Jueves 13 de julio
LA BIENVENIDA DE MADRE ELVIRA
Les doy la bienvenida sobre la “Colina de de la Paz”, que también la podemos llamar “de los milagros”. Hasta nosotros nos maravillamos continuamente por lo que sucede en nuestra casa: hemos creído en el Amor que Dios nos tiene y continuamos creyendo porque solo el Amor puede transformar el corazón, la mente y la vida de cada persona. Hay en nosotros una vida escondida que a veces rechazamos, haciendo resistencia: de tal manera que no se puede manifestar el fruto de una existencia aceptada y vivida con amor y por amor. Nuestro Dios es Amor, pero para entender este Amor y entrar con confianza ilimitada debemos dejar de “esperar a ser amados” y hacer nosotros pequeños actos de amor. Las resistencias se vencen cuando descubres que tienes un corazón que late por los demás, una vida que se entrega en total gratuidad, un amor transparente y virginal. Nosotros no debemos esperar nada porque ya tenemos todo: hemos encontrado y aceptado el Amor. Todos nosotros hemos nacido por Amor, en el Amor y para vivir el Amor. ¿Por qué las personas que amamos se salvan? Pongo como ejemplo a aquellos maridos que son “dejados” por la esposa porque la han traicionado… ¡Una verdadera mujer se siente esposa aunque el marido tenga una amante! Y no lo deja sino que permanece en su lugar: su amor, su confianza en él, su dignidad de mujer, la vuelven capaz de perseverar, de seguir lavando las camisas, de planchar, preparar la cena… Siempre digo a nuestras chicas - esposas que si el marido lleva repetidamente a cenar una misma colega de trabajo, la deben recibir, invitarla y preparar la cena para tres. El marido con el tiempo dejará la amante y regresará con ella, porque ella la ha superado en el Amor. Es el Amor que responde a los deseos verdaderos y profundos del otro. Nosotros debemos amar y bendecir también a aquellos que nos hacen mal y rezar por ellos. A veces es difícil amar enseguida, el truco es que apenas esa persona nos viene a la mente debemos decir: ¡“Dios te bendiga”! Digámoslo aunque sintamos todavía la rabia, especialmente al comienzo, de manera que cuando encontremos aquella persona, en el corazón repitamos: “Dios te bendiga, te conceda todas las gracias que pidas, todos tus deseos sean cumplidos…” el Señor se conmueve por nuestro deseo de amar… ¡y cambia al otro! Estoy contenta de la presencia aquí de todos ustedes y una vez más seremos testimonios de milagros. El Señor quiere derramar tantas gracias sobre nosotros, quiere darnos la unidad y la capacidad de perdonar. No se puede estar en paz si no tenemos el corazón sereno. Cuando deseamos la paz, busquémosla en nosotros y saquemos aquel obstáculo que frena la paz, que se llama rencor: pongamos nuestra voluntad para querer perdonar. Vivamos bien estos días. Pidamos al Señor que nos colme con Su paz, que la conceda a cada una de las personas que vendrán a esta colina bendita y a todas las familias, porque los niños y los adolescentes necesitan vivir en la paz. Nosotros los ayudaremos a rezar bien, para que estos días estén llenos de bendiciones.
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