FIESTA DE LA VIDA - 2011
“No se inquieten entonces, diciendo: “¿Qué comeremos, qué beberemos o con qué nos vestiremos?” Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan.” Mt 6, 31-32
1. DIOS PROVEE
“Desde el inicio no quisimos pedir ni aceptar dinero del Estado. Pensábamos cómo mantener a los jóvenes que llegaban, pero me parecía horrible pedir una cuota a los padres desesperados. Entonces lancé al Señor un desafío y le dije: ‘Tú eres Padre y yo te encontré: voy donde Tú quieras, hago lo que Tú quieras, Tu voluntad me la mostrarás en cualquier momento, pero Tú debes ser Padre, mostrarte Padre para estos chicos.’ Y así fue: Dios nunca nos desilusionó, nunca nos abandonó y siempre nos precedió con su Providencia.” Madre Elvira
CATEQUESIS Y HOMILÍAS ¡Señor, sé que tú estás! ¡Confiar en la Providencia es un camino en el que tú, tu corazón, nuestro corazón, se abre al Dios Viviente, a Jesús y creemos! Confiar en la Providencia es confiar en Él, decir: ‘Señor, sé que estás’. También en los momentos de tempestad, en los que todo parece oscuro. Entonces el camino para experimentar la Providencia parte de abrir el corazón a este encuentro, de sentirse hijo pensado, hijo amado, hijo de la Luz, hijo de la Resurrección, hijo del Dios Viviente (Catequesis del Padre Francisco Peyron)
La Providencia siempre es un milagro de la generosidad de Dios que viene a visitarnos. Por eso cada regalo es importante que sea consagrado con sincero agradecimiento. El agradecimiento hace crecer la fe; cada vez que no agradecemos los regalos de Dios enfriamos nuestra fe, corremos el riesgo de caer en ese mal del alma, uno de los peores, que es la indiferencia. (Padre Pino Isoardi)
Dios provee es la bella noticia de una vida buena . Es un acto de fe porque la Providencia de Dios no siempre es evidente, a veces la comprendemos después de mucho tiempo, con mucho trabajo, porque debemos purificar nuestros ojos, nuestra mirada, nuestro corazón. Creer que Dios provee es creer que Dios es un padre misericordioso, que ‘Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva’, que ‘Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo único para que el que crea en Él tenga la vida eterna’. La Iglesia no tiene otra cosa que decir, no tiene otra cosa para dar. Dios es un Padre lleno de ternura y de misericordia. En jesús nos dio el Evangelio, la bella noticia de una vida buena. (Homilía de S.E.R. Mons.Giuseppe Guerrini, Obispo de Saluzzo)
TESTIMONIOS Tuve el don de estar en Medjugorje en el período en que se “pasaba hambre” y muchas veces nuestro desayuno eran coles y papas y a la noche. . .de nuevo coles. Cuando íbamos a dormir nos dolía la barriga: ¡teníamos hambre! En la cama de abajo de la mía dormía Arrigo, un joven que hoy ya no está. Una noche vamos a dormir, golpea mi cama y me dice: ‘¡Marco!’, ‘¿Qué?’, ‘¿Recuerdas los cereales Kinder?’. Le contesté: ‘¡Mama mía, sí que los recuerdo!’. . .Me estaba durmiendo cuando: ¡tum, tum, tum! ‘¡Qué buenos que eran, Marco!’ ‘¡Sí!’. . . Al minuto: ¡tum tum! ‘¡Marco, si tuviéramos sólo la mitad. . .!’ Finalmente nos dormimos. A Medjugorje no venia casi nadie, pero al día siguiente llegó Caritas y nos dejó una caja; la abrimos y encontramos pasta, tomates. . . ¡y debajo de todo había cereales Kinder! Después, cuando repartimos, no alcanzaba para todos y nos tocó la mitad. Entonces fui a decirle a Arrigo: ‘¡Si te hubieras quedado callado y hubiéramos comido uno entero!’ Esta es la parte divertida, pero en eso leímos que Dios es un papá, atento hasta a lo que no nos animamos a pedir. ¿Quién le va a pedir a Dios que le mande el cereal Kinder? Sin embargo Dios está presente en nuestra vida, siempre, y nos toma en serio y escucha los deseos de nuestro corazón. El cereal Kinder pasó rápido. . .la mitad pasó más rápido aún, pero Dios se hizo vivo para nosotros, como un papá. Marco
El propietario de una espléndida finca que estaba en venta en la colina de Lourdes, donde había algunas construcciones antiguas para restaurar completamente, siempre nos decía que ese terreno era ideal para nosotros ¡pero pedía una cifra imposible!! Había hecho amistad con los chicos de la Comunidad que en ese momento vivían en la fraternidad de Adé. Cuando vieron la propiedad se enamoraron de ese lugar y empezaron a rezar por el proyecto todos los días yendo a pie desde la casa hasta la Gruta. Madre Elvira vino por un período a Lourdes, vio la propiedad y tocada por la oración de los muchachos y la fidelidad de su sacrificio, se les unió en la oración pidiendo a la Providencia un signo que no se hizo esperar. A los pocos días, una señora francesa a la que no conocíamos, llamó por teléfono diciendo que en su peregrinación a Lourdes había sentido muy fuerte en el corazón que debía ayudar un proyecto nuestro. Su gran generosidad nos entregó exactamente lo necesario para la nueva casa: era imposible no llamarla “Virgen de la Divina Providencia”. Pero no es todo: a los pocos meses de la inauguración, el 18 de septiembre de 1999, un empresario italiano en peregrinación a Lourdes, al visitar nuestra Comunidad, se ofreció a ayudarnos con el trabajo poniendo los materiales y personas calificadas para todos los trabajos de restauración. Había venido a Lourdes para decirle un gran Gracias a la Virgen María, y sintió que el Gracias a Ella era comprometiéndose con nosotros ¡Cada casa nuestra es un regalo de la Providencia, pero la casa de Lourdes es para nosotros un testimonio “especial” de que Dios verdaderamente provee y lleva su obra a su cumplimiento! Franco
