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Proyecto Misiones

BRASIL – JAÚ

CADA VEZ MÁS APRETADOS, PERO TAMBIÉN MÁS FELICES

En  esta lejana  lejana casa de Jaú cada día se repite lo que pasa en cada  Fraternidad de nuestra gran familia del Cenacolo, el milagro de la resurrección de vidas que parecían perdidas para siempre en las tinieblas del alcohol y de la droga. El corazón grande y misericordioso de Jesús decidió, hace ocho años, gracias a la oración y a la ayuda de algunos amigos, que naciera en el interior del estado de San Pablo una Comunidad del Cenacolo para responder a la exigencia de muchas familias tocadas en lo más íntimo por la desesperación de un hijo drogado o un pariente alocholizado. Ocho años pasaron y en esta casa bendita de Dios y sostenida por la dulce protección de María, muchos jóvenes reencontraron la fe, la libertad, la dignidad y la alegría de vivir. Muchas cosas cambiaron desde entonces y lo que era una pequeña semilla lentamente creció y comenzó a dar frutos buenos y cada vez más numerosos. En este momento en nuestra Fraternidad “Fazenda San Francisco de Asís” vivimos más de cuarenta, y es hermoso ser muchos, unidos en la oración, en el trabajo, y en las dificultades. La vida a veces no es fácil, cada día hay nuevos  problemas a resolver y proyectos para sacar adelante, y cada vez nos sorprendemos al ver  qué  grande  es  el Amor de Dios que se preocupa por cada uno de nosotros, sana nuestras heridas más profundas, abre nuestro corazón al amor y hace florecer esperanzas olvidadas.
Ésta  Fraternidad  es un poco particular,  ya que  viven juntos adolescentes –en este momento una decena- y personas de una cierta edad, y donde es muy importante “usar el corazón” para encontrar soluciones, a través de la oración vivida concretamente en la confianza en Dios, que da luz a nuestras elecciones. Los dormitorios en casa estás todos super llenos y dentro de poco, con mucha fe, comenzaremos la construcción de una nueva casa que ya imaginamos lindísima porque la Providencia de Dios siempre nos sorprende, como cuando, sólo confiando en Él, comenzamos los trabajos del nuevo comedor y del nuevo campo de fútbol. Providencia que se hace presente a través de los amigos, aquellos que desde el principio estuvieron a nuestro lado y que continúan ayudándonos fielmente. Hace algunos meses nos habíamos quedado sin leche, pero después alguno nos mandó las vacas que necesitábamos. La Providencia es tangible también a través de nuestro trabajo, las capacidades y los dones particulares que Dios dio a cada uno de nosotros. Dones diferentes que usados para el bien común se convierten en bendiciones para todos.
Muchos conocen nuestra Fraternidad por el café; este año plantamos otras tres mil plantas y lentamente nos estamos haciendo un poco más expertos en este cultivo. Plantamos también muchas más chauchas que el año pasado viendo el buen resultado de esta cosecha, que nos harán casi autosuficientes en este ingrediente fundamental de la alimentación brasilera, así como somos más que autosuficientes con las verduras de la huerta. Por primera vez sembramos una buena cantidad de arroz y, si la estación de la lluvia no trae sorpresas, tendremos algunos quintales de arroz de nuestra producción. Estamos evaluando seriamente la posibilidad de irrigar una o dos hectáreas para tener una producción de arroz no dependiente de las condiciones climáticas y para hacer fructificar la tierra que tenemos, don éste también de la Providencia de Dios. En este último período la casa comienza a preparar la representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor, que presentaremos en proximidad de la Pascua a las familias y a los amigos. Es hermoso ver a todos esforzándose por dar lo mejor de sí. Una representación sacra que nos ayuda a sentir la Palabra viva, ayudando mucho a la espiritualidad de la casa.
Uno de los grandes problemas de nuestra fraternidad es la falta de la presencia constante de un sacerdote, pero nuestra oración de a poco es escuchada. Tenemos ahora la presencia periódica de varios Diáconos y de algunos Padres, además de una hora de catequesis semanal para conocer y profundizar los fundamentos de nuestra fe. Las lecciones son casi siempre enriquecidas por alguna preyección o representación de la Sagrada Escritura. Actualmente hay una decena de chicos que están haciendo los coloquios para entrar, y algunos están ya viviendo las jornadas de prueba en Comunidad.
En espera de la nueva casa, nos apretaremos, haremos lugar, estaremos un poco menos cómodos pero en compensación ¡qué alegría grande para el corazón ver  esos ojos que estaban apagados, llenos de rabia y de deseperación, volver a brillar luminosos de vida, gritando a todos su felicidad reencontrada!

