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Llegó al cielo nonno Aldo

  
Queridísimos todos, Nonno Aldo se apagó sereno, “como un niño tranquilo y sereno en los brazos de su madre”, el miércoles 28 de marzo a las 18,00.
El Señor escuchó el deseo profundo que llevaba en el corazón por la amistad que tenía con él desde niño , de tenerlo cerca en el momento de su pasaje a la vida eterna. Fue un momento de profunda paz: rezamos en su habitación con todos los chicos de la fraternidad Chisa Pesio, con las familias y sus niños. Recibió el Sacramento de la Unción de los Enfermos y la Absolución de los pecados, luego, cada chico y familia agradecieron conmovidos al Señor por el don de su vida y por haberlo tenido entre nosotros. Luego, uno a uno, chicos, niños y familias, pasaron a abrazarlo en la cama donde ya respiraba fatigosamente, los niños le dieron un beso y una caricia, y al finalizar ese momento de oración dejó de respirar y su corazón comenzó a latir en el cielo . . .se durmió tranquilo y sereno en los brazos de Dios.
Ayer, viernes 30 de marzo fue su funeral: éramos muchos, estaba Madre Elvira con las hermanas y numerosos sacerdotes junto a muchas personas tocadas por el sufrimiento vivido por Aldo a lo largo de su vida, pero siempre con una serenidad y fe extraordinarias.
Agradecemos al Señor porque el Espíritu habitó la “pobre y frágil” vida del nonno, transformándola en una vida llena de Su presencia.
Ciertamente hará mucho por nosotros desde el cielo, estoy seguro.
¡Un cálido saludo en el Señor!
P. Stefano






































                Aldo Artusio
            28 de noviembre 1925- 28 de marzo 2012

 


“A la edad de veinte años recibí
de un amigo el regalo que me salvó
de la desesperación: me dio una Biblia.
Así encontré por primera vez a mi Dios
y Señor de mi vida.
Me apasioné a la lectura del libro sagrado
y descubrí con sorpresa que nosotros,
los enfermos y los ancianos,
no somos inútiles, sino que podemos ser
fecundos y dar frutos si somos capaces
de ofrecer todo a Jesús Nuestro Hermano, rezándole para unir nuestros achaques,
nuestros sufrimientos, a su padecimiento
y luego entregarlo al Padre.
En efecto, estoy convencido que delante
de Dios podemos también nosotros ser muy útiles para el bien de toda la sociedad.”
 (De un  escrito de Nonno Aldo)


“Cuando esté en el Paraíso finalmente podré correr y trabajar mucho, mucho: iré siempre a pedirle a Dios y a la Virgen que todos los que me hicieron el bien, y también los que me hicieron el mal, puedan estar conmigo un día en el Paraíso.
Y cuando estemos juntos, especialmente los jóvenes que en estos años me cuidan con tanto amor, iremos delante del trono de Dios y bailaremos una bellísima danza, y yo seré el bailarín más ágil.”
(de un testimonio de Nonno)


 


 

 

“Quiero agradecer al Espíritu Santo
porque eligió a un pobre y anciano
discapacitado como yo para transmitirle
a todos ustedes la Palabra que Dios
sembró en mi vida.
Rezo para que cada uno de ustedes pueda encontrar a ese Dios que yo conocí
como Padre y más ahora como Madre.
Yo, Aldo Artusio, los abrazo a todos con mi corazón.”
(De un escrito de Nonno Aldo)


 



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