Queridísimo Cardenal, en nombre de Madre Elvira y de la Comunidad Cenacolo le digo gracias. Un gracias que nace del corazón, del dolor, pero también de la esperanza. Todos nosotros hemos experimentado en nuestras vidas, que estaban hechas “pedazos”, la necesidad de salvación y le hemos gritado a un Dios que no conocíamos, esa necesidad de salvación y hemos encontrado la misericordia. Si estamos aquí es únicamente porque nuestro Dios es misericordia. Sólo la misericordia de Dios podía dar esperanza a nuestra vida. Gracias también a ustedes, hermanos sacerdotes, porque en esta casa de Austria, desde hace muchos años, permiten que en nuestros chicos la verdad encuentre la misericordia. Cuando nuestros jóvenes descubren la voz de la conciencia que grita, porque la niebla de la droga se va del cerebro, gracias a ustedes no encuentran la desesperación sino el perdón: gracias a vuestras manos y a vuestro corazón. Gracias también a ustedes, amigos. Su fidelidad vale mucho más que todo. Gracias a la Virgen. Ella continúa dándonos la fuerza y el coraje para decir “sí”. Queremos renovar hoy, en nuestra pobreza, en nuestra fragilidad que necesita todos los días de la misericordia, nuestro “sí” a Dios y nuestra alegría de ser Iglesia. Porque en la misericordia podemos anunciar a todos que el hombre que encuentra a Dios reencuentra la esperanza. ¡Gracias! p.Stefano ir al álbum Fotográfico...
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