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Enc. de Padres 1

P.Stefano: Escuela de Vida para las Familias

"¿Qué le pide la Comunidad a las familias y cuál es el camino
que deben recorrer?"


Pensamos en  la vida que hemos vivido, sufrido, llorado y queremos desde esa vida  concreta, desde nuestro hijo o hija drogadictos entrar en la escuela de Comunidad
para ver qué se  debe aprender para vivir mejor.

Todo lo que les  decimos a ustedes es  el fruto de esta escuela en la  que nosotros vivimos desde hace veintidós años aprendiendo de sus  hijos, aprendiendo de las familias que han pasado antes que ustedes por la Comunidad. Lo  que les decimos no lo hemos aprendido en  una  “universidad de adictos” no lo hemos estudiado en libros, lo hemos aprendido en la escuela concreta, vivida en el libro de la vida de sus  hijos, lo aprendimos de ustedes, familias,  que hablando con nosotros, contándonos, nos han ayudado a entender profundamente cómo debía modelarse el camino de la Comunidad, cuáles eran los pasos adecuados para sus hijos y para ustedes, qué debíamos pedirles a ellos y a ustedes. Entonces esta escuela es fruto de la vida.
Hoy deseamos dialogar con ustedes, ayudarnos unos a otros, sobre los fundamentos de lo que la Comunidad les pide a las familias.

Cuando llaman a las puertas de la Comunidad, ¿cuál es el camino de los padres?
Cuando el hijo entra  se le propone un camino, y se les propone también a ustedes ese camino. Entonces es importante comprender cuál es este camino y el por qué de la propuesta, porque del  camino que hagan las familias depende  como consecuencia el camino de su  hijo en la Comunidad. Porque si ustedes caminan lo sostienen, lo apoyan, lo ayudan. En un momento de crisis en el que quiere abandonar, si ustedes están caminando, le dan el empuje necesario para entrar en carrera. Pero no es sólo una consecuencia, ya que nosotros no hacemos esto solo por sus  hijos, sino porque estamos convencidos de  que a través de este camino su   hijo los ayuda a ustedes a  regresar al camino correcto, ese que todos, más o menos, hemos perdido.  El camino  que les proponemos desde la Comunidad es: “El lindísimo camino de la conversión”.
¿Por qué lindísimo?
Porque lo que comienza cuando ustedes traen un hijo a la Comunidad es algo nuevo y algo hermoso. Si alguno de ustedes todavía  no ve  “ni lo nuevo, ni lo hermoso,” quizás es por que hace poco que han dejado a su hijo, por que todavía tienen miedo de que escape, por que todavía tienen rabia a la Comunidad, por que, por que... Crean: desde ese día comienza algo hermoso y nuevo. El camino de la conversión no es el camino de la penitencia, de flagelarse, de estar mal. El camino de la conversiòn es un camino lindo que te hace estar mucho mejor de lo que estabas antes, porque te da las respuestas que siempre has  buscado en la vida y que nunca habías encontrado. Entonces, lo que propone la Comunidad es este bellísimo don, porque la conversión es como una “bella mujer,” es algo hermoso, es algo fascinante,  al verla te dejas transportar y comienzas a dar los primeros pasos en este camino. Es algo importante que te deja satisfecho, te llena de  gozo  el corazón.
Quisiera recorrer con ustedes las etapas que nos llevan a comezar este camino, recorriendo un poco la historia de todos.  Al seguir el hilo del discurso reflexionen y vean que todos estamos adentro, porque es la historia concreta de la droga.
¿Desde dónde parte nuestra historia? Esta historia del encuentro con la Comunidad, diría que ha partido de una “bomba” que ha estallado en casa: un día  descubriste que tu  hijo se drogaba; alguien te lo ha dicho, has encontrado la jeringa sobre la mesita, has encontrado algo en el bolsillo, has visto que sale con malas compañìas, alguien te lo ha dicho: “¡mi hijo, tu hijo, se droga,¡ boom!!
Un terremoto, me derrumbo, y me acosa el miedo, ¿será verdad? ¿no será verdad? ¿que dirá la gente? ¿Qué hago ahora? ¿ a dónde voy? ¿A quién pido ayuda? La vergüenza, el miedo…
Piensen cuántas reacciones que nos han  atormentado  por tantos años, que no nos han dejado en paz, esta bomba que ha estallado y nos ha hecho mal, y sigue  haciéndole mal a quienes que todavía están en esa fase. Que te hace sufrir y sangrar por dentro. Luego de esta bomba que ha estallado comienza la “fila infinita”, piensen en todo a lo que han  recurrido.
 
