Nuestro camino en la Iglesia
El camino de una obra de Dios es seguido por la Iglesia que lo va reconociendo de a pequeños pasos, con un “hábito” a medida , según el crecimiento y desarrollo de la vida y del carisma de la obra.
Nuestro camino eclesial cumplió su primer paso en la Solemnidad de Pentecostés de 1998.
En aquella fecha la Comunidad Cenacolo a través de las manos del entonces Obispo de Saluzzo S.E.R. Mons. Diego Bona, fue reconocida como Asociación Privada de Fieles por un período de tres años “ad experimentum”. Después de muchos años de servicio a los jóvenes y de compartir la vida con ellos, ese día recibimos el reconocimiento eclesial: a partir de ese momento, la Comunidad ya era algo más que una buena obra de alguien sino pasó a ser parte de la Iglesia, manos y corazón de aquella Madre y maestra que sirve a la humanidad desde hace 2000 años y que anuncia al Resucitado.
Sucesivamente en Pentecostés del 2001 la Comunidad Cenacolo fue reconocida como Asociación Pública de Fieles por tres años, siempre “ad experimentum”.
Por el desarrollo y la estabilidad de la obra madurada con los años, el 8 de diciembre de 2005, en la Solemnidad de la Inmaculada, el actual Obispo de Saluzzo Saluzzo S.E.R. Mons. Giuseppe Guerrini aprobó definitivamente a la Comunidad Cenacolo como Asociación Pública de Fieles de derecho diocesano.
La génesis y el don precioso de este nuevo reconocimiento
Al extenderse la Comunidad Cenacolo también fuera del territorio diocesano y nacional, numerosos Obispos de varios lugares de Europa y del mundo solicitaron el inicio del camino de aprobación pontificia de la obra. Recién después de la participación de Madre Elvira Petrozzi, fundadora de la Comunidad, como oyente en el Sínodo de Obispos sobre la Eucaristía en octubre de 2005, donde testimonió el “milagro eucarístico” de la Resurrección de los jóvenes gracias a la Eucaristía celebrada y adorada en nuestras casas, percibimos que había llegado la “hora” de iniciar humildemente este camino para verificar si estaban dadas las condiciones para un reconocimiento de la Santa Sede.
Nos fue sugerido iniciar el recorrido como Asociación Internacional de Fieles en el Pontificio Consejo de los Laicos. Luego del parecer favorable de nuestro Obispo Diocesano, que plenamente apoyó y acompañó este camino, com3enzamos los primeros pasos.
Durante un tiempo se elaboraron los Estatutos según las indicaciones recibidas por los expertos que nos acompañaron en ese quehacer. Este “tiempo de trabajo” ha sido un “tiempo de gracia” porque las varias observaciones recibidas durante el camino nos han ayudado a ordenar con serenidad todo lo que el Espíritu Santo en su fantasía de amor, fue generando en estos años. Paso a paso descubrimos con claridad , gracias a la sabia guía de la mano de la Iglesia, nuestro “rostro”. El don precioso de este reconocimiento es el vínculo cada vez más fuerte que nos une con el Santo Padre, con el corazón universal de la Iglesia y con sus primeros colaboradores. Es entrar en puntas de pie, con nuestra pobreza, fragilidad y pequeñez en la grande misión universal de la Iglesia, Sierva y Madre de la humanidad, que lleva “el feliz anuncio a los pobres, la libertad a los prisioneros, a los afligidos la alegría”.
Somos aún más Iglesia, unidos al corazón del Papa, obra en Sus manos y a Su servicio, responsables por este don grandioso.
Las fechas “providenciales”
La comunicación de que los Estatutos habían sido aprobados por cinco años llegó en el mes de junio. El Pontificio Consejo de los Laicos indicó que es praxis común que el Decreto de reconocimiento lleve una fecha significativa para la Comunidad. Por eso elegimos el 16 de julio de 2009, memoria de la Virgen del Carmen, cumpleaños de la Comunidad. Es hermoso ver en este camino la tierna mano de la Virgen María que nos guía y nos acompaña: al finalizar el año “jubilar” del XXV° aniversario de la Comunidad Cenacolo, la Iglesia nos recibe en Su corazón universal y nos manda por las calles del mundo.
Es un nuevo comienzo, con una fuerza nueva, con una luz nueva, con un pertenecer nuevo que requiere mayor madurez, responsabilidad y esfuerzo, pero que también nos da muchísima alegría.
Novedad para el camino de “nuestras” hermanas consagradas
En el camino desarrollado por los Estatutos según las indicaciones propias del Pontificio Consejo de los Laicos, se ha delineado mejor el rostro de “nuestras” hermanas. El camino por ellas recorrido hasta ahora ha sido el de la vida religiosa, evidenciado por el hábito y el velo, marcado por los votos públicos emitidos en manos del Obispo. Hemos recibido la indicación que el camino de ellas, si bien originada por el mismo carisma, tiene una identidad particular que va regida por los cánones propios de la vida religiosa. Por lo tanto estamos preparando, de acuerdo con nuestro Obispo diocesano, un estatuto para una Asociación Pública de Fieles diocesana dirigida en el futuro a ser un Instituto de vida consagrada femenino.
Es hermoso ver como en este camino que Dios está haciendo con nosotros, camino verificado por la Iglesia, se han delineado diversas formas de vida y de pertenencia al carisma comunitario, donde cada uno puede encontrar su “sí” puesto al servicio del reino de Dios según la llamada recibida y según las expectativas del propio corazón.
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