Del libro “En viaje hacia la luz”
Nunzia, “pequeña”, dulce, Nunzietta (página 87) Tengo muchas, muchas ganas de pasar un día contigo y con Simone, en paz, paseando juntos por los bosques de aquí alrededor, hablando y hablando. Si supieras “pequeñita” cuántos años he llorado pensando que te habrías perdido para siempre en el mundo. ¡Gracias, Jesús, esto es un milagro; y aunque nosotros tres no nos veamos aquí abajo, un día estaremos unidos para siempre! Señor Jesús yo quiero ser como eres Tú, para que ella pueda ser como soy yo, porque ella siempre ha seguido lo que yo hacía. Quiero ser un ejemplo santo, una Biblia viviente delante de sus ojos, un ejemplo que le deje un buen recuerdo, un pensamiento bueno de ternura y amor. Señor Jesús, haz que ella pueda amarme como Chiara amaba Francesco porque ella ha sufrido mucho mis errores y mis malas enseñanzas. Y tú, “pequeño Simone”, si supieras cuántas veces cuando estaba en América, extasiado frente al océano y las grandes extensiones de arena de sus playas llenas de gaviotas, cuando buscaba moluscos, ostras o peces que el mar deja en sus costas , o bien cuando estaba en Georgia, en los campos de algodón con Kenny, en sus aldeas y yo era el único “blanco”, y luego Bush-Garden y sus montañas rusas, las más veloces de América y creo que las más altas, o en Disney World o a en Cape Kennedy y sus astronaves… y bien, tantas veces frente a la belleza me he dicho “Aquí debo traer a Simone”. Y quizás el Señor quiere regalarme todavía algunos años o quizás… Es justo, “pequeño”, tener un sueño en el corazón,¿verdad? Un sueño donde nosotros tres nos encontramos con mis amigos de Clearwater: Sandy “Orsone”, Shanon y todos los demás que llevo en mi corazón, justo al atardecer encender una fogata , un espectáculo que tú y mamá nunca han visto en la playa de Clearwater, luego de un baño en el océano y luego hamburguesas y… era solo un sueño. Pero no es un sueño que yo los amo con todo el corazón, y ahora simplemente para que puedan seguir a Jesús en el dolor y en la alegría. Buenas noches “pequeños”.
Ser la alegría del Espíritu Santo (página 120) Estoy mejorando cada día. ¿Por qué? ¡Para ser la alegría del Espíritu Santo y para transmitir esta serenidad y alegría la fortaleza , en cada encuentro con cualquier persona que venga a visitarme! Recién se fueron padre Gasparino y padre Pino. Un día, hace pocos meses me dieron la “unción de los enfermos” no como sacramento para el momento de la muerte sino para infundir vida. Después de la liturgia el padre me pidió que le dijera si había algún cambio positivo en mí por el Sacramento. Desde aquel día he tenido momentos de altos y bajos, con muchos miedos , pero siempre que la vida parecía que se acababa por falta de respuesta de mi parte, algo lindo y fuerte me motivaba para volver a ser y estar. Este algo es aquella efusión de la Santa Unción Celeste. Espíritu de Dios cada uno de tus movimientos busca la paz. ¡Ayúdame a ser un hombre que no se pierda jamás en el egoísmo de las propias satisfacciones! Abre mi ser para estar siempre más en Ti.
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