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Madre Elvira

Estoy feliz, muy feliz de haber nacido, ¡soy feliz! Los aplausos tendrían que ser  para mi madre que no se ha detenido en el segundo, tercero, cuarto ni quinto embarazo: ¡no se detuvo  hasta  que  llegué yo! Estoy muy feliz y quiero agradecer en primer lugar, a mis  padres  porque me han enseñado a salir de mi egoísmo, a mirar a quienes estaban a mi alrededor y tenían necesidad de mí.
En aquel tiempo, cuando era niña,  mi padre  tenía  necesidad de mí, me mandaba  a comprarle   cigarrillos y a veces un poco de vino.  Yo no entendìa... sin embargo,  esta ha sido una gran escuela, la escuela del sacrificio, la escuela del dolor. Y aunque  mientas crecía esto parecía negativo  y humillante,  finalmente  entendí que el Señor trasforma verdaderamente las lágrimas en gozo, el miedo en coraje, la debilidad en fuerza, la tristeza en  alegría....  Así que, gracias a mi papá,  que no tuvo miedo de mandar a su  “niña”, aunque  tuviera  frío, miedo....gracias a él y a Dios,  hoy todo se  dio vuelta y nosotros hacemos  fiesta a la vida, porque la vida es Dios.  Él es la fuente de la vida, Él es la vida para siempre, Él es la fiesta  de  la vida.
 Les agradezco  a todos  esta  hermosa sorpresa...todas estas velas... ha sido hermoso porque pude  profundizar y  sentir lo que era, lo que soy: rica pero pobre.   ¡Soy todo pero yo  sé  que  no soy nada! ¡Pero se está tan bien, se está muy  bien! Agradezco al Señor por lo que ha  realizado  a través mío. Le agradezco con fuerza, con entusiasmo, con fidelidad, con la fe que  he reencontrado para conmover el corazón de Dios.  ¡El Señor  hace  milagros,  cumple promesas! Solo necesita una migaja de fe...  además  la fe... es el mismo Jesús,  a quien  he encontrado, que me ha abrazado, que ha sido misericordioso conmigo, muchas,  muchas veces!

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