EL CAMINO COMUNITARIO: LA AMISTAD VERDADERA La Amistad con Jesús
“Yo los llamo amigos” (Jn 15,15)
“La amistad verdadera” es el tema que guía nuestro año comunitario. La amistad es la primera palabra concreta que escucha un joven cuando entra en la Comunidad. El amor intenso y gratuito que lo recibe genera confianza y lo lleva a abrir la puerta del corazón al Amigo Verdadero, Jesús, que lo encuentra en el camino de la oración. En la amistad con Él te redescubres una “nueva criatura”.
Cuando llegas a las puertas de la Comunidad la peor llaga que traes dentro no es la droga sino la soledad, la tristeza de no saber quién eres, el miedo a no ser amado. La primera experiencia concreta del bien que recibes es la amistad: uno que estaba tan desesperado como tú, te recibe gratuitamente y ves en sus ojos la luz de una vida nueva. Los jóvenes de la fraternidad en la que entras, rodean al recién llegado y te hacen saber que tu vida, que ha decidido renacer es un regalo para ellos. Es la fuerza de la amistad la que ayuda a superar los momentos “duros” del comienzo, son los hermanos quienes te van hablando, explicando, que te escuchan y te sonríen, te abrazan y te quieren, dándote la fuerza para mantenerte en pie, para no abandonar, para confiar. Luego te das cuenta de que debes hacerte amigo de ti mismo, de tu vida, debes descubrir tu verdadero rostro. Acompañado y sostenido por la amistad fraterna comienzas a dar libremente los primeros pasos en la oración, que te permite abrir la puerta del corazón al Amigo Jesús que hace años que desea encontrarte. En la amistad con Él te redescubres nuevo, capaz del bien, del perdón, del silencio, de sufrir sin escapar. Aprendes que el amigo verdadero, con quien debes confrontar cada día es Jesús, y que estar delante de “Su Rostro”, presente en la Eucaristía ilumina tu rostro. La oración se hace luz que ilumina tu conciencia y la transforma en “maestra de vida”, “voz de Dios” frente las elecciones de cada día. Como Madre Elvira nos repite con verdad y pasión desde hace años, haces la experiencia real de que “sólo de rodillas se aprende a estar de pie en la vida” y que “el que reza bien, vive bien”. La experiencia de la amistad con Jesús a través de los pasos de la oración comunitaria y personal, de la escucha de la Palabra, del Rosario, de los Sacramentos, te hace experimentar la belleza y la intensidad de una vida verdadera, plena, luminosa. En cada momento de la vida se revela una luz nueva: ¡finalmente ves la vida, la vives, la gustas! La calidad de la oración se hace calidad de vida y te permite encontrarte con un Dios vivo hoy, un Dios que Jesús nos revela como un Padre Misericordioso que nos perdona cada vez que reconocemos nuestro pecado. Una misericordia que también es un amor exigente, amor que cree en nosotros, que nos perdona, nos sana, nos pone de pie, nos da dignidad, un amor que nos hace caminar y nos dice “Levántate y camina”. Él cree que podemos vivir una vida verdadera, más limpia, más entregada, más fiel, también una vida más alegre. En este camino nos transforma, nos cambia, nos convierte, nos hace estar mejor, sientes que Dios está cerca, te guía, te sostiene, te levanta: Él es Amigo bueno, verdadero, fiel. Él, Señor del cielo y de la tierra, se hace nuestro siervo y así nos enseña que la humildad y la caridad son las verdaderas grandezas de la vida: el verdadero amigo sabe que lo importante no es mandar sino servir. Así se abre ante nosotros la verdadera identidad de la amistad cristiana, que es siempre buscar el bien del hermano: es servir, sacrificarse, gastar la vida para que el que amas camine hacia Dios y entonces, viva una humanidad más rica y auténtica. La amistad profunda y sincera con Jesús te hace ser verdadero amigo de quien vive contigo, capaz de entender, de perdonar, de no juzgar, de ayudar y corregir sin intereses, de ir más allá de las desilusiones y de recomenzar siempre. Aprendes a recibir las pobrezas de los hermanos, a reconocer sus dones, a caminar juntos en la unidad y el perdón. A través del amor humano de quien está cerca de ti, humanidad luminosa porque es amiga de Cristo, descubres la grandeza del Amor de Dios por ti y descubres tu dignidad de hijo suyo: ¡así nace la fe!
Santo Padre Benedicto XVI – Discurso a los jóvenes – Croacia, junio 2011 “Jesús les habla hoy: con el Evangelio y el Espíritu Santo, Él se hace contemporáneo. ¡Él los busca, aún antes de que ustedes lo busquen! Respetando plenamente su libertad, Él se acerca a cada uno de ustedes y se propone como la respuesta auténtica y decisiva al anhelo que habita en el ser, al deseo de una vida que valga la pena ser vivida. ¡Dejen que los tome de la mano! ¡Dejen que entre como amigo y compañero de camino! ¡Tengan confianza, jamás los desilusionará! Jesús les hará conocer de cerca el amor de Dios Padre, les hace comprender que la felicidad se concreta en la amistad con Él, en la comunión con Él, porque fuimos creados y salvados por amor, y sólo en el amor que quiere y busca el bien del otro, experimentamos verdaderamente el significado de la vida y estamos contentos de vivirla, aun cuando nos cuesta, aún en las pruebas, en las desilusiones, también nadando contra la corriente.”
