“Para mí la vocación del Cenacolo es la de desarrollar los verbos que hablan de “encuentro”: conocer, entender, aceptar, ayudar, sostener, apreciar, abrazar, besar, querer… Llegamos hasta aquí para sentir la ternura de Dios, para hacer experiencia directa del amor visceral de Dios, y partimos de aquí con este deber: decirle a todos que este amor de Dios que celebramos es cierto. No es una manera de decir, porque aquí lo vemos, lo experimentamos, lo tocamos.” S.E.R. Mons. Giuseppe Guerrini
Catequesis de Padre Pierino Ghi Voy a comenzar con un cuentito: cuando el buen Dios creó el universo, también creó los pájaros, pero no les había dado color. Entonces el Señor pensó en remediarlo, tomó una paleta –porque también es pintor- esparció bien los colores y luego fue llamando a los pájaros de a uno y los fue pintando. Al final viene un pajarito pequeño, pequeño y el Padre le dice: pobrecito, no tengo más colores, vas a tener que volar siempre de color gris. Los hijos le preguntaban: “¡Por qué , papá, no tenemos color?” y él, un poco triste, no sabía qué decir. Un día el pajarito ve mucha confusión sobre un monte, caballos que corrían, hombres con espadas…., y luego ve un hombre crucificado: “Oh -dice- está sangrando, y con una corona de espinas. Voy a ir a sacarle una espina.” Se posó en un brazo de la cruz y alcanzó la corona de espinas y con su pico arrancó una espina y luego, rápido, rápido escapó. Pero los otros pajaritos, sus hijos, lo miraron bien y le dijeron: “Estas todo rojo, tienes el pecho rojo.” Así es cómo se llamó petirrojo. Esta mañana, a las seis, cuando me desperté y me preparé para venir estaba un poco nervioso pensando de qué les hablaría, porque con el lema “La Misericordia y la Verdad se encontrarán, la justicia y la paz se abrazarán.”, no es fácil . Además, ya habló el Cardenal Schönborn, ¿qué puedo agregar yo? Días atrás yo había elegido otro lema: “La alianza de los corazones de Jesús y de María.” Quizá porque me vino esto en mente me preguntaba esta mañana cómo los juntaría. Pero entro y me veo la Virgen de Fátima: justo yo quería comenzar hablando de la Virgen de Fátima y Ella ya me esperaba. Ahora quiero decirles cómo el Ángel preparó a los pastorcitos de Fátima: Francisco, Lucía y Jacinta. Les enseñó una oración:: “Dios mío, creo, adoro, espero y te amo; te pido perdón por todos aquellos que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.” Les dice que recen así y que los corazones de Jesús y de María estarán atentos a sus súplicas. En la segunda aparición los pastorcitos estaban jugando, en el borde de un pozo cerca de la casa y el Ángel les dice: “¿Qué hacen? Recen mucho, los Sacratísimos Corazones de Jesús y de María tienen designios de Misericordia sobre ustedes.” Así viene el lema: la misericordia y la verdad se encontrarán. El Señor tiene sobre cada uno de ustedes un proyecto de misericordia y de verdad. En la tercera aparición el Ángel les enseña a los pastorcitos la oración a la Santísima Trinidad: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, los adoro profundamente y les ofrezco el preciosísimo cuerpo y sangre, alma y divinidad de Jesús, presente en todos los tabernáculos del mundo; por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de María les pido la conversión de los pecadores.” Como se ve , el Ángel menciona tres veces los Corazones de Jesús y de María, porque sólo a través de ellos es posible arrancar de nuestro corazón la mentira, la injusticia, y llenar de misericordia nuestro corazón para entregar paz. El Señor nos llama a todos a este camino de limpieza interior.
Detengámonos en el corazón de María, ya que la Providencia divina la trajo aquí con nosotros: créanme, la presencia de Maria es profética y tiene un mensaje para cada uno de nosotros.
Hace más o menos veinticinco años fui a Fátima con un amigo, su esposa y otra señora, en auto; llegamos a las cinco de la tarde, una hora después era la celebración Eucarística. Miren lo profética que es la Virgen: me puso a mí a dar la comunión a los que estaban en sillas de ruedas, y fue el comienzo de mi ministerio con los enfermos. María tiene una palabra para cada uno de ustedes, me alegra que le hayan rezado el Rosario, agradezco el silencio que hay aquí para poder escuchar el latido de este corazón materno puro aún bajo la corona de espinas. Acerquémonos al bello tema de la unión de los Corazones de Jesús y de María; el concepto de Alianza viene de la Sagrada Escritura, el Concilio Vaticano II dice:: “María está integrada en el misterio de Cristo y de la Iglesia.” Me acuerdo que cuando tenía siete años hubo una riña entre mis padres, cosa normal, pero como era muy sensible, me escapé y me fui frente a un pilar de María: le abrí mi corazón y lloré: ¡para esto está María! El día que llegue al Paraíso creo que le pediré a San Pedro que me deje ir frente a la Virgen, llegaré allí, y de rodillas le diré: “Gracias, gracias por todo.” Porque si estoy aquí con ustedes, también es regalo de Ella, es un don de Dios, pero Ella, la Madre intercedió por cada uno de nosotros.