Me llamos Juan, tengo 35 años y vengo de Perú.
Estoy hace 16 meses en Comunidad. Antes mi vida no tenía más sentido y no tenía más ganas de vivir, a pesar de que tenía una formación profesional, dos hermosas hijas y mi familia unida en la comunión con Dios. Viví una gran depresión a causa de dieciseis años de vida equivocada: creo que fue la mano de Dios que me trajo aquí. Después de haber vivido algunas dificultades que luego se manifestaron como oportunidad de crecimiento, alcancé a mirarme dentro y a aceptar que tenía necesidad de Dios. Le agradezco por todo lo que está sucediendo de bello en mi vida, y agradezco también a Madre Elvira por esta obra maravillosa. Mi vida está cambiando y quiero restituir el amor que la Comunidad me dio tratando de superar todo con serenidad y madurez, poniendo en práctica la Palabra de Dios cada día.
Hoy reconozco la gran misericordia de Dios que a través de la Comunidad me sacó de las tinieblas, haciendo lo imposible para que yo reconstruya una vida nueva en la Luz verdadera.

Me llamo Marcelo, tengo 40 años y estoy en Comunidad desde hace dos. Estoy contento por todo lo que está sucediendo en mi vida en este período. Soy papá de cuatro hijos y pensaba  que había  perdido  la unión con ellos y con mi familia. Entré en Comunidad  destruido. La primera vez que vine fue en el año 2005, y después de siete meses me fui. En mi vida sufrí mucho , a los 18 años ya era dependiente de cocaína y pensaba que con la droga  podía hacer todo . Ahora con más madurez, y con la ayuda de la Comunidad estoy avanzando en mi camino. Pude entender y aceptar que sin Jesús en mi vida estoy vacío, no soy nada, no puedo hacer nada, y desde el momento en que acepté mi fracaso, todo cambió. Perdoné y fui perdonado por mis hijos y por mi familia, y también por mi ex esposa. ¡Todo es distinto! Ahora sólo me queda agradecer a Jesús, a María y a la Comunidad por toda la renovación que llegó a mi vida.

Me llamo Diego y tengo 21 años, soy brasilero y desde hace tres años vivo en la gran familia del Cenacolo. Vengo de una familia humilde pero rica en la fe. De pequeño viví con mi abuela. Después crecí con mis tíos que usaban droga. Yo los veía fuertes. Dejé la escuela y busqué falsas amistades, comenzando a fumar, a beber y a drogarme. Esto me hacía sentir fuerte, reflejándome siempre en los tíos. A la edad de trece años conocí a mi madre: para mí era difícil aceptarla y ésta era una herida que me hacía mucho mal. Fui a vivir con ella y con mi padrastro al que rechazaba. Comencé a tener problemas con la ley. En la cárcel me di cuenta que ésta no era la vida que deseaba pero no tenía más fuerza para luchar. Del tribunal me mandaron a esta Comunidad donde encontré amistades verdaderas y comencé a ver cambios dentro de mí.
Gracias a Dios y a María todo lo que sucedió es mucho mejor de lo que yo podía iamginar o esperar.
¡Hoy vivo feliz en Comunidad y encontré el sentido de mi vida!

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