Le agradecemos a Dios Padre con mucha alegría por todas las gracias y dones, la amistad y la oración que vivimos en estos cuatro días de “Fiesta de la Vida”.
El cumpleaños de la Comunidad Cenacolo es un evento de Fe que cada año es más grandioso; atrae a la colina de Saluzzo a miles y miles de personas de todo el mundo. Muchísimos jóvenes, hijos de la Comunidad (los “ex”), padres, amigos, sacerdotes, religiosas y religiosos. . . llegaron de Estados Unidos, de América Latina y de cada rincón de Europa para ser abrazados por la Misericordia de Dios y para experimentar, ver, tocar, comprender el milagro de la Resurrección. El pasaje del Evangelio que inspiró las reflexiones, las homilías, los momentos de Adoración de esta Fiesta fue la Parábola del Buen Samaritano, especialmente la pregunta que hacen los doctores de la Ley a Jesús: “¿Quién es mi prójimo?”
En un mundo que no te permite ser feliz pensando sólo en ti mismo, en tus necesidades, en el dinero, el trabajo, Jesús va contra la corriente y nos dice bien claro que la verdadera felicidad, la vida eterna, el Paraíso en la tierra lo podemos vivir desde ahora, siguiendo el ejemplo del Buen Samaritano, deteniéndonos a mirar a los ojos y ayudando al que está al lado.
Agradecemos al Padre Pino, del “Movimiento Contemplativo Charles de Foucauld”, de Cuneo, comunidad con la que nos une una profunda amistad desde hace mucho tiempo, porque en la homilía de la tarde del jueves nos recordó que toda la vida del cristiano parte de la oración, de nuestra relación con Jesús: sólo si rezamos con el corazón, si alimentamos nuestra intimidad con Él, vencemos nuestro egoísmo y nos volvemos “Buenos Samaritanos”, capaces de darnos cuenta de la necesidad del otro.
El viernes por la mañana, la catequesis y la adoración las guió otro gran amigo de la Comunidad: Padre Francisco Peyron, de los Misioneros de la Consolata, ubicada en la Certosa de Pesio. Después de la Misa y de la catequesis estuvo más de una hora y media pasando entre la gente con el Santísimo Sacramento : sentimos muy fuerte la presencia de Jesús que nos abrazaba y nos bendecía; las muchas lágrimas derramadas son el signo de que una vez más el “Buen Samaritano” se inclinó sobre nosotros, para curar, vendar, sanar las heridas que llevamos en el corazón.
El viernes por la tarde la Santa Misa fue presidida por nuestro obispo de Saluzzo, Monseñor Giuseppe Guerrini: durante la celebración eucarística, cinco jóvenes de la Comunidad fueron bautizados y treinta recibieron el Sacramento de la Confirmación.
Fue un fuerte momento de fe en el que otra vez contemplamos el milagro de la resurrección: de tóxicos rebeldes y contestatarios, Jesús nos transforma en jóvenes Apóstoles, deseosos de formar parte de la familia de la Iglesia y de testimoniar las obras maravillosas que Dios hace en nosotros.
El viernes a la noche asistimos a la representación de la Parabola del Buen samaritano, realizada por los chicos. La velada termino volviendo a consagrar a María y a Su Corazón Inmaculado toda nuestra Comunidad. Fue muy hermoso y sugestivo ver pasar la imagen de la Virgen de Fátima, llevada en procesión , entre miles de velas encendidas para hacerle fiesta.
Le agradecemos a Madre Elvira que desde siempre nos enseña a rezar el Santo Rosario y a amar a la Virgen: realmente sentíamos que la Madre de Jesús nos quiere mucho y protege bajo su manto a toda nuestra Comunidad.
El sábado y el domingo fueron alegrados y bendecidos por la presencia del Cardenal Cristoph Schönborn, que llegó a visitarnos con algunos seminaristas de Viena.
En otras oportunidades el Cardenal ya nos había mostrado su estima y su amistad, pero en esta fiesta lo sentimos padre, pastor, hermano, amigo, rostro de la Iglesia que se hace Buen Samaritano y se inclina sobre una Comunidad de pobres pecadores como la nuestra.
Le agradecemos su simplicidad, su amor, su humanidad, la sabiduría con que guió los momentos de catequesis y de oración, porque confirmó lo que el Cardenal Rylko ya nos había dicho en Roma el 16 de octubre pasado: la Comunidad Cenacolo es justamente ese lugar donde Jesús, el Buen Samaritano, nos lleva a nosotros, hombres y mujeres golpeados, arrojados al piso por los bandidos de hoy (la tristeza, la soledad, el alcohol, la droga. . .) para que podamos sanar nuestras heridas y volver a encontrar el verdadero sentido de la vida.
Pero la Fiesta de la Vida también fue amistad, servicio gratuito, amor y sacrificio entregados con alegría, verdaderamente hacerse Buen Samaritano unos por otros.
Agradecemos a los más de sesenta sacerdotes, llegados de todas partes del mundo, que confesaron durante horas y horas a miles de personas. Un gracias especial a S.E.R. Monseñor Baker, Obispo de la diócesis de Birmingham – Alabama, que quiso estar presente para expresar su gratitud por la obra de la Comunidad en USA y ahora en su Diócesis.
También agradecemos a S.E.R. Mons. Krzysztof Zadarko, Obispo auxiliar de Koszalin-Kolobrzeg, donde tenemos una fraternidad, por haber pasado dos días con nosotros.
Agradecemos a los chicos y las chicas de la Comunidad que testimoniaron su resurrección con el Recital “Creo”, con los bailes, los cantos, y especialmente con los pequeños y grandes servicios en los que se empeñaron incansablemente para que la Fiesta fuera de lo mejor.
Gracias a los amigos y a los padres por haber cocinado, trabajado, servido, corrido , traspirado, amado. . . gratuitamente.
Finalmente le agradecemos a Madre Elvira por su “sí” valiente que le permitió a Dios inventar la Comunidad Cenacolo, esta maravillosa historia de Amor, de Misericordia, de Resurrección, que el 16 de julio cumplió 27 años.
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