PENTECOSTÉS Y LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO
“Reciban el Espíritu Santo” Jn 20,22
Cuando los jóvenes entran a la Comunidad a menudo están muy lejos de la vida de fe, entonces, cuando escuchan hablar del Espíritu Santo piensan en algo abstracto, extraño, lejano de nuestra vida.
La palabra “espíritu” a menudo evoca en ellos lugares y mundos misteriosos. Después, en el camino, descubren que el Espíritu Santo es el amigo fiel, el que no nos abandona más: ¡es la presencia viva de Jesús, Su amor que habita en nosotros!
Pentecostés, milagro vivo
Cuando en un reportaje le preguntaban a Madre Elvira porqué había elegido el nombre de Comunidad Cenacolo respondió: “Quería a toda costa alguno que se relacionara con la Virgen. Entonces nos preguntamos dónde encontramos a María en la Biblia y el lugar era el Cenacolo, con los Apóstoles, encerrados y muertos de miedo luego de la muerte de Jesús. Como los drogados de hoy: tímidos, con miedo, callados, tristes, con la muerte en el corazón. Pero rezan junto a María, llega el Espíritu Santo y se transforman en testigos valientes. Por eso la llamamos Comunidad Cenacolo.”
El milagro de Pentecostés está vivo y se renueva en nuestras casas: chicos y chicas se liberan de las cadenas de miedo del pasado y de heridas que cerraron sus corazones y son resucitados en la potencia del Espíritu Santo que los transforma en testimonios de esperanza. Ellos también aprenden “una lengua nueva” en el camino de fe de la Comunidad, que ya no es el lenguaje de la violencia y de la mentira, sino el del amor, el del perdón, de la bondad, de la paciencia…
Y este milagro, hoy como entonces, ocurre gracias a la oración cotidiana que la Comunidad vive junto a María, a quien familiarmente llamamos “Madre del Cenacolo”.
Reconocer la presencia del Espíritu Santo
En la historia de estos años de la Comunidad aprendimos a reconocer su presencia, el “timbre” de su voz.
En nuestra jornada, el Espíritu Santo es:
La Verdad: es el que ilumina y aclara con su luz de verdad nuestra conciencia, liberándola de la niebla del pecado y haciéndola capaz de “captar” su voz, de ver con claridad nuestra vida interior con una mirada sincera, que se hace arrepentimiento y misericordia.
Armonía y Paz: el Espíritu Santo entra en el mundo de nuestra historia, tan herida y confusa, tan caótica, desordenada y desorientada y le da orden y armonía, enseñándonos a ver y aceptar nuestro pasado con serenidad en una nueva luz. Él nos hace sentir finalmente en paz con nosotros mismos.
Providencia: Cuando ves que lo que ocurre es la respuesta a tus preguntas, a las necesidades materiales y espirituales de la vida de la Comunidad, cuando lo que parecía torcido se endereza a último momento; es Él que pasa y da vuelta las cosas en el bien, las transforma, las reordena, haciendo posible lo que sólo con nuestro esfuerzo humano sería imposible.
Paciencia: Cuando se nos pide que esperemos los tiempos de Dios con confianza, luego se da un momento favorable para poder hablar con un hermano, para entrar en el camino del perdón y de la reconciliación, para aclarar una situación, para realizar un bien que te ha nacido. A veces forzamos las situaciones con violencia generando tensiones y heridas, las queremos resolver rápido. El Espíritu Santo, con una paciencia llena de confianza, las hace madurar hacia resoluciones pacíficas, y nos pide que sepamos madurar en la fe el tiempo de la espera.
