PADRE GASPARINO – RETORNO AL PADRE
LA ORACIÓN Y EL AMOR LOGRAN LO IMPOSIBLE
El Padre Andrea Gasparino cruzó las puertas del Cielo abandonándose serenamente en los brazos del Padre. Demos gracias a Dios que nos regaló en él a un amigo fiel, un apasionado testimonio de fe y un gran maestro de oración.
Gracias por todo el bien recibido
Cuando supimos la noticia de que el Padre Gasparino había cruzado las puertas del Cielo, quisimos expresarle a Dios nuestra gratitud por todo el bien sincero y fiel sincero y fiel que siempre tuvo hacia madre Elvira, hacia nuestra Comunidad y nuestros jóvenes.
Fue un importante instrumento en las manos de Dios que se hizo Luz en nuestro camino con preciosos consejos e indicaciones, especialmente en los momentos cruciales de nuestra historia. Estamos seguros que en adelante, tenemos un gran “amigo” en la fraternidad del Cielo, y que también allí tendremos un lugar “especial” en su corazón y en las oraciones sin fin que elevará a Cristo Resucitado también por nosotros. Muchas veces nos recordaba que nuestras Comunidades son “hermanas”: nos unimos con mucho bien y cercanía al dolor, lleno de fe y de esperanza, de los hermanos y hermanas de su Comunidad, a los pobres de sus misiones, para que el “vacío” dejado por su ausencia física sea transfigurado en la fe en “plenitud” de presencia viva en la comunión de los Santos.
“MOVIMIENTO CONTEMPLATIVO
MISIONERO PADRE DE FOUCAULD”
La Comunidad nace el 7 de octubre de 1951 en Cuneo. El Padre Andrea Gasparino recoge a cinco chicos sin casa ni familia, después de la Segunda guerra mundial. Los jóvenes aumentan dándole vida a la “Ciudad de los jóvenes”. Se unen al “padre”, primero, un grupo de voluntarios y después las primeras hermanas consagradas. Todo vivido con una confianza total en la Providencia de Dios, pronto, la importancia de la oración se hace ver claramente como lo central. Un giro significativo fue el inicio de la Adoración Eucarística continua, que fue el 11 de febrero de 1959. El sueño de las misiones se hace realidad en 1961, en Brasil. Y luego en muchos otros países de Asia, África y Europa del Este. La Comunidad central de Cúneo, se desarrolla como centro de espiritualidad, con la actividad de escuela de oración y de la Palabra dirigida a jóvenes y adultos.
En 1990 la Comunidad es aprobada por la Santa Sede como “Movimiento Contemplativo Misionero Padre de Foucauld”.
“El “Cenacolo” nació para entender el valor y la importancia de la oración: el primer regalo que se recibe al entrar en esta Comunidad es el amor por la oración, que es el pan que más necesita el mundo. Nuestra verdadera droga es nuestra fragilidad para afrontar los problemas de la vida, que sin la oración, nos aplastan. Sin oración, es como estar en una barca en medio del mar sin vela, sin remos y sin timón: se hunde al primer obstáculo. Pero la oración hay que quererla y elegirla; rezar mucho no tiene sentido si no elegimos libremente hacerlo. Nuestros dos tesoros son La Oración y la Palabra de Dios: aprendamos a elegir en el Evangelio del día al menos una palabra y tratemos de ponerla en práctica, de vivirla; así es como se reza y vive la Palabra en lo concreto de nuestra vida.”
Padre A. Gasparino - Homilía Fiesta de la Vida 2004
En mi primer año en la Comunidad hice el Curso de Oración en la “Ciudad de los Jóvenes”. Fue un gran regalo, aunque me costaba vivir la oración profunda y personalmente. En mi corazón todavía había mucha rabia, desconfianza e incomprensión por todo lo que me había pasado en la vida. Así, cada sábado a la tarde, en el momento de compartir con el grupo, yo repetía lo mismo; pero con la ayuda de mi responsable, nunca falté al curso. Luego llegó el desierto de la Pascua: mucho silencio, oración personal, y catequesis para preparar la confesión. Me asustaba porque era mi primera confesión bien hecha luego de muchos años de una vida alejada de la fe y me daba cuenta de que era algo importante. Me puse en la fila para esperar mi turno y me encontré hablando con el Padre Gasparino. Aunque pasaron muchos años, recuerdo muy bien lo que viví: me esperaba un papá, que escuchó todo mi río de palabras sin interrumpirme, con los ojos casi cerrados. No sabía qué esperar: una reprimenda, un aliento afectuoso. . .pero el Padre Gasparino no dijo muchas palabras, me sonrió, me dio la tarea de seguir rezando y me propuso volver a hacer el curso el año siguiente. ¡No tengo palabras para explicar la paz que tuve después de esa confesión! Allí comenzó a crecer mi confianza en Dios y en la oración, pero especialmente se desvaneció mi temor a ser juzgada, marginada por mis errores, por el mal que había hecho. “Sentí” mucho amor en esa escucha silenciosa y deseaba no interrumpir ese diálogo con Jesús que había comenzado a través de él. Comprendí lo que era rezar, y hasta hoy, con todos los altos y bajos de mi vida espiritual, trato de tener vivo ese diálogo. Releo ahora los apuntes de ese curso y busco crecer en los cinco tipos de oración que el Padre nos indicaba; no sé en que nivel estoy, pero hoy, más que hablar, busco escuchar.
Agradezco al señor Jesús porque me hizo encontrar personas como el Padre Gasparino, porque a través de ellos lo encontré a Él.
Cinzia
LA VIDA ES BELLA SI ES TODA PARA DIOS
¡Paz y Alegría!
Deseo decirles que muero con alegría, deseoso de cumplir la voluntad de Dios hasta en lo más pequeño.
¡Estén siempre alegres, Dios es un Padre!
Cuenta los cabellos de la cabeza.
Hagan fiesta cuando yo muera, mucha fiesta.
No tengan nunca miedo de nada.
Sean fieles a los más pobres y den a la oración el primer lugar en sus vidas.
Amen a la Iglesia, amen a la Virgen.
Que la Eucaristía sea el sol de sus vidas.
Ahora los ayudaré desde el Cielo.
Del testamento del Padre A. Gasparino
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