En la Biblia y en particular en los libros proféticos, el signo que más se usa para ejemplificar la alianza de Dios y su pueblo es el del matrimonio. Dios es el esposo y la hija de Sión –nombre atribuido a María- es la esposa. En el Nuevo Testamento, Jesús es el esposo y la Iglesia es la esposa, porque hay intimidad entre Dios y cada uno de nosotros. Mirándolos a la cara puedo decir con simplicidad que vi la presencia de Dios, he visto a Dios en ustedes, Padre, Hijo, Espíritu Santo, esposos o no , están todos desposados con Dios porque es un verdadero matrimonio. Esta es nuestra dignidad.
Ahora vemos este bello pasaje de Ezequiel donde encontramos el tema del verdadero matrimonio, alianza entre Dios y la humanidad: “Derramaré sobre ustedes agua pura y toda la suciedad se purificará.” Si entraste en el barro más profundo, allí estaba Dios, no tuvo miedo de ensuciarse las manos para agarrarte. Todos nosotros estuvimos en la “cloaca”, ninguno es inocente, pero Dios, misericordia infinita, nos dio la dignidad de hijos de Dios. Recuerdo que el Papa Benedicto XVI instituyó un año para los sacerdotes: sepan qué importante que es, ya que salvar a un sacerdote es salvar a una población..
¡Madre Elvira, cuánta gracia te ha dado el Señor con los jóvenes, con las chicas, pero la más bella gracia son los sacerdotes! Ahora deseo gritar bien fuerte a quienes sienten la llamada de Dios: ¡No digan que no!! Es cierto que ser sacerdote significa subir al Calvario, y que el sacerdote que no muere en la cruz con Jesús no es un verdadero sacerdote, pero los que aspiran al sacerdocio no se asusten, porque el Señor es un artista perfecto y cincela de a poco, pero igual que Miguel Ángel con La Piedad, hace un trabajo magnífico. Así nos trabaja el Señor, nos hace santos: “Yo les daré otro corazón y pondré dentro de ellos un espíritu nuevo: arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, a fin de que sigan mis preceptos y observen mis leyes, poniéndolas en práctica. Así ellos serán mi Pueblo y yo seré su Dios.” Hay un gran secreto para lograr esta purificación interior, un secreto infalible: el Corazón Inmaculado de María. Y hay otro secreto , que dentro de unos instantes lo tendremos sobre el altar, mi Señor Jesús. Durante una novena al sagrado Corazón de la Virgen, se le apareció a Santa Gema Galgani, la tomó entre sus brazos como una madre y le preguntó: “¿Me quieres?”, “Sí, sabes que te quiero.” “¿Pero me quieres más que los demás?” “No, hay uno al que quiero más que a vos!” “¿Y quién es?” ¡Ah! ¡No lo sabes! Tiene el cabello como vos, tu rostro, una sonrisa igual a la tuya…¡es Jesús!” Y la Virgen le dijo: “Ámalo, ámalo mucho.” Hay mucha santidad simple en el mundo: madres de familia, personas pobres y desconocidas… escuché el testimonio de una madre que tiene un hijo ciego y sordomudo y me decía: “Este es mi mayor tesoro.” Esta es la santidad porque la santidad no está en hacer milagros sino en vivir amando. El Señor es muy delicado y nos empuja hacia la santidad pero de a poco, por eso existe la tentación de pensar que estamos siempre igual, pero no es así: el bien hecho ayer permanece y nos eleva de a poco a la santidad; el Espíritu Santo nos transforma lentamente, día a día.
Voy a decirle algo a los ancianos que están aquí. El Señor nos hace como una planta de caqui, poco a poco se van cayendo todas las hojas y sólo queda el fruto bello, maduro. Al volverse anciano, el Señor poco a poco nos saca todo: primero usamos el bastón, luego se tarda tres cuarto de hora para levantarse a la mañana, después ya no se puede salir solo, luego tienen que hacerte una comida especial porque la panza ya no está bien……Hay una gran verdad: los ancianos en la sociedad de hoy son los más dejados de lado. Se dice que los ancianos tienen la piel fina, y yo lo creo, por eso, les suplico, trátenlos bien, ayúdenlos a tener una buena muerte en paz y serenidad. Me gusta mucho un hecho de la Madre Teresa: entra en un tugurio y encuentra a un anciano viejo, solo , sucio y le dice : “¿Te gustaría que limpiara un poco tu cuarto?” “Para qué, total, siempre estoy solo.” Después, encuentra una vieja lámpara y le dice: “¿Cuánto hace que no prendes la lámpara?” “Desde hace mucho, total , nadie viene a visitarme.” “Si quieres, yo la prendo.” “Para qué.” “Si quieres mañana vuelvo.” “Como quieras.” Así, poco a poco, iban las hermanas todos las mañanas y ese hombre murió feliz.
Si hoy, de este encuentro, se llevan a casa el amor por los enfermos, por los niños y los ancianos, les aseguro que eligen “la mejor parte.”
“Cada vez que lo hicieron con cualquiera de mis hermanos, lo hicieron conmigo. Mt 25,40
|