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Primeras noticias de África

Queridísima Madre Elvira y todos, aquí les mando algunas noticias.
Disculpen que no haya escrito antes, pero la Internet liberiana a veces va y otras no. . . y son muchas más las que no anda. . .entonces, escribir y enviar mensajes por mail es difícil. Les agradezco porque sentimos sus oraciones que acompañan cada pequeño paso africano y que guían y protegen nuestras vidas.
Estamos todos bien, tanto de salud por afuera como espiritualmente por dentro, y a muchos de nosotros todavía nos parece mentira estar en África. . . ¡ y nos quedaremos para plantar la semilla del Cenacolo en esta tierra!
El calor no es tan fuerte, por la noche nos da un respiro y logramos dormir bien bajo nuestros bellos mosquiteros que nos protegen de muchos insectos nocturnos. El Padre Adrián no nos deja faltar “the food”, la comida; el arroz es el plato básico, pero algún día ya “marchó” alguna pasta que su amor providente nos hizo encontrar en la despensa. . . y que nuestra hambre nos hizo cocinar con alegría. El viaje de ida fue muy bueno, un vuelo sereno y confortable desde Bruselas a Monrovia: abrir la puerta del avión, respirar el calor húmedo liberiano, ver el “pobre” aeropuerto y ver alrededor nuestro todos rostros oscuros nos hizo comprender que de verdad estábamos en África. Un poco nerviosos por el exceso de equipaje por la aduana, especialmente por las herramientas y otras cosas que llevábamos; me adelanté y les expliqué quién éramos y por qué estábamos allí, los empleados se miraron y nos preguntaron: “Are you missionary’s catholic?. . . y a mi respuesta afirmativa “Yes” se miraron y con una señal nos dejaron pasar sin problemas. Me dije: “Qué hermoso es ser católico, ser parte de una familia cristiana que tiene muchas pobrezas pero que también es de una gran riqueza porque ama y sirve a todos, y todos reconocen el bien que hacen los misioneros.” En el fondo ese ser católicos era la certeza de que estábamos allí para hacer el bien. . .y es cierto.  Nos esperaba el P. Adrián, felicísimo, con un sacerdote liberiano que habla italiano, rector del seminario, que en su combi nos llevó a la parroquia “San Gabriel” donde vive Padre Adrián y primera etapa liberiana para nosotros.
En el camino, una de las Hermanas de la Consolata, Sor Josefina, vino a nuestro encuentro para recibirnos en nombre de todas (las demás hermanas estaban en un retiro) con  algunas bananas en sus manos que nos entregó diciendo “Un dulce regalo para recibirlos en una tierra que ha vivido muchas amarguras que verán y conocerán.”  Luego de atravesar el caos de Monrovia, con los ojos asombrados y trastornados de nuestros misioneros, llegamos a la parroquia felices y contentos, recibidos por un grupo de jóvenes que el P. Adrián esta acompañando este año en un camino de oración y de vida comunitaria. Los “nuestros” están asombrados de lo que ven, y tratamos de  llevar a la práctica el  encargo que nos dio Madre Elvira: recibir con asombro la vida de cada día y aprender a ver todo con los ojos y el corazón de niño.
Mientras estamos aquí hacemos algunos trabajos en la parroquia del P. Adrián, especialmente estamos tratando de llevar el agua desde el pozo a la casa, para que pueda  darse una ducha sin  tener que ir a buscar el agua al pozo con baldes . . .y creo que lo lograremos. Se lo merece luego de dos años y medio aquí solo. Giorgio, “tubo”,  por lo tanto, está  trabajando con la plomería liberiana y  conmigo pisándole los talones, que lo hago correr: comparado con el paso  africano, aquí se siente una “ferrari” y está contento y emocionado.  El domingo participamos en la Misa de la parroquia en la iglesia nueva que el P. Adrián está haciendo construir: era la primera Misa  celebrada entre esas paredes todavía sin ordenar, revocar ni  terminar, pero la gente ya estaba allí, emocionada y feliz de tener un lugar nuevo y grande, digno de Dios y de ellos.  Una Misa vivida con cantos típicos  muy alegres en su ritmo africano. En el ofertorio llevaron al altar  dones de todo tipo para  entregar  al Señor y al P.Adrián. Aquí no existe el apuro: el tiempo es largo y tranquilo. . .sabiendo que no hay que tomar ningún tren y que el tiempo dado a Dios y vivido en comunión  se vive con serenidad. . . Fue una bella Misa que nos dejó a todos el corazón lleno y feliz: nos sentimos “sumergidos” en la Iglesia Africana. Al finalizar la Misa el P. Adrián nos presentó, hicimos un canto breve y recibimos una cálida bienvenida, luego de la Misa  estrechamos muchas manos que venían a saludarnos y a agradecernos que estuviéramos allí.