Confianza: Porque el Espíritu Santo está vivo y nos quiere vivos, despiertos, no dormidos en el camino de la fe. Él es la fantasía de Dios que siempre genera sorpresas lindas: los momentos inesperados, el cambio de planes, las cosas que no salen como uno las pensó… aunque en el momento no comprendamos el porqué, confiando y recibiendo con fe los eventos de la vida, a la larga vemos que Alguien los guió desde lo alto. El espíritu nos obliga a ser abiertos, a no encasillar a las personas y los proyectos en un esquema rígido y estrecho. Madre Elvira nos dice que en todo lo que programemos y decidamos dejemos una puerta abierta para Él, para que pueda confirmar, cambiar o hacer volar lo que habíamos decidido.
Asombro y Alegría: …al ver los cambios y las novedades que genera en la vida de esa hermana, del hermano, de mí mismo, en la vida de la Comunidad. Él genera el asombro y la alegría al que reconoce una presencia más grande que nosotros y que obra en nuestro mutuo vivir. El Espíritu Santo impulsa nuestra vida a un continuo movimiento, a un crecimiento cotidiano en el camino de la fe, abriendo nuevas puertas, nuevos caminos y nuevos horizontes, inesperados, fuera de todo cálculo.
¿¡Cuántas veces hemos visto este testimonio en la vida de la Comunidad: quién podría haber pensado, programado, calculado lo que fue y es nuestra historia en estos 25 años?!
Amistad: Cuando sientes que te ayuda a combatir el orgullo que surge dentro tuyo. Es Él quien te empuja haciendo gritar a tu conciencia, impulsándote a pedir perdón primero; es Él quien te da la fuerza de vivir el silencio, de callar frente a la provocación, haciéndote madurar una paz profunda mucho más fuerte que tus razones. Es Él quien te ilumina sobre lo vivido a través de la voz de los hermanos que te corrigen y te ayudan a crecer como hombre nuevo. Y Él te hace capaz de ayudar, de consolar, de animar el camino de quien tienes al lado poniendo en tu boca la palabra justa que toca su corazón.
Consejo: Es un amigo a quien le pedimos “buenos consejos” para no equivocarnos. Cuántas veces pidiendo “un rayo de Su Luz”, nos ilumina sobre las pequeñas y grandes decisiones que tenemos que tomar. Cuántas veces Él nos responde en las variadas situaciones de la vida.
Consolación: En los momentos duros, de cruz, de fatiga, de dolor ¡Él está para consolarnos! No nos saca el sufrimiento pero nos ayuda a llevarlo en la fe, revelándonos el sentido profundo de lo que estamos viviendo. Nos alienta para atravesar, para abrazar y dejarnos abrazar por la cruz, sin escaparle ni rechazarla. Con Él la cruz amarga se hace “dulce” porque es llevada de a dos, porque hay un después, está la consolación de saber que el resucitado venció por nosotros y vence en nosotros.
Ven Espíritu Santo
Estos son algunos ejemplos de cómo el Espíritu Santo opera en nuestra vida. Podríamos seguir hablando de Él muchas páginas, pero estamos seguros que en la historia de cada uno de ustedes está presente.
Contemplar su presencia nos infunde un alegre y confiado optimismo que nos abre los ojos para verlo vivo y actuando en nuestra vida cotidiana.
¡Ven Espíritu Santo, ven a nosotros por María!
La presencia viva del Espíritu Santo
Es bello sentir cuánta luz y fuerza recibimos al acoger al Espíritu Santo.
Mirando nuestro camino como familia, uno de los momentos más fuertes en los que se manifestó el Espíritu Santo, fue cuando recién nos casamos, como no quedaba embarazada, nos preguntamos qué quería de nosotros el Señor. La respuesta de Dios no se hizo esperar. El Espíritu Santo puso en nuestro corazón el deseo de adoptar dos niños “especiales”, Omar y Clara. A pesar del miedo inicial a decir que sí a algo más grande que nosotros y de las muchas dificultades que encontramos para llegar a nuestros hijos, nada nos hubiera detenido, ¡porque teníamos la certeza de que era Dios quien nos guiaba, nos sostenía y nos daba la fuerza para llegar hasta el final!
¡Vivir el matrimonio con Cristo es un desafío permanente que el Espíritu Santo nos hace vivir día a día, con la ayuda de María, su esposa, para que nuestro matrimonio renazca desde lo alto!