Cuando fuimos a Brasil para abrir la primera misión de la Comunidad, no nos conocíamos y éramos siete. Madre Elvira nos había dicho: “Pocas cosas.” Entonces, en el equipaje de veinte kilos, llevamos la mitad cosas para comer y la otra mitad, ropa, pero el alimento se terminó rápidamente. Un día llegó un señor en bicicleta, entró a la casa y nos preguntó: “¿Ustedes quiénes son?” Con entusiasmo le respondimos: “Somos italianos, vinimos para ayudar a los niños abandonados.” Y él: “¿... y los niños dónde están?”, “... los niños todavía no están, pero llegarán, mientras tanto nosotros comenzamos.” Ese hombre era pobre, tenía sólo la bicicleta vieja con una bolsa de plástico colgada del manubrio. Nos miró y nos dijo: “Bueno, ahora para comenzar les dejo esto” y nos regaló un puñado de peces recién pescados. Nos quedamos los siete con la boca abierta, asombrados, porque habíamos confiado, habíamos partido hacia el otro extremo del mundo sin ninguna garantía ni seguridad ¡pero Dios sabía! Ese pequeño puñado de pescados nos dio una caricia que nada ni nadie nos pudo sacar. Cinzia
Hablar de la Divina Providencia para quien vive en la Comunidad es como hablarle del cielo a una golondrina o a un pez hablarle del agua: ¡nosotros estamos sumergidos! Desde el aire puro que respiramos en esta colina bendita, al lenguaje serio y limpio que escuchamos en el discurso de quien vive con nosotros, hasta la amistad con los hermanos y las familias con los que compartimos la vida aquí en Saluzzo. . . ¡todo es Providencia! Tenemos el privilegio de ver los milagros que Dios cumple, tocamos con la mano que no vivimos para las cosas sino para la profundidad del ser. En suma, gustamos de la dulzura del amor de Dios. Esto se transforma en atención y amor que recibimos y tratamos de devolver cada día. Para nosotros, verdaderamente, todo es un regalo de Dios. Sabina y Agostino
2. LA VIDA VALE MÁS
“El amor debe partir de la cabeza, de un pensamiento limpio y fresco; luego los ojos tienen que hablar de esperanza, de alegría, en positivo; luego las orejas deben escuchar de un modo nuevo, y la boca para sonreír y dar coraje al regalo de la vida, para vivir en el silencio de la paz que habla más que muchas palabras... entonces todo nuestro ser aprende la novedad de un lenguaje hecho de gestos auténticos, verdaderos y gratuitos. Así nuestra vida se hace Providencia de sonrisa, de escucha, de silencio, de paz, de gestos de amor y de servicio para todos.” Madre Elvira
CATEQUESIS Y HOMILIAS Hacerse Providencia Debemos hacernos Providencia para los demás y esto significa dar todo y tener a cambio mucha más alegría adentro. Cuando te haces Providencia, te abres, te entregas, multiplicas dentro tuyo la alegría, la serenidad, la esperanza. Hacerse Providencia también es la misión: cuando se parte, se va, se anuncia y se hacen los sacrificios de la misión, para llevar la Providencia de Dios a otros. (Catequesis P. Francesco Peyron)
Vivir de la Providencia significa confiar en Dios empeñándose, usando la inteligencia, los talentos, las manos, la voluntad, porque los talentos que Dios nos entregó son la primera Providencia. Desde allí partimos para vivir de la Providencia, entonces la Providencia siempre se hará sentir en nuestras casas. Y trabajan en amistad: es bello verlos amigos, ver sus abrazos y sus sonrisas porque trabajar es importante, pero trabajar juntos, colaborando, ayudándose, eso es un signo del Reino de Dios. (Padre Pino Isoardi)
La vida: regalo precioso, único, valioso En la Comunidad la vida de los chicos y de las chicas, de ustedes, familias, vuelve a hacerse don porque Madre Elvira tuvo el coraje de indicarnos a Quien nos la ha donado: Dios. Hoy estamos aquí porque al encontrar a Él reencontramos la alegría de ese don precioso, único, inestimable, grandioso que es la vida. Recuerdo que al principio de la Comunidad Madre Elvira nos ponía este ejemplo: si alguno tiene algo muy precioso, por ejemplo un anillo con un diamante, y si ese diamante cae en la basura, en la inmundicia, en el barro ¿qué hacemos? ¿Lo dejamos ahí? ¡No! Corremos a recogerlo, lo limpiamos ¡y vemos que no perdió su valor, su grandeza, su belleza! Entonces muchas veces nos damos cuenta, al recoger ese don precioso, y limpiándolo que tiene su propio valor. Entonces estamos aquí para decirles que la vida es un don precioso, que siempre lo es y merece ser vivida y amada en toda su grandeza y belleza. (Catequesis de Padre Stefano)
