Homilía de Mons. Giuseppe Guerrini – OBISPO DE SALUZZO La Comunidad de los seguidores del Señor es una comunidad enviada, mandada, misionera. Nosotros estamos aquí para celebrar la “Fiesta de la Vida” porque aquellos doce han comenzado a anunciar, a comunicar la experiencia extraordinaria que habían hecho, el encuentro con Dios que ellos testimonian nos da los elementos para este encuentro, elementos que encerramos en cuatro palabras. En la base debe haber una experiencia fuerte, como la de Amós. Hemos profesión, yo no hago esto para ganarme el pan, el Señor me ha tomado de entre el rebaño y me ha dicho “ve y profetiza a mi pueblo Israel”. Debe existir un encuentro en la vida concreta: mis preguntas, mi situación de dificultad, mis esperanzas, mis sueños, aquello en lo que yo creo, aquello que espero… el encuentro entre mi vida y Su palabra concreta, un encuentro que percibimos como iluminación, resolutivo, sanador.- Entonces la PRIMERA PALABRA ES: “FE”, ese encuentro personal no es automático. Precisamente la página anterior del Evangelio, que hemos escuchado el domingo pasado, nos presenta un encuentro que en ese caso es un tomar distancia. Jesús va a su pueblo, está entre su gente, entre sus conciudadanos y éstos se preguntan “¿De dónde saca todo esto?¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.” Puedo ver en Él al Salvador, al que me cura, al que responde a mis esperanzas, pero también puedo pasar a su lado sin conmoverme en lo más mínimo. La base está por lo tanto en la fe: “Creo, me convence, creo en Él…” Y miren a Pedro: “Señor, ¿a dónde iremos? Tu solo tienes palabras de vida eterna”. Todos los que estamos aquí, de un modo u otro hemos hecho esa experiencia, hemos dicho “acá estoy”, pruebo, me convence, creo en esto”. LA SEGUNDA PALABRA ES: “POBREZA” El testimonio de este encuentro no está basado en la organización, no está basado en el poder: “Jesús les dijo que no llevaran nada para su viaje.” Pero, ¿cómo nada? ¿Ni siquiera aquello que parece necesario? ¿El pan, un poco de agua, un poco de dinero? No, no llevaron nada para el viaje.” El domingo pasado hemos escuchado la Segunda Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios que dice: “Te basta mi gracia”. La pobreza para nosotros no es renunciar por renunciar, no nos dan asco las cosas bellas, pero es un ir hacia lo esencial, un buscar lo esencial, la sobriedad porque es Él el que cura, es Él el que te abre la esperanza, el que te abre el corazón al Amor, es Él el que responde a tu pregunta sobre el sentido de la vida. ¿Y el resto? Sí, el resto también es una respuesta, pero pequeña, inadecuada, siempre insuficiente. LA TERCERA PALABRA ES “ COMUNIDAD”. La fidelidad a Dios tiene siempre esta dimensión :”Los mandó de dos en dos “, como para decir que no era la iniciativa de uno solo, sino que hay siempre una dimensión de comunión, de compartir, de hermandad…Comunidad Cenacolo, quiere decir poner juntos una experiencia, un camino, una esperanza, una meta, poner juntos la fe, un estilo de vida. Comunidad: no estamos nunca solos, no somos nunca unos exploradores solitarios. Creemos en esta realidad de compartir donde no sólo está el compartir, el caminar juntos, el sostenerse unos a otros, sino que sobretodo está la presencia del Señor. Por lo tanto nuestra experiencia de comunidad es siempre una experiencia de Iglesia, de convocatoria. Estamos aquí llamados por el Señor, está esta experiencia de estar juntos y de ser todos portadores de este encuentro, de este estilo, de esta convicción, de esta esperanza.- LA CUARTA PALABRA: VIDA, que nos llega con las lecturas de hoy, en particular la Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios que es una especie de himno, un canto, es una cascada de palabras. Esta página de la Palabra de Dios debemos leerla y releerla porque habla de la belleza de nuestra fe, dice las razones de nuestra esperanza de nuestra alegría, habla del sentido profundo de la palabra vida. Es la “Fiesta de la Vida” porque El Padre de Nuestro Señor Jesucristo nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales. Bendecidos no quiere decir una señal, una fórmula de augurio: bendecidos es “Decir bien, bien decir, decir el bien”. Es Dios quien dice el bien, es Dios quien da el bien, es Dios quien quiere el bien. Y el bien es la vida, el bien es la belleza, el bien es la alegría, el bien es la armonía. Continúa San Pablo: “ Y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo,….nos predestinó a ser sus hijos adoptivos,….según la riqueza de su gracia que derramó sobre nosotros, dándonos toda sabiduría y entendimiento.” Parece que a San Pablo le faltan las palabras y entonces busca imágenes que hablan de riqueza, de lo positivo de la vida, de sabiduría e inteligencia. Agrega “…la intensión de reunir todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo.” Es en Él que el mundo encuentra armonía, es en Él que la sed, el hambre de vida que llevamos dentro encuentra respuesta. Entonces es Él la respuesta, es Él la fuente de la Vida, es El Salvador y nos lo anuncia San Pablo en la conclusión , …”Los que escucharon la Palabra de la verdad y creyeron en ella también han sido marcados con un sello por el Espíritu Santo prometido que es el anticipo de nuestra herencia.” San Pablo nos quiere decir con todas estas bellas palabras que no son fábulas, no son modos de decir, no son augurios de circunstancias, sino que es un anticipo y nosotros estamos celebrando este anticipo. Es verdad que no lo vemos todavía cara a cara, es verdad que caminamos todavía en el cansancio, en la niebla, es verdad que somos desconfiados cada día en nuestro andar , pero tenemos este anticipo de nuestra herencia, esta certeza de la completa redención de nuestra vida. Celebramos la “Fiesta de la vida” precisamente para expresar esta certeza: Dios es el Dios de la vida, es el Dios del amor, es el Dios del don. La esperanza puesta en El, es una esperanza bien colocada. Por eso celebramos la Eucaristía, precisamente como anticipo de estos cielos nuevos y mundos nuevos, de esta plenitud de vida como paso, como un moverse en esta dirección. Precisamente porque Él es nuestro punto de referencia el lema de esta “Fiesta de la vida”, “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”, no es un modo de decir, es la realidad, porque la vemos en Él, en el Señor Jesús, porque la celebramos en la Eucaristía, porque aunque con fatiga buscamos vivirla día a día.- Él es nuestro Maestro, Él es nuestro Salvador, Él es la Luz del mundo Cuando lo miramos a Él y luego a nosotros, como los doce podemos comunicarles a los demás: la última palabra no la tiene la muerte sino la vida, la última palabra no es la sombra sino la luz, la última palabra no es la división, el odio, sino el amor. Que esta Eucaristía con la que concluyen estos días de fiesta nos ayude para que este camino, sea de verdad un anticipo de este encuentro y de esta alegría.
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