Primero en la  fila las ilusiones acerca de que tu hijo podrá solo: “Sí, mi hijo podrá solo. Es distinto de los demás... es tan sensible, es tan inteligente….” Nos inclinamos a creer mil veces  las mil promesas que nunca cumple. Entonces te das cuenta de que el problema  continúa. Ahí comienzas otra fila: doctor, hospital, clínica, etc. Lo mandas a la casa de un pariente del otro lado del país, al exterior, pruebas todo pensando resolver el problema con alguna solución que se encuentre fuera de vos  y fuera de tu hijo, todas soluciones aparentemente más fáciles, más cómodas.
Crees que sería conveniente que  esté un mes lejos de la novia porque toda la culpa la tiene  la chica, si los separas no se drogará más. Pero cuando vuelve  a casa, se droga otra vez. Le organizas un viaje de dos meses a Sudamérica (o Europa, el sur, el norte, el campo…)  con la esperanza de que el cambio de ambiente lo ayudará a dejar la droga, pero allí él está de fiesta. Encuentras una clínica para internarlo con profesionales del mayor nivel que  dicen haber descubierto el secreto para eliminar el deseo de drogarse. Sin embargo, cuando sale, se droga de nuevo. Finalmente,te derrumbas, la billetera ya está  vacía,  ¿qué hacer? ¿Dónde recurrir?

Hay un problema de fondo que todos lo hemos vivido y  es el miedo a ver la verdad. Este miedo  nos hace creer todas las mentiras. Tenemos  miedo de ver la verdad, de recibirla, de aceptarla, de abrir los ojos, y como no podemos verla continuamos ilusionándonos creyendo todo lo que él  dice. Hasta que finalmente llega la providencia de Dios: alguien les indica el camino de la Comunidad, amigos, un amigo de mi hijo, radio Maria, es imposible enumerar los sutiles caminos de Dios para acercarnos a la Comunidad.
Normalmente una de las primeras cosas que nos preguntan, que quizás   también ustedes han preguntado cuando han llamado a la Comunidad, es: ¿se paga? Porque cuando llegan allí ya están desangrados, entonces normalmente el motivo por el cual se elige nuestra Comunidad es porque es “gratis”. Como es gratis, probemos, no hay que pagar, no hay que esperar durante meses para entrar a la Comunidad, entonces probemos.