Busquen primero el Reino de Dios “Busquen primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se les dará por añadidura”. ¿Qué significa esto? No se trata de ignorar las necesidades fundamentales de la existencia. Debemos vestirnos todos los días, tenemos que tratar de comer todos los días, pero nos tenemos que preguntar si estas son las preocupaciones fundamentales de la vida o si hay algo más importante. ¡Hay más! Les cito brevemente un pasaje del libro “Una esperanza que renace” para resaltar cómo la Comunidad tiene sus raíces en el Evangelio: ‘Sucede a veces que en alguna casa no hay azúcar, falta la leche o alguna otra cosa. Esto también es Providencia.’ Cuando falta algo, es Providencia ¡piensen qué coraje! ‘Aprendes a vivir bien igualmente, a hacer menos cosas que considerabas indispensables, descubres que igual se vive, y así descubres que la alegría de tu corazón no depende de las cosas a nivel material, sino de lo que eres por dentro, y descubres las alegrías simples de la vida.’ En la vida hay algo más, aún hablando humanamente, pero el verdadero ‘algo más’, ese de que habla el Señor y que es el bien que todos buscamos ¡¡es el amor de Dios!! Su amor es la roca de nuestra vida, Su Reino es el sentido de la vida. Y hoy no hay cómo buscar sentido en otro lado. Encuentro muchos jóvenes que perdieron el sentido de la vida y rezo para que encuentren alguien que les abra el corazón, porque sin una meta no se puede vivir. (Catequesis de P. Gianni Colombo)
TESTIMONIOS En estos años en la oficina pude ver muchos signos de la Providencia de Dios en lo material, pero también a través de las personas. Un día llamó por teléfono una chica para pedir información en general sobre la Comunidad, no se entendía bien para quién pedía ayuda. Sin embargo, mantuvimos el contacto y escribiéndonos comprendí que era ella la que tenía una gran necesidad de esperanza y así surgió una bella amistad. Después entró en otra comunidad, me siguió escribiendo y me contaba todo y me agradecía. Pero soy yo la que le debo mucho porque me hizo más sensible y me enseñó a leer entre líneas y a tomar la necesidad de los demás con tacto. Estelle
Agradezco mucho porque hace nueve años la Fiesta de la Vida fue mi primer encuentro con la Comunidad: un verdadero ‘toque al corazón’. Tenía problemas de droga, estaba muy triste, trataba de curarme por todos los medios, también con psicofármacos; pero lo que no habían entendido, ni siquiera yo, era que tenía un corazón necesitado de amar, de vivir. Cuando llegué recuerdo que vi a estos chicos bailando y haciendo gestos en el escenario e inmediatamente me empezó a latir el corazón fuerte, me emocioné, vi tanta alegría, tanta luz, colores que me parecía una explosión de vida. Miraba como un sediento puede mirar una fuente de agua en la que desea beber. La Providencia me hizo encontrar personas que comprendieron que no necesitaba más palabras ni soluciones fáciles sino que debía descubrir que el Señor había pensado para mí un destino de luz y que yo tengo un corazón, que necesito sentirlo latir, sentirme viva, de ser buena, capaz de recibir y dar amor. Hermana Paola
3. NUESTRAS MANOS SON PROVIDENCIA
“Es asombroso ver cuántos recursos descubren los jóvenes dentro de sí viviendo en la Comunidad. Cuando estaban afuera pensaban que no eran capaces de nada, siempre estaban cansados, aburridos, tristes, marginados de la sociedad, en cambio con Dios en el corazón, aprender a hacer fructificar sus capacidades. Y es así: la primera Providencia que el Señor nos dio somos nosotros, nuestros dones.” Madre Elvira
CATEQUESIS Y HOMILÍAS Nuestro esfuerzo Bastaría recordar la parábola de los talentos para darse cuenta qué lejos del pensamiento de Jesús está la idea que debemos permanecer de brazos cruzados. . .”porque todo llueve del cielo”, esperando que la Providencia haga algo. En el libro “Una esperanza que renace” hay un ello pasaje: ‘La primera gran Providencia que el joven redescubre al entrar en Comunidad es el regalo de su vida, de sus talentos, de hacer fructificar su capacidad en el trabajo para el bien de todos. Es Providencia nuestro esforzarnos en las actividades de la Comunidad que nos devuelve la confianza en la vida.’ (de la catequesis de P. Gianni)
Confianza en el hombre Recuerdo que Madre Elvira siempre nos decía: “Nadie tiene que pagar nunca más por ustedes, deben arremangarse y ganarse la vida como hombres.” Esto nos tocaba porque era una elección de gran dignidad, de gran confianza en el hombre, de gran estima por los jóvenes, de gran confianza por lo que éramos por dentro.” (de la catequesis de P. Stefano)
Otra sugerencia para cuidar a la Providencia, y aunque gracias a Dios ustedes lo viven, se los digo para impulsarlos aún más: es el entusiasmo en el trabajo. Providencia es confiar en Dios pero no es pereza. Providencia y pereza no están de acuerdo, pregúntenle a Madre Elvira cuando comenzó aquí y esta casa estaba en ruinas, se peló las manos trabajando, limpiando, para darle un rostro más humano a esta casa. No dijo: ‘Como soy religiosa, yo no toco una pala ni una carretilla’, sino que dijo: ‘Justamente porque soy religiosa lo voy a hacer’, entonces, la Providencia bendice. Lo que quiero decirles a todos ustedes, chicos y chicas: estén lejos de la pereza que es un terrible mal. Entusiásmense con el trabajo ya que tienen un gran modelo, ¿lo saben? El carpintero Jesús. (Padre Pino Isoardi)