En la amistad reconozco el rostro de Dios Todos los días recibo muchas atenciones de las hermanas con las que vivo que me hacen sentir amada y en este amor gratuito descubro la belleza de ser hija de Dios: en esta amistad desinteresada reconozco el rostro de Dios que me hace comprender que mi vida es preciosa y digna de ser vivida, también en la lucha y el sufrimiento. Gracias a la oración cotidiana aprendo a amar a las hermanas y el Señor me muestra cuántas cosas lindos tengo para dar. Antonella
En la “Escuela de la Amistad” Mi “Maestro” en la “Escuela de la Amistad” es Jesús. Al ser amiga de Él aprendo a construir amistades bellas y fuertes con los que me rodean. Siempre hacía las cosas por mi cuenta, con mi voluntad, mi razonamiento y así no le permitía a Jesús ser mi amigo. En cambio ahora, cuando lo dejo entrar hasta para las cosas más pequeñas, lo siento cerca, sé que puedo apoyarme y confiar ciegamente. Esta amistad profunda y concreta con Él me está educando en la amistad con las hermanas, los hermanos y los niños con los que vivo. En la “Escuela de la Amistad” con Jesús no hay diploma, hay más... hay un Maestro que tiene una paciencia y una misericordia infinita. Es verdad que debo luchar, que caigo y me levanto muchas veces al día, pero recibo tanta alegría que verdaderamente vale la pena! Sumi
Amar a los demás es vivir la Amistad con Él Avanzando en este camino vi que a través de la amistad con los hermanos nació la amistad con Jesús. Durante muchos años viví en soledad lo que me causó heridas profundas, era cerrado y me costaba confiar. La fuerza para superar esta dificultad la encontré en Jesús: en los momentos más difíciles me dejé guiar por su voz, que hablaba a mi conciencia en la oración. Poco a poco descubrí que la verdad, el perdón, querer a los hermanos, realizar gestos de amor, me hacen feliz y me alegría verdadera. Hoy sé que Jesús me ama, todos los días cuando me encuentro con alguien quiero ver el rostro de Jesús, el Amigo más fiel. Sé que amando a los demás vivo en amistad con Él. Radek
Jesús es mi mejor amigo En la Comunidad la amistad con Jesús está siempre viva. Él me enseña y me guía en el camino del amor, con la tierna ayuda de nuestra Santísima Madre María. Por primera vez logro aceptarme como soy, viendo todas mis pobrezas y miserias y se que pude gracias a su amor. Con Jesús logro amarme a mi mismo y a los hermanos, sonreír, alegrarme, sufrir, a veces también a cantar y bailar para el Señor. Ese “Amigo especial” espera que cada noche vaya a encontrarlo. En la Adoración vivo momentos bellísimos que no se pueden describir: leo la Palabra, lo adoro, le agradezco y lo amo con mi corazón pequeño y pobre. Y Él me llena de alegría sanando mis heridas. Jesús es mi Dios, es todo para mí, es mi mejor amigo. La alegría más grande es el encuentro con Él en la Eucaristía, donde junto a los hermanos compartimos la alegría de Su sacrificio de amor. Luca
¡Nuestra fe es vida! “La fe no es una teoría, no es una religión: nuestra fe es vida; es Jesús ¡Jesús es nuestra vida! Nuestra fe es Jesús, es una persona que nos transforma, nos cambia. Por eso es importante la relación personal de Dios con cada uno de nosotros. La oración es un diálogo íntimo y profundo con Jesús. Rezamos todos juntos: la Misa, los Salmos, el Rosario… pero el Señor escucha la voz del corazón de cada uno. Mientras estamos aquí todos juntos, Él te escucha a ti, te ama y quién sabe cuántos regalos quiere hacerte. Si bien somos distintos unos de otros, Él conoce toda nuestra historia porque la vivió, entró en nuestro ser, en nuestra carne, formó parte de la historia humana, de la mía y de la tuya. Entonces, en cada historia que vivamos, solos o acompañados, también está Él: no lo excluyamos pensando que lo que vivimos son “cosas nuestras”. A Dios le interesa nuestra humanidad, también son “cosas Suyas”. Tenemos que vivir con Él cada segundo ¡esta es nuestra fe! La fe es constatar que tú, día a día, te sientes cambiado, te ves cambiado, quieres cambiar. Este cambio luminoso lo vemos en el corazón de los jóvenes. Jesús transfigura el rostro, el alma, en los chicos y chicas que se arrodillan delante de Él aún sin conocerlo, sin haberlo elegido. No importa, están ahí porque Él los eligió, Él los conoce. Los llevan hacia Él otros chicos que ya están en la Comunidad. “Vamos, es la hora del Rosario; vamos, levántate, ven tú también a la Adoración nocturna”, incitando al hermano para que experimente que si abre su vida a la amistad de Jesús, se van muchos miedos, se calma, se está más contento. Estar contento, la alegría no surge de hacerse el loco en un auto, de fumar un porro, o de estar drogado; la alegría verdadera, la que dura, no viene de ninguna satisfacción solo natural. Esto me lo enseñaron los chicos: experimentaron todas las alegrías mundanas y llegaron aquí profundamente tristes y desilusionados. ¡La verdadera alegría está en la amistad con Jesús! Con Él vivimos la vida en plenitud, la belleza del amor verdadero. Cuando encontramos ese Dios enamorado de nuestra vida aunque nos hayamos equivocado, aunque nos hayamos perdido en el mal camino, nuestra fuerza es ese amor de Dios por nosotros. ¡Él siempre estará con nosotros y nosotros no estaremos más solos!” (de una catequesis de Madre Elvira)
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