¿Qué nos pide la Comunidad? Venir al encuentro de padres. Uno llega al encuentro, a los coloquios y ¿qué descubre, a quién encuentra? ¿Al doctor, el psicólogo, al psiquiatra?
Encontramos a padres que estaban tan desesperados como nosotros, mientras los hijos encuentran a chicos que estaban tan desesperados como ellos.
¿Qué es lo que los hijos encuentran en esos chicos?  Ven serenidad y luz en los ojos de esos chicos. Y a  ustedes,  padres, ¿qué es lo que los ha impresionado?
Yo creo y espero que sea lo mismo, la acogida gratuita, encontrar a alguien que te escucha,  sentir que ya no estás  más solo con tu problema. Finalmente puedes hablar y lo hablas con alguien que lo ha vivido, que te da esperanza. Recuerden ese día en que llegaron desesperados y confiaron en ese encuentro  porque siempre de un encuentro nace la esperanza,  siempre es alguien que te escucha, te mira a los ojos y te dice: “¡Oh! Si yo pude vos   también  podrás. De aquí nace la esperanza de sus  hijos en la Comunidad, y cuando están en crisis ven a quien tienen al lado que era como ellos o peor que ellos y dicen: si lo ha logrado él  yo también puedo lograrlo, así es como nace este deseo por el cual hoy están aquí. ¿Qué más se les pide a los padres?
Ahora viene  la otra bomba a través de la cual están encontrando la paz que no tenían.
 A veces te incomoda y piensas que quizá sería más cómodo  que la Comunidad te pidiera aquella famosa cuota que no te ha pedido, porque  estamos acostumbrados a pagar por todo, a que con el dinero todo se compra, y a pagar para que  se encarguen del  hijo y  listo.
La Comunidad no  pide una cuota o dinero,  pide un compromiso concreto.  Aquí comienza un poco la dificultad y las mil preguntas que nos hacemos: qué tiene que ver, por qué yo, padre, debo ir a un grupo, por qué yo debo rezar, qué tiene que ver esto con la droga de mi hijo,  él es el que se ha equivocado,  él es  el que se ha drogado, yo  he hecho todo lo que debía hacer por él, le he dado todo. Por qué yo, padre, debo ponerme en camino. Por qué me toca a mí dar estos pasos, si  él es el que debe cambiar, no yo. Seguramente alguna vez lo hemos pensado o lo estamos pensando ahora. Porque puede ser parte de nuestro pasado o puede ser parte de nuestro presente.
 Viene a mi memoria la Biblia y hasta qué punto es el libro que contiene toda la verdad sobre el hombre. La página de Adán y Eva se repite, nadie quiere tener la culpa. El padre dice que es culpa  de la madre que lo ha malcriado  demasiado. La madre dice que es culpa del  padre porque trabajaba mucho o no estaba en casa cuando su hijo tenía necesidad de él. Juntos dicen que la culpa la tienen los amigos.
Piensen en los padres de los amigos de sus  hijos, ellos  dicen lo mismo, que la culpa  es del hijo de ustedes, que es culpa de la sociedad, o bien que  es culpa del mismo hijo pues si no hubiera nacido… a veces lo han pensado, tristemente, y a algún hijo alguna vez se lo han dicho por la desesperación. El hijo  también echa la culpa,  a sus  padres.
En realidad éste es  un sentimiento de culpa tan profundo que nos aplasta, que aplasta nuestra vida, la única forma que encontramos para escapar de ese sentimiento de culpa que tenemos adentro es desligar responsabilidades, “no soy yo, es él”. Todos tenemos miedo de mirar el fracaso a la cara,  que nos hace sentir que aunque estemos de pie ya no somos más el que éramos antes, sentimos que la vida  se ha detenido,  parece  que todo se ha derrumbado. Toda la vida vivimos con una seguridad que ahora hemos perdido.

Aquí se inserta la propuesta de la Comunidad: la oración. La oración es lo que la Comunidad te propone, para regresar a Dios que es la fuente de la vida.
¿Qué es la oración? ¿Qué hace la oración?  Les confieso que lo que me ha impresionado siempre desde que entré en la Comunidad, sobretodo en nuestra Comunidad, es la eficacia de la oración. La oración obra una sanación especial porque se realiza por un enfermo especial, pidiendo por una cura especial, Dios da por la oración una cura especial.
¿Qué  hace la oración en el corazón de sus  hijos? Hace que comiencen a rezar, al principio sin fe pero con confianza en quien los ha acogido en aquel primer encuentro. No confían todavía en Dios porque no creen en Dios, los ha desilusionado o bien no lo quieren sentir, rezan porque confìan primero que en Dios en el hombre, en la mujer que se los propone, “sor Elvira” en este caso, en los chicos que los reciben, en aquellos ojos limpios que ven.
Así como ustedes,  padres, creo que han comenzado vuestro camino de oración o lo han retomado, o lo están  recomenzando, con una cierta  confianza al decir: “Pruebo también esta, he probado tanto, probemos también esta”.
La oración hace el milagro de una curación especial  en la conciencia porque la ilumina. Sus  hijos luego de algunos meses comienzan a ver claro dentro de sí, bien claro las cosas que antes  tapaban, escondían, no querían ver, enterraban, porque la oración te abre a la verdad. Esta es la curación especial que la oraciòn obra en nuestra Comunidad.
 La oración presenta la verdad a la  conciencia, te dice quién eres, caen las máscaras con que te cubrías, te saca la falsedad detrás de la que te escondías.  En Comunidad decimos: “Te saca las máscaras.” Así  sana el sentimiento  de culpa que  nos paraliza e ilumina nuestro corazón  para poder encontrar,  finalmente, el perdón de Dios, y entonces,  después de tantos años, de nuevo podemos dormir tranquilos. La  oración ilumina  cómo has escapado de tus responsabilidades y cómo sigues escapando, la oración  ilumina en profundidad, más allá de las apariencias, de lo que hemos simulado ser para los demás.
 Mirándote en el espejo de Jesús, a través de la oración se puede ver quién se es verdaderamente, cómo se es por dentro, en ese lugar que nadie más ve.


