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Padre Andrea Gasparino

Padre, ¿Cómo nació la amistad entre usted y sor Elvira, y a su vez entre las respectivas comunidades que Dios generó a través de vuestro “si”?
Con sor Elvira no partimos de una verdadera y profunda amistad sino de una gran admiración recíproca. Me pareció desde el comienzo que sor Elvira había comenzado de la manera correcta, tirando abajo los muros de la mediocridad.

Usted siempre nos ha querido mucho, nos ha sostenido e iluminado en momentos especiales de nuestro camino. ¿Por qué todo este amor al Cenacolo?
En Madre Elvira he visto desde el principio que nuestra vida debía estar dispuesta  a la caridad y  que vivir en plenitud es vivir la vida de la fe. Recuerdo muy bien cómo era la casa de San Lorenzo, en Saluzzo: era una casa en ruinas cubierta de maleza y ustedes la transformaron en  un palacio y un jardín. Con ustedes pasó por  Saluzzo la potencia del Espíritu Santo.
Nuestra amistad con el paso de los años fue creciendo. Era tan genuina que no me impedía decir lo que fuera a sor Elvira, también cosas que la hacían sufrir bastante.

¿Tiene recuerdos especiales en su corazón cuando piensa a nuestro camino?
Sí, pienso que hay una fecha en la historia de nuestra amistad con el Cenacolo que fue el inicio de un cambio decisivo. Sor Elvira vino a consultarme con el primer grupo de colaboradores.
Recuerdo que en aquella habitación éramos cinco personas, el Señor nos había reunido para dar un cambio decisivo al Cenacolo.  Yo le dije unas palabras que decidieron el cambio definitivo del Cenacolo. A sor Elvira la separación de su Comunidad religiosa la hacía sufrir mucho.
Recuerdo que le dije: “Es necesario hacer un corte; sino el Cenácolo no parte.”
En esa  fecha  el Cenacolo inició el camino que Dios le había preparado. Nosotros teníamos nuestra misión en el campo de los pobres y de la caridad: eran los pobres del Tercer Mundo. Sor Elvira en cambio tenía por delante una misión toda nueva que la atrapó y la apasionó.

Nos recuerda con frecuencia que nuestras comunidades son hermanas. En estos años  muchísimos de nuestros jóvenes participaron en el  curso de Oración de ustedes. ¿Cómo ve esta amistad fraterna que une nuestras realidades?
Nuestra amistad se basó y creció  en la  oración. Luego, cuando se iniciaron nuestros cursos de las “Comunidades de Base” todos los mejores chicos del Cenacolo participaron. Era como una transfusión de nueva vida espiritual.

Los veinticinco años del Cenacolo desean ser un agradecimiento especial al Amor de Dios por todos los  milagros de estos años. ¿Hay alguna luz importante para el futuro?
¿Qué más querrá el Señor? Él nos lo dirá y nosotros lo seguiremos con total disponibilidad.
Que el Señor nos bendiga y nos haga cada vez más dóciles al Espíritu Santo, que anima nuestras dos Comunidades.

Padre, de parte de sor Elvira y de todos nosotros un GRACIAS infinito a usted y a toda su Comunidad por todo el amor que derraman sobre nosotros.

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