Simona y Daniele
Tú hablas en el silencio
Espíritu Santo, gracias porque viniste a mi encuentro. Ahora eres para mí el amor vivo y presente. Sé que puedo recurrir a ti para todo, aún para lo más pequeño de mi vida cotidiana: me haces más atenta en mi relación con los demás; eres el que me ayuda cuando tengo dificultades en el trabajo; cuando me falta la paz interior, eres la luz que me ilumina…Estás obrando en todo, y esto fue para mí un gran descubrimiento. Obras en el silencio y me asombra: todo lo que existe es obra tuya y lo haces sin un solo ruido.
Es un regalo precioso que he recibido en mi vida de consagrada: comprender qué importante es el silencio para poder escuchar.
Sor Rosangela
¡Está siempre un paso delante nuestro!
Después de la explosión de luz que fue la Pascua, ahora vivo con paz y alegría la espera de Pentecostés. Es una ocasión de reforzar mi voluntad, pidiéndole al Espíritu que me colme de fuerza y de bondad. Siempre rezo pidiendo el don de la Sabiduría para poder comprender en profundidad a las chicas de la fraternidad. Experimento cómo el Señor me ayuda en la vida cotidiana: cuando tengo que resolver un problema y se me presentan dudas y tengo necesidad de luz. . . recibo la respuesta siempre en el momento justo, es como un pensamiento que viene a mi mente mientras rezo el Rosario o a través de alguien que no sabe nada de mi problema pero que me dice algo que es la respuesta que buscaba.
¡Gracias a Dios, el Espíritu Santo siempre está un paso delante nuestro!
Nicky
La potencia del Espíritu Santo
Al año de estar en la Comunidad me hicieron una delicada intervención quirúrgica; durante la convalecencia, todos los días venía un chico de la Comunidad para cuidarme. Un día llegó un chico joven: justo a mí me estaba costando mucho soportar el dolor. En ese momento sentí que tenía que poner en práctica la Comunidad y comencé a hablarle. Mientas le hablaba me di cuenta de que me estaba compartiendo yo mismo, y empecé a ver las cosas bajo otro aspecto. El ser positivo para él me estaba cambiando a mí: en ese momento no era yo el que hablaba sino el Espíritu Santo que actuaba porque dentro mío algo estaba cambiando. En ese momento de cruz descubrí la potencia del Espíritu Santo, que hasta hoy sigue actuando con fuerza en mi vida.
Miguel (Michele)
Sentir su voz
Gracias a la Comunidad tuve la fortuna de conocer y experimentar la acción del Espíritu Santo, tal como le sucedió a los Apóstoles hace dos mil años reunidos en oración en el Cenáculo con María. Sentí muy fuerte su voz cuando estuve en las misiones, donde el Espíritu Santo soplaba en la vida de los niños abandonados y sufrientes, pero muy cerca de Dios y muy amados por Él justamente por eso. Ellos fueron el instrumento a través del cual el Espíritu Santo actuaba, ya sea para corregir mis pobrezas o para mostrarme su amor.
Roberto
Abandonarse con confianza
La Comunidad nos enseña a vivir plenamente el momento presente, a no crear muchos proyectos sino a ser dóciles para aceptar lo que el Señor nos pide hoy. No siempre es fácil vivir este confiado abandono en el Espíritu Santo, pero el vivirlo serena la vida. A menudo tengo fuertes reacciones interiores cuando durante la jornada aparece algún imprevisto, pero cuando veo cómo salen las cosas reconozco que no había programado la presencia del Señor .
Este caminar fiel y silencioso del Señor a mi lado me ayuda a vivir la fe en lo concreto y siempre activo. Su fidelidad es un don gratuito y rico que me hace experimentar su amistad.
Le agradezco al Señor por cada vez que el Espíritu pasa por mis programas, mostrándome la dirección que me conviene.
Michael
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