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¡CARTA DE PERÚ!!!


¡CARTA DE PERÚ!!!

Queridísima Madre Elvira, queridos hermanos y hermanas…
Aquí estamos en Perú, con un gran deseo de hacerte llegar, Madre Elvira, un abrazo grande como el océano que diga: ¡gracias! Aquí en la Misión estamos felices, es bello estar de a dos para servir, sonreír, correr, dialogar, amar. Nos encontramos aquí, en la Misión “Rayo de Luz”, algunos llegados de Italia, otros de Brasil y juntos vivimos los preparativos de la boda de Valentina y Andrea: los tíos y tías de la Misión estaban todos a las carreras, preparando la iglesia que había que  limpiar y adornar,  los cantos,  el festejo posterior en la casa….y lograron algo bello, simple, misionero, pobre pero bello, simple pero con  corazón, y con mucha familia, todos estaban  incluidos, especialmente los niños.  Como sabrán,  tuvimos el gran don de  ser acogidos  con amor paterno por los monjes benedictinos que están a veinte minutos de nuestra Misión de Villa Salvador: el monasterio está al pie de una montaña rocosa, en la cima han puesto una grandísima Cruz de San Benito, ¡allí subimos a menudo haciendo un buen rosario  caminando rápido como tú nos acostumbraste!
La oración fue el corazón del retiro: compartíamos la Santa Misa matutina con los Monjes, la liturgia de las horas  media y Completa, y  entre nosotros  rezábamos la Hora de la Misericordia, el Rosario y las Vísperas.  Los Monjes nos dejaron la única sala que tenían para  escuchar las catequesis y reflexionar sobre los votos, sobre la vida consagrada y misionera y para compartir entre nosotros en la verdad y la amistad.
Un día vino el Abad, Padre David, monje inglés consagrado desde 1955, un padre en la fe: alegre, libre, verdadero, atento, con los ojos felices de contemplar la vida con asombro: nos dio una bellísima catequesis sobre la obediencia, ¡hablando en especial del “Amen” de María en la Anunciación!
¡Ella dijo “Amén”, sí, confío, me interesa, me importa lo que Dios quiere de mí!  Partiendo del “Sí” de la Virgen, pensando en ti Madre Elvira, en tu amistad con Ella, en el “Sí” que tú le diste a Jesús, con Él en el corazón y haciendo lo que Él quería, se genero una “historia” bellísima, rica en inspiración, de libertad y sacrificio, de carreras y de abrazos, de cruces y de luces.
Agradecimos mucho el milagro de nuestra llamada y de la belleza que es la vida consagrada vivida  frente a un ejemplo como tú, que tienes la alegría en el corazón, la fuerza que te empuja, el amor que te abraza aún en las cruces cotidianas, las ganas de dar  ¡de dar todo!  ¡Qué historia! Cada voto, cada abrazo a la pobreza, a la castidad, a la obediencia, al servicio por amor….fue como un camino empedrado de luces de esperanza (aún en el polvo peruano), colmado de dones para alcanzar antes y mejor la “meta” de una vida que solo sea amar, amar, amar…y  servir.
Gracias por todo esto, porque nos precediste, nos esperaste, nos hiciste crecer, y sigues haciéndonos “pedalear” por los caminos de este mundo. ¡Gracias por la posibilidad del retiro en Perú y renovar los votos en la Misión! Nos sentimos a tu lado, junto a ti  estamos felices de ser parte de esta familia especial, bella, pobre pero libre, simple y enamorada de la vida, pequeña pero grande como el mundo.
¡Dios te bendiga mucho y rezamos por ti! ¡Por favor recuérdanos delante de Jesús, por todo el bien y lo bello para transmitir, sembrar y regalar a las tías, tíos, a los niños, vecinos….a todos!

Un abrazo, Don Eugenio y Don Andrea

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