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Santa Eulalia

¡Queridísimos todos!

Soy Antonia y quería de corazón agradecerles  porque sé que siempre se acuerdan de nosotros en la oración. Lo sentimos y los extrañamos. Aquí los días son extra-plenos, se corre siempre, ya desde la mañana temprano, pensando en éstos, nuestros hijos confiados por el Señor. Este año es el tercer aniversario de nuestra llegada  a esta tierra del Perú y con todo el corazón agradezco a los misioneros que nos precedieron porque siento que hoy nosotros podemos recoger sus frutos y continuar sembrando.

Somos pocos, pero sentimos cada gesto de amor y de caridad como el don más grande. Es lindo sobretodo pensar que, de este modo, te acercas mucho a Jesús y aprendes todavía más a encomendarte a Él.

Aquí no tenemos muchas Misas, catequesis, retiros, desiertos… la providencia espiritual más grande es el Santísimo, la Palabra de Dios y el amor fraterno que hay entre nosotros.

Para mí, que viví todo mi camino espiritual cerca de ustedes, a veces es difícil combatir  la nostalgia. Son mi familia y los extraño. A menudo en la adoración revivo los momentos de alegría y de sufrimiento pasados junto a ustedes y los encomiendo a nuestra Madre María.

También es verdad, sin embargo, que no me detengo sobre mi sufrimiento , sino que soy bien consciente de cuán generoso  es el Señor y que está agrandando mi familia y también mi corazón. La fe es un don grande y hermoso que Dios nos hizo y me maravillo cada día, como la primera vez, de las sorpresas que nos tiene.

Por ahora estamos en espera de  los nuevos misioneros, los necesitamos porque los niños son cada vez  más.

En total, en las tres casas en las que acogemos, somos casi setenta. Somos muchos y caminamos hacia Él, es Él la meta que nos une, que nos hace amigos.

Los saludo con un abrazo fuerte y con una sonrisa

                                                                                   Antonia de Croacia

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