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Mons. Oscar Sarlinga

FRATERNIDAD "NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN"
PILAR, 21 de  octubre de 2007

Homilía del Obispo de Zárate – Campana
Monseñor Oscar Sarlinga

       Queridos padres, querida Madre Elvira  cuya visita es un gozo y alegría para nosotros, querido p. Stefano, sacerdotes, hermanos y hermanas en el Señor: Orar sin descanso, como Josué oró. Moisés tenía los brazos en alto con constancia, perseverancia y esperanza y logró la victoria. Esta segunda idea es muy importante para nosotros. La misma comparación que hace Jesús de ese juez inicuo y desinteresado del bien respecto del juicio que pronuncia ante la insistencia es parecida a la que hace  en la comparación del Padre Bueno respecto a nosotros que somos malos. Cómo el Padre Bueno nos dará  cosas buenas, el Espíritu Santo, a los que rezan y piden. 
       Ante la insistencia de la viuda, hace justicia. Igual, el Padre Bueno, que a pesar de nuestro egoísmo insiste en hacer justicia. Importancia de la constancia y la perseverancia en la oración, y que tiene que ver con la esperanza, llamada en el Evangelio: fidelidad.
       Ya en el Antiguo Testamento aparece la fidelidad como el amor del Padre hacia sus hijos. No es tanto la fidelidad que nosotros tenemos hacia Dios sino esa de amor paterno que Él tiene hacia nosotros.
        Él es nuestro Padre y por eso podemos cada día renacer en y desde el Espíritu y nuestro corazón clama: ¡Señor, déjame nacer de nuevo!
        Esta Comunidad, obra de Dios, no existiría si no estuviera animada por el Espíritu –la misma Iglesia no existiría sino estuviera animada por el Espíritu-  es construcción de Dios.
        Ustedes siempre edifican algo nuevo y luego llaman al obispo para que venga a bendecirlo y viene con todo gusto.
       
El Concilio Vaticano II llama a la Iglesia “construcción de Dios”. Hay una forma de llamar al Espíritu  que le debemos al magisterio del Papa Juan Pablo II: “Espíritu, constructor de la Iglesia”, constructor de las manifestaciones en las que la Iglesia como Pueblo constructor de Dios canaliza ese amor maravilloso que nos tiene a todos y que nos hace renacer.
        Ustedes saben muy bien cómo somos una construcción nueva de Dios. Entonces, queridos hermanos, continuemos en este camino porque necesitamos proseguir la nueva Evangelización, unidos al Papa Benedicto, sintiéndonos cordialmente unidos a la Iglesia, pueblo de Dios que camina.
        Estamos muy contentos, siéntanse todos en casa, los italianos, los brasileros, los mejicanos, todos.

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