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El Via Crucis

En el tiempo de Cuaresma, cada viernes rezamos el Via Crucis para prepararnos para entrar en el misterio del Viernes Santo reviviendo la Pasión de Jesús. Al comenzar, humildemente nos reconocemos pecadoras delante de Dios y de las hermanas lo que nos da la oportunidad de pedirnos disculpas y reforzar la unidad entre nosotras.

Rezando el Via Crucis descubrí la belleza del espíritu está en  recordar cada día la Pasión de nuestro Señor, escucharla, vivirla, unirnos al dolor y al amor que Él vivió  por mí, por toda la humanidad.

Ese amor vence todo, salva al mundo con su misericordia: pecadores públicos, niños, enfermos, viejos, jóvenes. . .¡nadie más queda excluido!

También comprendí que el Via Crucis cotidiano está en aceptar mis defectos,  el orgullo, el egoísmo, el rencor y  la rabia, abrazar mi cruz, perdonarme y confiar en las hermanas, reconociendo en sus miradas el rostro de Jesús que me da confianza y esperanza. El Via Crucis toca lo más íntimo de nuestro espíritu, conmueve el corazón y nos impulsa al encuentro con Jesús, el Crucificado y Resucitado.

                                                                                       Natasha

 

 

Pequeños sacrificios

            Durante la Cuaresma nosotros, los niños, elegimos hacer pequeños sacrificios. El año pasado renuncié a comer dulces durante cuarenta días, y me gustó, especialmente porque después los pude volver a comer. En este tiempo, con las tías dibujamos y coloreamos el Via Crucis. Comprendí mejor la Cuaresma gracias a un libro que me mandó mi abuela donde lo explica. Me cuesta no decir el “Aleluya” en la Misa porque me gusta mucho cantarlo.

Cuando termina la Cuaresma soy feliz porque Jesús está de nuevo vivo en medio de nosotros.

                                                                                                  Jessica

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