe, con la certeza de que el Señor Resucitado guía  Su Iglesia.  Deseamos vivir este momento como Usted nos indicó, en un sereno y confiado abandono a la  Virgen María para que con su bondad materna asista  a la Iglesia e interceda por todos nosotros.  Santo Padre, estamos serenos en la certeza de que allá donde no llegarán las fuerzas de Su físico y de Su ánimo,  allá donde Su palabra luminosa no llegará a nuestros oídos, recibiremos, sin embargo, más fecunda que nunca Su oración y Su intercesión por todos nosotros.
¡Una vez más Le decimos  gracias, por todo y por siempre!
¡LO QUEREMOS MUCHO, AHORA “MUCHO MÁS”!

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