¿Por qué la Comunidad pide la oración en familia? ¿Por qué orar juntos?
Porque  la oración juntos obra el milagro de dejar de echarnos las culpas. Si rezan juntos no se señalan más con el dedo unos a otros sino que nuevamente se dan la mano. Otra vez  de la mano con tu marido, lo sientes de nuevo “tu esposo”. La oración mirando juntos a Jesús. Jesús ilumina la conciencia, y cada uno deja de echarle la culpa al otro. Finalmente uno puede mirarse por dentro y pedirle perdón a Jesús,  la esposa también le pide perdón a Jesús, entonces, mirándose, se descubren los dos pobres, pero perdonados,  entonces se quieren de nuevo y  recomienza el amor.
Este es el motivo por el que la oración es tan importante y por qué la Comunidad propone este camino de oración que trae luego la agradable sorpresa de descubrir que esta cruz, esto que parecía el  mayor fracaso de nuestras vidas, la vergüenza de la familia, en realidad es una excelente ocasión para  repensar la vida, para plantearse por qué y para quién vivimos.
Cada padre repiensa la historia de su vida, la forma en que vivía la familia, el modo de educar a los otros hijos, cómo se relacionaron uno con el otro, y al haber reconocido la falta de responsabilidad, se comienza con un nuevo modo de vida. Esto es  lo que quiere hacer la Comunidad, pero para llegar a este punto y comenzar un nuevo modo de vida hay que realizar todo este camino. 
Todo lo que parecía fracaso se vuelve  ocasión para recomenzar este hermoso camino de la conversión, para recomenzar un camino nuevo, para recomenzar un modo nuevo de trabajar, de estar con los demás, de vivir, para recomenzar un modo nuevo de amarse entre esposos, para recomenzar un modo nuevo de ser uno mismo.
La conversión que la Comunidad propone no es algo que está en  las nubes, desconectado de la vida real, es la vida que cambia: en casa, en el trabajo, cuando uno se va a dormir. Uno siente que es distinto, porque la conversión es un compromiso concreto.
 La conversión así como la oración ilumina a sus  hijos en la Comunidad y  llega un momento en que dan un gran paso cuando reconocen que el problema no era la droga sino cuántas drogas equivocadas había en sus vidas. Cuando llega este momento es una gracia de Dios, pasan del pensar: “Yo estoy aquí porque me drogaba” a decir: “Yo estoy aquí porque tengo muchos problemas dentro mío y la droga me ha  servido para taparlos.”
 Así es como tu hijo comienza a ver y a llamar por su nombre a sus drogas, y si hay una cosa que Elvira pretende es que comencemos a llamar por su nombre a nuestras debilidades, a nuestros pecados, darles su verdadero  nombre: orgullo, egoísmo, sensualidad, rabia, violencia, presunción. Si los padres rezan y comienzan a caminar en el camino de la conversión,  solitos van a empezar a llamar por su nombre a sus drogas.
Como ya uno no tiene miedo a enfrentarse a ellas, se atreve a llamarlas por su nombre, y así, los hijos comienzan a desintoxicarse, no con metadona que te saca la carencia fìsica de la droga, sino que estamos hablando de una desintoxicación más profunda.  Desintoxicarse de un modo de vida equivocado, de una mentalidad errada con la cual siempre vivieron. Esta   es la verdadera desintoxicación. Hasta que un chico no alcance este momento,  desintoxicarse del modo equivocado de pensar y de vivir,  sigue siendo “adicto”, la mentalidad permanece, aunque  no use más la heroína,  permanece “adicto” en el modo de vivir, de pensar.
A la vez, es muy lindo que los hijos vean el milagro de la desintoxicación de sus padres, porque cuando ven un papá que se ha desintoxicado del vicio del cigarrillo, del alcohol; cuando ven un papá que no es más un orgulloso, un prepotente; cuando ven un papá y una mamá que durante diez años se han señalado con el dedo delante de él y que ahora se dan la mano,  ellos ven en los ojos de sus padres que se quieren otra vez; el hijo ve la “desintoxicaciòn”, ve finalmente un corazón nuevo, libre. Lo que les da una potencia enorme para desintoxicar su vida, para cambiar su corazón, porque ve que la misma limpieza que èl está haciendo dentro de sí, la están haciendo también ustedes, entonces el hijo queda contento, feliz, con fuerza dentro de èl.
A ustedes también les da una alegría infinita cuando ven que su hijo tiene una mentalidad diferente, cuando lo sienten hablar de un modo que nunca hubiesen imaginado antes, cuando sienten que razonan de manera distinta,  ven a un hijo que no solo ha dejado de drogarse, sino que se ha desintoxicado del mal, se ha transformado por dentro, tiene un corazón limpio, distinto, libre, nuevo.
A esta transformación de la que  hablamos, podemos  llamarla así: “Desde la desesperación del hijo al gozo de una vida nueva y de una familia nueva”. Este es el camino de la Comunidad: “DESDE LAS TINIEBLAS A LA LUZ, DE LA DESESPERACIÓN A LA ESPERANZA.”  Y esto no es fruto de la magia,  es un fruto que cuesta mucho lograr.
Cuando sor Elvira nos dice a nosotros, los chicos, porqué no ha aceptado nunca dinero, desde el inicio de la Comunidad  dice siempre dos cosas:
Primero: “Ustedes no son enfermos ni discapacitados, ni ancianos, ni en sillas de ruedas,  puedes ganarte tu vida, puedes pagártela vos , con tu sudor, con tu fatiga, con tu dolor, con tus ganas de vivir, te la sudas vos ”. Es una gran alegría que Elvira nos diga esto, y a la vez una oportunidad que nos da  para que nos demos cuenta de que somos capaces realmente de ganarnos nuestra vida.
 Lo mismo les decimos a ustedes: la salvación de tu hijo, de tu hija, de tu familia no la pagas con una cuota, la pagas  cambiando tu vida y viendo que tu vida  cambia te dices: “¡Mama mía, nunca hubiese creído que sería capaz de hacer estas cosas!”. Tampoco habrían soñado la maravilla de hacer las cosas en el bien como las hacen ahora, nunca hubiesen pensado ir en peregrinación a Medjugorje y regresar con el corazón cambiado. Piensen cuantas cosas nuevas suceden en la vida si  hacen este camino, si se recuperan junto  a aquel hijo que se había  perdido , que te parecía casi como si se hubiera abortado, que lo habían sofocado, que no habían sido capaces de hacerlo vivir, de  darle los instrumentos para la vida.
La asistencia a los grupos, la conversión personal, retomar la oración en familia, el compromiso con tu hijo son cosas que  hacen ganar la confianza en uno mismo y recuperar la capacidad como padres de darles vida a los hijos.
¿Por qué Elvira nos pide este sacrificio a los chicos? Porque  confía en nosotros, confìa en que somos capaces de ganarnos la vida sin papá y mamá,  o sin el estado que pague por nosotros. Es un  gesto de  gran confianza en nosotros: nos considera personas que tienen dignidad, voluntad, libertad, capacidad.
Lo mismo vale para los padres: ¿Por qué la Comunidad los involucra en el camino? ¿Por qué los incomoda, por qué llama a  su puerta, por qué los invita a las peregrinaciones? ¿Por qué los hace ir a los coloquios?
Porque si ustedes aceptan se renuevan, son capaces de cambios interiores, y el que no lo acepta pierde esta posibilidad,  se queda afuera y pierde, porque la Comunidad sigue  adelante. El que  no las hace “ha perdido el tren”, no ha estado atento a lo que pasó  en su vida.  Este es el motivo por el que la Comunidad para pasar de la desesperaciòn del hijo a la alegría de una vida nueva y de una familia nueva, propone un camino, no una magia, propone un camino.