Por la tarde fuimos en “peregrinación” a pie  a Virginia, “nuestra” misión: teníamos muchos deseos de “ver” el lugar que María nos eligió, así que hicimos una bella caminata; una hora por un sendero que nos introdujo en el corazón de África: acompañados por los jóvenes del padre Adrián atravesamos muchos poblados típicamente africanos con toda la gente que miraba con asombro a estos “hombres blancos que caminaban y rezaban en una lengua extraña, mientras muchos de los niños que nos miraban se gritaban uno al otro mientras corrían “White men’s, White men’s”, con una mezcla de temor y curiosidad que se hacía sonrisa y bienvenida apenas los saludábamos y les sonreíamos. Nos dimos cuenta de que hay mucha pobreza pero también mucha riqueza, no la de las cosas sino la de la vida simple, serena: muchos niños que juegan y corren  juntos, familias reunidas a la sombra de  las plantas, madres que lavan la ropa, tiempo para detenerse a conversar. . . además, ninguno nos pidió ni una moneda ni un caramelo ni nada, mucha dignidad en la pobreza. Fue una hermosa peregrinación entre rostros y villas de África, entre nosotros nos mirábamos diciéndonos: “Mira dónde terminamos”, nos parecía casi un sueño irreal, pero todo es  verdad ¡Dios nos quiso aquí!  Llegamos a Virginia y fuimos directo al Shrine, el Santuario, para saludar a la Virgen Negra, la Reina de la Paz africana, que allí se venera al aire libre.  Nos arrodillamos e invité a los nuestros durante un momento de oración a besar la tierra delante de la imagen de la Virgen, como signo de amor por esa tierra que Dios nos da y que nos recibe, tierra  africana que nos abre que nos abre los brazos y el corazón, tierra que deberemos aprender a amar, a “besar” con todo nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas. Agradecimos a la Virgen emocionados y cantando. En la capillita hay una bella estatua de San José con las herramientas de trabajo en las manos, para recordarnos que Él provee pero que también hay mucha Providencia de trabajo para hacer; además hay una bella imagen de la Virgen africana; un cuadro del regreso del hijo pródigo a los brazos del Padre en estilo africano; una linda campana para que suene ritmando nuestros horarios. . . nos esperaban muchas cosas típicamente “nuestras”. . . además hay una montaña de trabajo para hacer, ya sea en la limpieza del terreno como en las casas. Poco a poco, ayudados por la Providencia, se hará todo.
Ver “nuestro” lugar nos llenó el corazón de alegría y  de temor. Cada mañana comenzamos nuestro día con el Rosario y la Misa compartida con algunos parroquianos y es un comenzar con Jesús que  marca el paso justo para la jornada. ¡. . .Aleluya, aleluya, finalmente comenzamos a trabajar!!
Hoy y mañana son feriados aquí: hoy martes hay un importante referendum político para la estabilidad de la democracia y la paz en esta tierra, mañana en cambio es la fiesta de la bandera, fiesta de la patria ¡¡aquí también  siempre hay un buen motivo para hacer fiesta!!
Ahora los dejo, saludándolos en nombre de todo el grupo de los misioneros y de todos los que ya nos conocen aquí. Recen por nosotros para que la Virgen acompañe nuestros pasos y para que nosotros podamos  ver y seguir serenos  lo que Ella nos indica.
Un cálido y especial saludo a Madre Elvira, que a partir de ahora también es Madre de hijos africanos. . . y a todos ustedes. Nos volveremos a hablar cuando la Providencia nos de la posibilidad. ¡Un fuerte abrazo a todos, unidos en el bien!

P. Stefano y todos los misioneros

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