PRIMERA MISA DE P. EUGENIO - Homilía Lunes 16 de julio de 2012
Reflexionaba sobre la Fiesta, sobre el Espíritu Santo que quiso que la Comunidad naciese justo el día de la Virgen del Carmen. En el mes de junio leímos en las lecturas al profeta Elías. El monte Carmelo está citado por primera vez en la Biblia, y se hace conocido a partir de cuando Elías en ese monte desafía a cuatrocientos falsos profetas: “Veamos cuál es el verdadero Dios, llamen a sus profetas, pongamos un animal para el sacrificio y si viene fuego del cielo y prende la leña, ése es el verdadero Dios.” Es como nuestra historia para los de la Comunidad, si pensamos que si llegamos aquí fue por un desafío que hizo Madre Elvira: “Veamos cuál es el verdadero Dios” nos dijo “veamos si el verdadero Dios es Jesucristo, el Hijo del Padre, o si el verdadero Dios es la droga, si el verdadero Dios es el dinero, el sexo, los placeres de la vida”. Nos hizo vivir este desafío y si hoy estamos aquí es porque vimos que el verdadero Dios es Jesucristo: Él quemó nuestro pecado, lo hizo desaparecer. Qué bello que la Comunidad naciera en este día, en el día de un desafío, desafío por la vida, por regresar a Dios. Por eso es nuestra Fiesta de la Vida, pienso que el Señor siempre ve mucho más allá que nosotros. Y ahora es nuestra Virgen, la Virgen del Carmelo. Como nos recordaba el Cardenal Barbarin, el profeta es el que dice la palabra de Dios para sacudirnos y así lo hizo Elías. Al mismo tiempo, el monte Carmelo es un lugar de esperanza, de renacimiento, el lugar donde Elías vio que llegaba una nube. Era un momento en que Dios había cerrado el cielo, tres años de sequía, porque el pueblo era infiel, se había alejado, no lo miraba más. Somos nosotros, lejos de Él, con aridez en el corazón, sin embargo cuando venimos acá viene esa nubecita que anuncia la lluvia, que dice de la esperanza que renace, que dice que Dios no te abandona aunque te parezca que estás solo. También en el Evangelio de hoy: Dios no te abandona. Te dice: “Aquí tienes a tu Madre” en el momento de la cruz, de la desesperación, en el momento en que nos sentimos solos, que nos sentimos hasta sin Dios, porque también están esos días , nosotros en la Comunidad a veces decimos: “Dios no existe”. Sin embargo, son los momentos en que tiene que resonar en nuestros oídos y en nuestro corazón: “Aquí tienes a tu madre”. Vayamos a la Virgen, porque ella nos lleva a Dios, Ella es esa nubecita. En nuestro corazón, en los momentos más difíciles, en los momentos en que tenemos más rabia con Dios por muchos motivos, por nuestro pasado, por lo que vivimos en casa, por cómo somos, escuchemos esta frase: “Aquí tienes a tu madre”, la Virgen. Pidámosle a Ella, porque la Virgen siempre nos hace regresar a Jesús, la Virgen rehace esa amistad con Dios Padre que muchas veces hemos perdido. Como Madre nos hace regresar a Él, y nosotros, los que estamos en la Comunidad, cuando recién entramos, cuántas veces le escuchamos decir al ‘ángel custodio’ : “Mira, frente a las dificultades que tienes hoy para quedarte, dí un Ave María, reza a la Virgen.” A nosotros, los chicos, cuántas veces para no caer en un pecado contra la pureza, el Ave María nos salvó, encontramos la fuerza. ¡Y es cierto, no podemos decir que no es cierto: es todo verdad! “¡Aquí tienes a tu Madre!”. Escucho que hoy Jesús nos dice a Don Michel y a mí: “Aquí tienes a tu madre”: lo escucho muy fuerte, es la felicitación que me desea Dios. “En cada momento de dificultad, recuerden ‘aquí tienes a tu madre’, vuelve a ella.” Entonces, comenzar el ministerio sacerdotal así me da mucha paz, verdaderamente mucha. Me dije: “Qué bello, comenzamos con la Fiesta de la Comunidad, comenzamos bajo el signo de la Virgen.” A mí que a veces soy temeroso, indeciso, me dio mucha paz y seguridad. Volvamos a la Virgen para volver juntos a Jesús.
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