TESTIMONIOS En toda mi vida jamás quise servir, para mí era algo humillante. Había crecido con el ideal de ser servida, que siempre hubiera quien limpiara detrás de mí. En cambio, en mi camino en la Comunidad estoy descubriendo la belleza y la dignidad de ser una mujer que sirve, que reza, que ama. Esto me cambio por dentro porque los modelos que tenía en mi juventud eran las artistas de cine, lindas, jóvenes, que no comen para no engordar. ¡Yo quería ser así! En cambio, gracias al encuentro con María, nuestra Madre celeste, y también con Madre Elvira, estoy descubriendo la verdadera belleza de la mujer: amar y servir. En un momento de mi camino sentí el deseo de servir. Una joven de la fraternidad me había dicho: “Jennifer, una cosa que nos enseña Madre Elvira, especialmente a las chicas que se preparan para la consagración, es que cuando alguien te llama para un servicio o alguien te está buscando, tú respondes: ¡Aquí estoy!” No sabía lo que quería decir pero cuando alguien me llamaba y yo respondía: Aquí estoy! Aquí estoy! Sentía dentro de mí que iba creciendo la alegría de estar disponible, de incomodarme por los demás, de pensar en los demás y no solo en mí. Sor Jennifer
Para mí en la Fiesta de la Vida la Providencia fue el servicio a los demás. En efecto, este año recibí el regalo de poder ayudar en el banchetto misionero y aunque no tuve mucho tiempo para estar con mi familia, estaba muy feliz de poder hacer un servicio para la Comunidad y devolver un poquito a cambio de todo lo que recibí en estos años. Fue increíble ver cómo entregándome en este pequeño servicio he recibido mucha alegría: me sentí más parte de la familia y Dios me enseñó que es Providencia para mí cuando Él me pide que me incomode, y me ayuda a sacar fuera dones que tenía escondidos por mis miedos y mis límites. ¡Hoy puedo decir que las situaciones que tengo que afrontar en la vida, son la oportunidad para el camino siempre nuevo que Dios prepara para mí! Alice
Descubrir, conocer, vivir la Providencia es un regalo que recibo en Comunidad. Tener la posibilidad de trabajar en la cocina me abrió los ojos y el corazón al amor que Dios tiene por cada uno de nosotros, no nos hace faltar nada, pero también me enseña que solo donándome a los demás soy verdaderamente feliz y recibo mucho más. Ponerme al servicio de los hermanos me hace una persona libre y día a día experimento que hay “más alegría en el dar que en recibir”. La cocina es un lugar en el que la Providencia no termina de asombrar. Por ejemplo, poco después de haberle dado el último paquete de azúcar que quedaba en la despensa a un amigo de la Comunidad ¡llegaron trescientos kilos! También creo que todo esto es el fruto de una oración simple y verdadera, hecha de muchos sacrificios, esfuerzo, de respeto por los regalos que nos da Dios. A menudo me pregunto profundamente por la calidad de mi fe, cuánto creo de verdad, especialmente en los momentos en que falta algo material. Entonces me doy cuenta que hasta la falta de algo es una palabra de Dios, para ayudarme a entender que se puede vivir bien igual, y ayudarme a agradecer y apreciar lo que ya recibimos. Cristian
4- EL PADRE SABE LO QUE NECESITAN
“Jesús está tan presente en mi historia, en mi vida, que a veces sólo pensaba en que necesitaba algo y Él me lo hacía llegar. Dios escucha, sabe, conoce nuestras necesidades y solo espera que confiemos en Él para demostrarnos cuánto amor nos tiene, para colmarnos de bienes, para hacernos ver que es un Padre que quiere que sus hijos sean felices.” Madre Elvira
CATEQUESIS Y HOMILÍAS Una antena para ver al Papa Era el día de la elección del Papa Ratzinger, lo habían anunciado por televisión pero yo tenía que celebrar la Misa en Spinetta. Cuando llegué les pregunte: ‘¿Tienen televisión?’, ‘sí’, ‘prendámosla ahora para ver qué Papa es elegido’. La encendimos pero sólo se veían rayas blancas, me dijeron: ‘Padre, no funciona la antena’. Entonces dije: ‘Paciencia, vamos a celebrar la Misa y recemos por el nuevo Papa’, pero una chica dijo: ‘Sí, Padre, ahora vayamos y recemos por el Papa, pero también por una nueva antena.’ Quince días después había una bellísima antena que recibía los canales de todo el mundo. (Catequesis de P. Francesco Peyron)
Nuestro pan de cada día En el Padre Nuestro no decimos “dame mi pan de cada día” sino “danos hoy nuestro pan de cada día”: ¡pedimos el pan para todos! Jesús nos enseñó a rezar así, a abrir las manos a Dios y a los demás, porque cuando cerramos las manos, cuando caemos en el egoísmo, le hacemos faltar el pan al mundo, generamos injusticia y violencia. Con el Padre Nuestro le pedimos a Dios una sociedad más justa, más igualitaria, donde no le falte el pan a nadie. (de la catequesis de P. Gianni)