Tampoco a los chicos nunca  les decimos que se queden un mes tranquilos, que ahí termina la cura y que luego pueden ir afuera a dominar el mundo, como tampoco les decimos que se queden tres años para luego ir afuera a dominar el mundo. Lo que  les decimos es que el camino que comienzan aquí dura toda la vida y que no  lo olviden, porque si dejan de caminar, se retrocede.  No es posible detenernos en el camino,  la Comunidad propone un camino, un camino de libertad.  Una propuesta, no es una obligación, en este sentido: los grupos, estas jornadas, las peregrinaciones... nadie les dice que deben ir o que sino se van al infierno  sino que  es una propuesta a tu libertad. No es una obligación, pero es un consejo bien claro el de  “no perder el tren”. Si uno pierde el tren pierde la gran oportunidad que Dios le da, si no sube al tren para descubrir una vida nueva, para comenzar un viaje nuevo, pierde este  regalo de Dios. El tren va adelante con ustedes o sin ustedes, pero la oportunidad  de poner en discusión la vida, proponerse cambiar y descubrirse de nuevo, la perdieron.
¿Qué es lo más valioso que tienen en el mundo? ¿Acaso son las cosas materiales como las casas o el trabajo? ¿Cuánto valía todo eso el día que descubriste que tu hijo se drogaba? ¿Cuánto valían frente a la vida de un hijo que se moría?

