En la Comunidad descubrí el don y el valor del silencio. En la oración es un momento importante para aprender a escuchar a Dios, a los demás y a nosotros mismos. Gracias al silencio alcanzo a ver mejor mis pobrezas, entiendo cuánto debo caminar todavía para encontrarlo y para madurar en la fe y le agradezco a Dios por todo lo que hizo y sigue haciendo cada día en mí. Durante la Cuaresma aprecio más los pequeños signos de amor de Dios y de los otros, y hasta el sufrimiento , delante de Él cobra sentido. El silencio me acerca al misterio de la Pasión de Jesús, de su soledad y de sus lágrimas en Getsemaní, de su fe perseverante en el Calvario, del sacrificio de la Cruz hasta la explosión de la Resurrección. Es un camino en el que encuentro la fuerza y el sentido para elegir el bien y la vida, para vivir una Pascua plena de luz.
Martina
Las “renuncias” en Cuaresma
Al comienzo de nuestro camino las renuncias cuaresmales a menudo nos provocaban tristeza. Hoy, que somos una familia , con tres hijos y muchos chicas y chicos alrededor, lo vivimos como un estar más cerca de Jesús, nos ayudan a entender los padecimientos y las humillaciones que Él vivió.
Para nosotros, al conocer Su amor le da un sentido distinto a la renuncia de muchas cosas banales, a lo que “me gusta”. Con la fuerza de nuestra voluntad sabemos decir que “no” a nosotros mismos o a nuestros hijos, cuando, por ejemplo, nos piden un caramelo el día que nos habíamos puesto de acuerdo a renunciar a los dulces por Jesús. Cuando les explicamos que Él padeció y murió en la Cruz por nosotros, los niños escuchan, son mucho más sensibles de lo que pensamos.
Las verdaderas renuncias entre nosotros dos son cuando uno quiere tener razón a toda costa y el otro elige perder, renunciar a contradecir, venciendo su propio orgullo. Esto nos hace sentir mejor: ser libres para realizar un acto de voluntad que lleva al amor, un gesto de humildad que hace vencer la paz.
Maria Gracia y Gabriele
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