Una forma de honrar a la Providencia: evitar escrupulosamente todo derroche. Cada don nos habla de la generosidad de Dios; desperdiciar, tratar ligeramente las cosas ‘porque total luego llega más’, eso es verdaderamente despreciar la Providencia. Y la Providencia, si tenemos una mentalidad de derrochones, cerrará sus manos. Para honrar a la Providencia es muy importante elegir cada día la sobriedad, y hasta diría, la pobreza que es libertad. Si entramos en la mentalidad de ricos, de consumistas, de gastadores, termina siendo una esclavitud que deshumaniza nuestra vida. La sobriedad es lo más humano porque nos enseña a compartir, yo agradezco que el Espíritu Santo mantiene viva en ustedes la generosidad. Cuantas veces comparten hasta con nosotros o con otros lo que llega de Providencia. Jesús dijo una palabra hermosa en Su Evangelio: “Gratuitamente recibieron, gratuitamente den”. Cada vez que recibimos algo la primera pregunta debería ser: ‘¿Con quién lo comparto?’ y no ‘¿Cómo lo consumo?’ Son dos posturas distintas. La mentalidad del pobre es ‘¿Con quién puedo compartirlo?’ y atrae la bendición de la Providencia. (Padre Pino Isoardi)
TESTIMONIOS Cuando comenzó el proyecto para los ancianos en Cherasco, buscábamos un ingeniero para firmar los planos. Un día, un colaborador de la Comunidad, hablando con un grupo de jóvenes que habían venido para rezar el primer sábado, les contó de ese deseo de Madre Elvira y uno de esos jóvenes dijo: “Soy ingeniero, les hago todo y estoy feliz de hacerlo gratis.” Después buscábamos una empresa que pudiera venir para realizar la excavación de los cimientos y surgió que el papá de una de nuestras religiosas justo tenía una empresa de excavación y siempre había querido ayudar a la Comunidad. Lo llamamos por teléfono y vino él, su hijo y los obreros: Imagínense, llegaron en el “feriado puente” del dos de junio, esos tres o cuatro días de vacaciones, un buen momento de descanso para los obreros. Él les pidió el sacrificio de venir igual y lo hicieron, trabajaron cuatro días desde las seis de la mañana hasta las once de la noche, viviendo en la fraternidad de Cherasco. El papá después me contó, muy emocionado, que cuando se fueron, después de un trabajo tan duro y fatigoso, el les había preparado –como hombre recto y honesto que es- un pago extraordinario, pero cuando les dio el sobre, todos ellos dijeron: “¡No gracias!” ¡Habían trabajado sin descanso, hasta bajo la lluvia y no querían nada! Le pidieron que ese dinero fuera donado a la Comunidad, a los jóvenes que habían conocido en esos días fatigosos pero bellos!! Al final recibimos de una empresa que produce cemento y que siempre nos ayudó, la Providencia de recibirlo en casa y a precio de costo. Es bello ver cómo vivir de la Providencia es permitirle a muchos realizar gestos de amor, hacerse regalo para otros. Padre Stefano
Cuando era chico mi fruta preferida era el mango pero después cuando vine a vivir a Italia no lo comí más y me olvidé de su gusto. A menudo me quejaba y le pedía a mamá que me comprara, pero ella siempre me respondía que confiara y que rezara. Recé por lo menos una semana y llegaron de providencia cuatro mangos: ¡lo suficiente como para volver a disfrutar del gusto! Simon (diez años)
Dos semanas antes de que comenzara la Fiesta de la Vida recibí la tarea de ayudar en la cocina. Cada día llegaban chicos de las otras casas, todas las cosas iban tomando forma: uno que terminaba con el montaje, otro ayudaba en el orden de la casa, quien ensayaba para el recital y ya se respiraba un aire de fiesta. Todos los días preparábamos el almuerzo y la cena, diría que con mucha facilidad por la gran Providencia que entraba, pero yo estaba preocupado porque en esos cuatro días tendría que preparar cuatro mil platos, más o menos! No faltaba la oración y cada día llegaba un padre, un amigo, jamás con las manos vacías. Con cierto asombro me estaba dando cuenta que la despensa rebosaba de todo tipo de cosas. La Providencia no se había hecho esperar; había todo lo necesario para la fiesta y mucho más, sólo debía trabajar con mucha humildad y prudencia, respetar hasta la última miguita y después dársela al que la necesitara más. Aprendí que no se domina a la Providencia, que no tiene ningún límite y que no se hace esperar sino que en el momento justo, golpea a tu puerta. Marco
5. LA PROVIDENCIA DE LA CRUZ
“A los padres les pido mucho: ¡les pido la conversión! Cuando traen al hijo destruido a la Comunidad, casi siempre preferirían pagar una cuota, creen que el renacimiento del hijo se puede pagar con la billetera. Nosotros en cambio queremos una colaboración que abarque sus vidas, sus elecciones, sus pasos cotidianos en un camino de fe cristiana. Creemos que la vida del hijo se “paga” con la conversión de los padres. Siempre les digo a los padres que el hijo drogado fue un don de la Providencia de Dios: el Señor usó esa cruz para sanar a toda la familia.” Madre Elvira
