SOLO EL AMOR SALVA AL HOMBRE El proyecto de Dios, que es Amor, siempre pasa por el corazón del hombre. La Divina Providencia es uno de los milagros más grandes de la tierra y en el Cenacolo se toca con la mano. “Porque fuera de ti, no hay otro Dios que cuide de todo”, leímos en la Primera Lectura de la Misa del domingo 17 (Sab 12,13). Dios ama la vida y de esta fuente nació hace 28 años la obra de sor Elvira. Una lucha contra la muerte del corazón, del espíritu, de la mente de muchos jóvenes deprimidos, aplastados por el peso de la nada que llevaban adentro. Semejante renacimiento de la humanidad sólo es posible por obra de la Gracia y se hace testimonio incuestionable de la misma resurrección de Cristo. Nadie como Él tiene el poder de entender al hombre, de amarlo, de rehacerlo lentamente desde lo más profundo de su historia llenándolo de amor por la vida. Las cuatro jornadas vividas en la bella colina vestida de fiesta fueron un ejemplo de esto. Un pequeño Pentecostés, si se piensa que gente de diversos países y diversas lenguas sintieron una única voz, un único acento: el del amor de Cristo. Todos los años en la Comunidad Cenacolo hay sorpresas también en la organización. Este año fue una carpa para la Adoración Eucarística donde la montaña que sostenía el Santísimo Sacramento tenía una ambientación como fondo que cortaba el aliento. Jesús Eucaristía resulta así exactamente el centro del cosmos y de la historia, fuente de agua viva para quien se acerca con fe. Esa capilla nunca estuvo vacía, día y noche. Allí estaba el motor secreto y potente de toda la fiesta. Otra sorpresa fue la transmisión televisiva por Internet para las demás fraternidades esparcidas por el mundo que pudieron así seguir las grandes celebraciones, especialmente la del domingo donde Monseñor Giuseppe Guerrini, Obispo de Saluzzo, consagró Diáconos a dos jóvenes de la Comunidad, Michel y Eugenio. La presencia de más de 40 sacerdotes de diversos países son otra señal de cuánta fe e interés ponen en las fraternidades de la obra del Cenacolo. Madre Elvira, con su presencia humilde y atenta, alegre y afable, fue el hilo de oro que cosió el tejido multicolor de las cuatro jornadas dedicadas a la Divina Providencia. Ella fue la primera que se abandonó al Amor del Padre, poniendo en Él toda su confianza y espera. Este trato exquisito con la fe evangélica es indudablemente el secreto íntimo y simiente de toda la obra del Cenacolo. Nada se hubiera movido sólo con fuerzas humanas. Nada hubiera avanzado si ella hubiera pensado que se bastaba a sí misma. La obra de Madre Elvira dice con hechos que solo lo divino salva al hombre, que no bastan la medicina, ni la técnica, ni siquiera las organizaciones sociales ni eclesiásticas responden a las necesidades del corazón humano, sólo el amor misericordioso del Corazón de Jesús, entregado en la Eucaristía, a través de la mediación de la Virgen, vivido en el trabajo y en amistad, hace renacer al hombre. La Comunidad Cenacolo es así, en sí misma, una parábola evangélica.
(Del Corriere di Saluzzo, jueves 21 de julio de 2011)
Album fotográfico 1
Album fotográfico 2
Album fotográfico 3
|