Testimonio de Irena y Matteo Un saludo para todos, me llamo Irena y soy de Mostar, que queda a media hora de Medjugorje. Estoy feliz de estar aquí por primera vez en el Festival de los Jóvenes. Antes de entrar en la Comunidad para mí era estúpido venir aquí porque se reza y yo no creía en nada ni en nadie. Soy una ex drogadicta, cuando era niña no tuve una mano fuerte en mi familia para que me guiase. Tenía los ojos y los oídos cerrados, no escuchaba a nadie. Yo sólo buscaba la “libertad”. Tenía muchos dones, era inteligente pero no sabía qué hacer de mi vida. Comencé a llamar la atención en clase: riéndome de cualquier cosa y siempre en el último banco, ese fue el comienzo hasta que encontré la droga. Quiero decirles a todos los jóvenes que la droga no es el problema. En la Comunidad descubrí que la droga no era mi problema. Todo comenzó mucho antes y la droga fue mi último recurso. Tenía muchos motivos para hacer cosas equivocadas, principalmente la guerra. Había motivos válidos pero yo sé que no era por esto. Desde pequeña era triste, pensaba que la alegría no existía y estaba convencida de que había nacido para estar triste. Cierta vez, los padres de unos jóvenes de la Comunidad les dijeron a mis padres que yo me drogaba. Yo contesté que era mentira, que estaban celosos porque yo tenía mucho dinero. Hoy agradezco a mis padres que hayan creído y que me hayan encerrado en casa para prepararme para entrar en la Comunidad. En ese momento los que me ayudaron fueron los chicos de la Comunidad de Medjugorje porque aún no estaba la casa de las chicas. Fueron momentos muy difíciles, de carencia, de infierno. Antes yo salía de noche y dormía de día, tenía mucha pereza y no terminaba nada de lo que comenzaba hasta que me di cuenta de que debía pedir ayuda, fue un paso muy importante cuando dije: “No puedo más, por favor, ayúdenme”. Recuerdo que no quería entrar en la Comunidad Cenáculo porque era la peor, no se fuma, no hay evasión posible. Al principio fue todo muy extraño, me parecía que yo era la única drogadicta, los otros reían, cantaban. No quería tomar la tisana después de la Cena porque pensaba que le colocaban algo para reír. A mí no me interesaba nada y tenía rabia con Dios. El primer gesto de amor concreto que pude ver fue “mi ángel custodio” una chica que estaba conmigo día y noche, sobre quien descargaba toda la rabia de mi vida. También sentí el amor concreto de las demás chicas y de Madre Elvira. Todo me parecía falso y dudoso, también el hecho de que no se pagara nada; justo a mí que estaba acostumbrada a que todo debía pagarse, era extraño que nadie me pidiera nada. Tuve necesidad de esta lucha interior para entender que Dios existe. Llegó el momento en que quería salir de la Comunidad porque consideraba que ya había realizado mi camino. La Comunidad me ha enseñado muchos valores de la vida que no conocía, en primer lugar lo que significa ser mujer. Me quedaron grabadas las palabras que me dijo sor Elvira y comprendí que todo lo que decía era verdad: “Que la mujer guía a la familia, que no puede ser depresiva, aburrida, no puede estar en contra de la vida y siempre debe dar la vida, para esto hemos sido hechas.” Así es que me quedé más tiempo en la Comunidad y quiero decirles a todas las chicas que es verdad que la mujer tiene esa fuerza, un amor que no se vende como yo me vendía, que no se desprecia como yo lo hacía, porque no creía, no sabía. Luego de varios años en la Comunidad un chico amigo se enamoró de mí , le dije: “Pero, ¿cómo te puedes enamorar de mí? Eres italiano, nunca te has drogado y yo soy de la Herzegovina, drogadicta… esto no pega.”. Gracias a Dios todavía no había salido de la Comunidad porque todavía no sabía nada de lo que era una familia y de lo que Dios quería para mí. No somos las mujeres las que debemos buscar un hombre, como yo pensaba antes de la Comunidad y siempre me equivocaba. Gracias a Sor Elvira que muchas veces me ha hecho notar que tenía que aprender a esperar, a estar en mi lugar, hoy puedo recoger los frutos. Desde ese momento experimenté una especial gracia de Dios y le dije : “Ahora es tu momento porque yo tengo demasiadas heridas y no tengo confianza…cuando venga el hombre de mi vida me lo debes hacer entender”. Este chico amigo mío (Matteo) ha perseverado y nos casamos en la Comunidad. Yo era una “mujer estéril” física y psíquicamente, hoy tenemos una niña y esperamos el segundo hijo. No tenemos ningún proyecto para el futuro, es extraño decirlo pero nuestro proyecto es vivir en la Comunidad, aprendiendo lo que la Comunidad nos enseña porque cada día vivimos algo nuevo sobre la familia cristiana que no habíamos entendido. Nosotros permanecemos en este camino porque la Comunidad es la Vida. Quisiera decirles a ustedes, chicas, que han tenido problemas, que han abortado, que son heridas profundas que necesitan sanar y que se las deben dar a Dios. La esperanza existe, aquellos niños no están muertos, esos niños deben ser entregados a Jesús porque no está todo terminado. ¡Muchas gracias a todos!
Hola a todos! Nunca hubiese imaginado estar hoy aquí para hablarles a ustedes, jóvenes. Muchos años estuve allí, en esos bancos, como ustedes. La primera vez que vine a Medjugorje, hace veinte años, no hubiese tenido el coraje de estar en el escenario y hoy tampoco si no me hubiese sentido amado por Dios. Agradezco a la Virgen que me ha llamado a Medjugorje para que luego de unos años encontrara a la Comunidad Cenáculo. Era un periodo de mi vida en que buscaba ayuda y no podía encontrar la paz, no quería sentir el amor de Dios, tenía como miedo de Dios, miedo del amor. En la Comunidad encontré a sor Elvira que me ayudó a conocer el amor de Dios, que me ama siempre: cuando soy malo y cuando soy bueno, todos los días me da la posibilidad de recomenzar luego de mis caídas. Agradezco de corazón el poder vivir hoy en la Comunidad con mi familia para poder dar a nuestros hijos un amor genuino, sincero. Dios nos ama, podemos venir muchas veces a Medjugorje ¡pero basta sólo una para sentir que De Dios nos ama y que nos cambia la vida ! Gracias.
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