CATEQUESIS Y HOMILIAS Mirar el crucifijo Muchas veces en la vida la cruz puede transformarse en paso del Señor y puede ser Providencia. Todos sabemos que la cruz es pesada, pero cuántas veces escuché de ustedes, padres esto: “Fue mi hijo drogado el que hizo resurgir mi fe, el que unió a nuestra familia, el que nos enseñó a rezar”. Entonces, también la cruz, con su peso de dolor, puede ser un encuentro con el Señor, cuando verdaderamente miramos al Crucifijo, a sus llagas y recibimos este misterio de muerte y Resurrección en nuestra historia. (de la catequesis de Padre Francisco Peyron)
Sí, es necesario soñar a lo grande, los jóvenes y los viejos, pero hay dos modos de soñar; se puede soñar con Dios y tener los pies sobre la tierra, o se puede soñar sin Dios que me hace huir del presente. Elegimos soñar con Dios para estar en el hoy, entonces experimentamos que Dios provee el hoy y después provee el mañana. Y hay alegría. (Padre Pino Isoardi)
¡Jesús ya venció! Pidamos que el amor a la cruz nos ayude a superar todo momento de desaliento, de fatiga. El mal sigue combatiendo, continúa luchando contra nosotros; no es suficiente ser liberado del faraón de Egipto una sola vez, porque continúa el camino en el desierto y debemos saberlo, elegir enfrentar “el buen combate de la fe”. Jesús ya venció ese mal para nosotros, lo derrotó de una vez para siempre, pero nos pide que combatamos con Él. Pidamos también por nosotros, por nuestros chicos, que en el momento del mal, de la tentación fuerte, sepamos arrodillarnos frente a la cruz y recibir del amor de Cristo la fuerza para levantarnos. (De la Homilía de Padre Massimo)
TESTIMONIOS En la Fiesta de la Vida viví muy intensamente el reencuentro con mi papá porque hacía casi dos años que no lo veía. Sentí la presencia del Señor: me sentí escuchada por Él porque había rezado mucho por este encuentro y sucedió. Comprendí que las cosas en el mundo no cambiaron mucho, todo sigue igual pero en el corazón de mis padres algo se movió: por fin los vi juntos a pesar del divorcio. Afuera ya no se hablaban; un poco también por mi causa, su separación era total. Tenía miedo de lo que viviríamos ese día, entonces llevé a toda mi familia a la capilla: allí me sentí en paz y mis miedos se desvanecieron. Luego, mi papá hizo una intención de agradecimiento a Jesús y sentí que esas palabras venían del corazón. Me di cuenta que mi familia ya tenía un poco de fe, pero yo estaba demasiado perdida en el mal como para darme cuenta. Comprendí que Dios me salvó gracias a su dolor y a sus oraciones. Simona
Frente a cada dificultad, a cada dolor, Clara siempre se expresaba así: “Jesús, si tú lo quieres, yo también lo quiero.” Yo me asombraba de este comportamiento, no lograba entender de dónde sacaba tanta fuerza. Me maravillaba cada vez más, porque debo decir que yo me creía un buen cristiano, pero luego me di cuenta que iba a Misa cuando no había fútbol o cuando no tenía que jugar a las bochas; cuando tenía una de estas cosas no existía la Misa. Después empecé a acercarme yo también y comprendí que Jesús estaba muy cerca de Clara. Con el paso del tiempo veía que Clara vivía cada vez mejor, era feliz porque un sacerdote venía a traerle la Comunión todos los días. Yo me preguntaba cómo podía estar tan luminosa. Le decía a María Teresa: “¿Cómo hace para vivir así? ¡Siempre está contenta, siempre serena!” Y ella me decía:”Ella vive para nosotros, entonces cada vez que abrimos la puerta del cuarto nos hace una sonrisa.” Pero yo todavía no estaba convencido. Entonces la espié por el agujero de la cerradura: ¡sonreía siempre, aunque no hubiera nadie! Así el Señor me hizo entender que estaba haciendo descender una gracia sobre Clara, una gracia que nos hizo vivir en una dimensión que no sé explicar. Se vivía como arriba de la tierra, como cuando uno va en avión, se sienta y mira por la ventanilla y ve las nubes, la tierra, el mar allá abajo. Nosotros veíamos nuestras dificultades, todas las dificultades de Clara, pero estaban allá abajo, no nos tocaban, parecía que no eran nuestras. Fui tomando consciencia de que Jesús nos llevaba de la mano. También es cierto que había momentos en que caíamos, pero sabíamos que Jesús nos tomaría de la mano y nos aliviaría. (Testimonio de Ruggero Badano, papá de la beata Chiara Luce)
Nuestro primer encuentro con la Comunidad fue en un momento en que estábamos muy muy desesperados y nuestra familia estaba destruida. En esos días de oscuridad, con la cruz de nuestros hijos esclavos de la droga, ¡la Comunidad fue un gran regalo de Dios! Primero que nada aprendimos a confiar. Cuando los otros padres nos decían. “Tienen que confiar”, lo intentábamos, pero no sabíamos qué quería decir. Después comprendimos que confianza significa tener fe en Dios, que la Comunidad vive de fe y nos la pide a nosotros, lo que fue una grande providencia. Nos llevó mucho tiempo, y todavía estamos en camino, pero conocimos una fe que toca la vida, en lo cotidiano de todos los días, que cambia el corazón de las personas. La Comunidad también fue Providencia porque nos dio el instrumento que en la vida sirve verdaderamente para resolver todos los problemas, los de ayer y los de mañana: la oración. En fin, aquí vimos verdaderamente el amor, experimentamos lo que significa sentirse amado. La Comunidad fue providencia de este amor, que afuera nunca habíamos experimentado y que ni siquiera sabíamos que pudiera existir. Aquí, los jóvenes, los otros padres, las personas que encontramos saben poner en práctica el amor con gestos simples y sinceros. Mama Carmen
