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Padres

Papá Fausto
          
Cuando descubrimos que nuestra hija se drogaba fue terriblemente dramático para nosotros, pero luego nos fuimos dando cuenta de que el problema era previo, lo que sucedía en nuestra familia pesaba sobre el comportamiento de nuestra hija, así comenzó su malestar.

         Cuando mi mujer se dio cuenta de que nuestra hija se drogaba cayó sobre nosotros una cruz muy pesada. En ese momento, como padre, tuve horribles sensaciones : primeramente, la rabia de ver la desesperación de mi hija; después la rabia contra mí por haber fallado como padre… Tuve un gran sentimiento de culpa y repensaba con angustia toda mi vida como padre y marido.

         De hecho, cuando mi hija entró en la Comunidad fui conciente de que sucedía un  doble milagro, por un lado para mi hija y por el otro, para nosotros como familia. Tomando con fe lo que Madre Elvira y la Comunidad nos proponen, viendo las chicas que recibían a nuestra hija, renació la esperanza para toda la familia.
Un día le pregunté a una de las chicas cómo estaba  cuando entró  en Comunidad y me dijo que  había entrado mucho peor que mi hija, se me ensanchó el corazón y empecé a confiar,  aún cuando era difícil creer en lo que se me proponía,  algo que estaba  más allá de lo racional, increíble…Pero frente a la experiencia vivida por  estas  personas, sólo podía abrazar el camino que se me proponía.

         El milagro más grande lo viví  cuando acompañé a mi hija a la Fraternidad de Lourdes, donde ella entró. Delante de esa Virgen a la que nunca había visto ni hubiera pensado en visitar porque  mi trabajo, mi éxito, mi vanidad no me permitían “rebajarme”, pues bien, delante de esa Virgen me solté y recé el Rosario llorando, mientras toda mi vida desfilaba ante mis ojos, vacía de valores y de  esfuerzos serios más allá del trabajo y la apariencia.

         Agradezco a la Comunidad Cenacolo por lo que hizo y lo que sigue haciendo, porque me transformó en un nuevo hombre. A pesar de las dificultades de cada día, en la fe encuentro la fuerza para enfrentar el cotidiano.

Mamá Paola
           
Quisiera dirigirme a los padres que en este momento están desesperados, quiero gritar la alegría de  de haber encontrado a la Comunidad Cenacolo,  deseo dirigirme a los padres que no se dan cuenta de que su hijo está mal: sí, a veces no nos damos cuenta  porque fingen, dicen mentiras y nosotros estúpidamente les creemos. Tienes confianza en tu hija, piensas que jamás podría hacer ciertas cosas ¡abre los ojos!

          Voy a ser sincera, luego de muchas tentativas con psicólogos y otros tratamientos en que mi hija aceptaba su problema con las drogas y la sociedad la aceptaba a ella…¡yo no aceptaba  el fracaso de tantos intentos!  Hasta que apareció una luz : el encuentro con la Comunidad Cenacolo , otras madres que me decían “arrodíllate y reza y verás que la oración te sostiene, te ayuda…” Pero yo pensaba que era absurdo. Hasta que empecé a hacer como ellas: la oración, pero con el corazón. Le grité mi desesperación a la Virgen, le pedí ayuda y poco a poco vi que me sostenía y me daba confianza.

            La gran fuerza que la Comunidad nos dio como pareja está en el tener confianza, no tener miedo, encomendarnos a Jesús. 
¡Y además esta fuerte presencia de la Virgen! Fuimos a Lourdes, luego a Medjugorje y en ambos lugares sentimos con fuerza la presencia de María y el regalo que Ella nos hizo con la Comunidad: conocer a los otros padres, rezar juntos; rezar frente al ícono de Nuestra Señora de la Ternura que cada semana va a la casa de una familia …es una fuente de paz y esperanza.

            Hoy nuestra familia tiene una fuerza nueva al creer que a pesar de  los fracasos, las tentaciones, la rabia que vivimos por no poder salvar a nuestra hija…más allá de todo esto , estuvo, está y estará el Amor de Dios que nos salvó.

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