Tenemos dos hijos: los dos estuvieron en la Comunidad. Sentíamos que hacíamos las cosas bien cuando los chicos eran chicos, pero de mi parte, predicaba bien, pero realizaba mal. Los domingos a la hora de ir a Misa me preocupaba de mandar a mis hijos a la iglesia y yo, con cualquier excusa me quedaba en casa para ver televisión, el partido o cualquier cosa que en ese momento me interesaba más que Dios y la familia. Así fueron las cosas en la familia hasta que los niños se hicieron jóvenes y los dos cayeron en la droga. Para nosotros fue una providencia, como justo dice Madre Elvira muchas veces. Gracias a la droga de nuestros hijos también cambiamos nosotros. Si nuestros hijos no se hubieran drogado seguramente no hubiéramos encontrado la Comunidad y a un Dios más real, más vivo. La droga de nuestros hijos fue nuestro encuentro con el Amor de Dios. Papá Enrico
Lo que más me tocó en esta Fiesta de la Vida fue poder hablar la verdad con mis padres. Pude tocar la Providencia de Dios en el diálogo que tuve con ellos en el que nos pedimos disculpas por los errores cometidos en el pasado y especialmente contarnos con verdad y claridad lo que estamos viviendo en este camino de resurrección. Hablando con mi padre vi cómo se abrió conmigo, luego de años que no nos hablábamos. Así, en la confianza recíproca comenzamos a escucharnos y a conocernos. Gracias al camino que estoy haciendo, ellos están más unidos que nunca: me encantó verlos abrazarse, especialmente en un momento en que se pidieron disculpas, durante la Adoración Eucarística. David
6. QUIEN REZA BIEN, VIVE BIEN
“Lo primero que preparamos cuando abrimos una casa nueva es el lugar para la capilla. Después les digo a los chicos: ‘Ahora confíen en la Providencia, verán que también llegará Jesús Eucaristía.’ Y es siempre un asombro para mí cuando los obispos nos permiten tener la Eucaristía presente en nuestras fraternidades. Les agradezco por esta gran confianza, porque la más maravillosa Providencia es poder arrodillarse delante del Señor y agradecerle por todo lo que nos dona a cada momento.” Madre Elvira
CATEQUESIS Y HOMILÍAS El Amor que sana nuestras heridas Jesús vivo se hace Providencia, sanación, se hace Amor que sana nuestras heridas. Descubrir entonces ese “no se preocupen” de Jesús, nos da fuerza, nos da luz, nos asegura, nos hace levantar la cabeza y decir al Padre Dios: ¡Sí, soy tu hijo, aquí estoy!” Nos hace caminar con el corazón sereno y con la alegría de la Resurrección en los ojos y en el alma.” (de la catequesis del Padre Francisco Peyron)
S.E.R. Monseñor Giuseppe Guerrini Diácono significa “servidor, ponerse al servicio”: al servicio de la gracia de Dios de la Palabra de Dios, de la Palabra del Evangelio, es el servicio en la Iglesia; en la Comunidad Cenacolo es el servicio a los pobres. Eugenio y Michel serán servidores del Evangelio, de la ternura y de la Misericordia de Dios. Ser diácono significa anunciar la misericordia, la ternura de Dios, anunciar la Providencia de Dios no con las palabras. El mundo de hoy ya no sabe qué hacer con las palabras de consuelo, pero que no se corresponden con la realidad. “Confíen en el Señor, encomiéndense a Él.” Este es un acto de fe que día a día se le pide a cada cristiano, pero que para ustedes que hoy reciben el Ministerio Ordinario del Diaconado, debe asumir una característica radical. Por lo mismo que les confío la Palabra, deben desconfiar de la palabra en minúscula, que muchas veces puede ser sólo cáscara. Justo porque les confío la Palabra, deben meditarla con perseverancia para que se haga su modo de pensar y de vivir habitual. Como diáconos están en deuda con los pobres, los desesperados, los que no cuentan para nuestra sociedad. Deben darles razones para la esperanza, les deben dar vida buena que es la vida con Cristo. Alcanzaremos a ser signo, indicadores de la providencia de Dios, si somos capaces de entender en nosotros mismos, en las llagas de nuestra vida, que el Padre es misericordioso. Solo si nos damos cuenta de la fuerza que hay bajo las parábolas que hemos proclamado, esa semilla minúscula que se hace arbusto donde los pajaritos del cielo hacen su nido; ese puñado de levadura que hace fermentar toda la masa. En la fe nosotros decimos, creemos, que la fuerza del reino de Dios está aquí, no en las iniciativas de los hombres, es algo más, que se sirve de instrumentos y por eso debemos ser dóciles, pero es fuerza que de verdad realiza lo inesperado. Y nosotros encomendamos su servicio de Diáconos a esta fuerza. Cierto que desde una perspectiva puramente humana es como para asustarse, pero nosotros celebramos este don rezando. Invoquemos a los santos, invoquemos el don del Espíritu. ¡Coraje, entonces! Es Dios que comenzó esta obra en ustedes y la lleva a su cumplimiento.
TESTIMONIOS Quiero agradecer a mi hermano Carlos por todo lo que rezó por mí, porque verdaderamente estaba desesperado. Estaba en el peligro de la noche, en las más profundas tinieblas y mi hermano vino a buscarme justo allí. Estaba furioso con la vida y le tiré en cara muchas cosas. Él, en cambio, rezaba por mí. Luego, por desesperación tuve que escapar de todo, entonces lo llamé y entré en Comunidad. Luego de un tiempo sentí que la oración era algo verdadero que estaba haciendo efecto en mí derritiendo ese corazón duro. Luego pensé en mi hermano Antonio, que también estaba hecho pedazos: “Si yo lo pude hacer rezando mucho, él también puede.” Tres años después me dijeron: “Sigue rezando que tu hermano está llegando a Lourdes.” Yo no lo podía creer, pero llegó. Juan
Mirando el Recital siempre me conmueve cuando llevan al paralítico frente a Jesús. Hace poco un chico hizo tres años en la Comunidad y el papá y la mamá ya le habían programado su vida y su futuro, habían decidido que estudiara y ya habían elegido la universidad. Nosotros, que vivíamos con él, sabiendo que era frágil, débil, que probablemente no lo hubiera logrado, nos miramos y nos preguntamos: “¿Qué hacemos?” Entonces me vino en mente este pasaje del Evangelio donde los amigos llevan al paralítico frente a Jesús y Él, viendo su fe, viendo el afecto de los amigos, sana al paralítico, quien toma su camilla y se va por su camino. Entonces nos dijimos: “Vayamos a rezar, hagamos una novena por nuestro hermano, vayamos cada noche a leer este pasaje del Evangelio, a vivirlo dentro nuestro.” Piensen, siempre me conmueve, después de unos días, ya habíamos terminado la novena ese chico vino y me dijo: “Sabes, P. Ivan, estaba pensando en ir a las misiones.” Me quedé asombrado y pensé que quizá era una broma, no lo creía. Lo dejé para que lo piense unos meses y de nuevo me dijo: “Debo hablarte.” Yo pensaba que ahora me diría que quería irse a la casa, pero me dijo: “¡No bromeaba, quiero ir a las misiones! Hace dos años que siento este deseo en el corazón pero siempre tuve miedo de decírtelo. Ahora estoy seguro.” Le dije que le escribiera una carta a Madre Elvira y ahora él espera para partir. Sus padres no lo podían creer: “¿Qué pasó con nuestro hijo? ¿Cómo es posible??” Les respondí: Su hijo es libre, hablen con él, si quieren tómenlo y llévenselo a casa, pero déjenlo que decida él por su vida.” ¡Qué bello vivir estos milagros, el milagro de la oración, el milagro de la libertad que nos dona Jesús! ¡No nos olvidemos de este pasaje del Evangelio: tengamos el coraje de rezar los unos por los otros! Padre Ivan
7. DIACONADO DE EUGENIO Y MICHEL
La Fiesta de la Vida concluyó con la Ordenación Diaconal de dos Hermanos de la Comunidad: Eugenio y Michel. Con sincera gratitud al Señor, que continua llamando operarios para su mies , felices de la respuesta generosa y alegre de estos dos jóvenes, confiamos su camino al Sacerdocio a la intercesión de la Virgen María.
Diácono Eugenio Agradezco a Dios y agradezco a la Iglesia que me aceptó, para lo que se requería coraje. Agradezco mucho a mi familia porque en mi casa viví el amor y eso me ayudó mucho en mi camino de la Comunidad. Después, agradezco a Madre Elvira: si en casa respiré el don de la fe, lo elegí gracias a ella y gracias a esta Comunidad de pecadores públicos, porque soy un pecador y lo sé, pero me siento amado por el amor de Dios. Si estoy aquí es porque primero fui amado, porque tuve la posibilidad de amar, porque fui perdonado y tengo la posibilidad de perdonar, de vivir, de hacer algo con los demás. En la Comunidad nunca me sentí solo y descubrí el ‘algo más’. Para mí es el regalo más grande saber que los hermanos en las misiones nos ven y nos escuchan porque los admiro mucho. Ellos dijeron el sí que da la vida a muchos niños, a muchas personas pobres y necesitadas. Qué regalo: es posible hacer con nuestra vida algo bello. ¡Gracias!
Diácono Michel Quiero agradecer primero que nada al Señor por el gran don de la vida, porque cuando era adolescente, si pensaba en mi futuro me sentía desesperado y en cambio hoy soy verdaderamente feliz por haber recibido el sacramento de la Ordenación. Por haberme dado la vida agradezco a mis padres porque no sólo me dieron a luz sino que me dieron la vida cristiana, me hicieron conocer a Jesús, y especialmente me educaron en el sacrificio. Agradezco a Madre Elvira. Recuerdo que cuando recién llegué a Saluzzo, ella en seguida partió para las misiones; luego de una o dos semanas vino una persona y me dijo: “Mira que Madre Elvira llamó por teléfono y preguntó cómo estabas.” ¡Ya me recordaba! También agradezco a mi hermana, sor Judita, que me precedió en el camino y que ahora nos está viendo en las misiones y especialmente digo gracias a los enfermos porque sé y siento que muchas veces ofrecen por nosotros en silencio sus sufrimientos. ¡Gracias!
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