Hoy están aquí justamente porque lo más precioso que tienen en el mundo es la vida de sus hijos o hijas. ¡La vida! es  grandiosa, especial, única, está primero que todo y que todos. Este  camino de libertad que la Comunidad te propone está primero que todo y que todos. Si  les interesa su hijo y les interesa el lugar donde él está viviendo y el camino que él está haciendo, encuentran el tiempo para interesarse en su propio camino, porque para las cosas que nos interesan el tiempo se encuentra, se sacrifica el trabajo o lo que sea necesario.  Si tu hijo te interesa, una o dos horas para él en la semana las encuentras,  luego te darás cuenta de  que no son para èl sino  que son para ti.

La salvación de sus  hijos nos interesa, ustedes nos interesan, son importantes para nosotros, son insustituibles en el camino de sus hijos.
 ¿Por qué es necesario un camino?
 La Comunidad propone a ustedes un camino por los siguientes motivos:
Primero: el hijo no ha nacido drogado o triste, no nació infeliz, con rabia, violento,  en esto lo convirtió la vida por una serie de irresponsabilidades del papá, la mamá, la sociedad, la chica, los amigos y él mismo, desde su libertad. Entre las responsabilidad  también está  la mía como madre,  porque yo lo he dado a luz, lo he educado, ha vivido conmigo muchos años, ha estado en mi familia.
 La Comunidad propone este camino porque reconociendo aquella parte de responsabilidad que te ha faltado,  puedes sanar de ese sentimiento de culpa, que aunque finjas que no pasa nada, te hace estar nervioso, con rabia, descargándote con tus otros hijos, con el trabajo o con tu pareja, pero que siempre da vueltas en tu conciencia.
Segundo motivo: el hijo no es un paquete que hemos dejado en la Comunidad, nuestras responsabilidades de padre debemos llevarlas adelante hasta el final, no escapar.

Otro motivo: La Comunidad desea no sólo la libertad del hijo de la dependencia a la droga sino también de todas las otras dependencias de las cuales el hijo debe desintoxicarse y quizás una de esas dependencias sean ustedes, o quizás sean  ellos vuestra dependencia de la cual hay necesidad de desintoxicarse.

Como padres deben descubrir esta vida nueva que les propone la Comunidad. El hijo al entrar en la Comunidad toma un camino, si el papá y la mamá no caminan por el mismo camino cuando lo veas en los encuentros,  en las veríficas o en casa, lo vas a ver  pero no se van a encontrar   en el corazón, no lo puedes entender.

A mí me sucede a veces  hablar con personas que no tienen  fe. Hablas pero no te encuentras, existe el respeto, pero no te encuentras porque estamos sobre dos carriles de vida distintos. Uno  piensa la vida de un modo, él otro la piensa de  otro modo. Entonces estamos juntos pero nunca nos encontramos en el corazón.

La Comunidad propone este camino de conversión a los padres porque al caminar en el mismo camino cuando lo vean se encuentran desde adentro, porque él se conmueve y  ustedes se conmueven, es un modo nuevo de relacionarse.
Tu hijo está caminando en una dirección bien clara, si los padres no caminan en esa dirección es difìcil, si la novia no camina en esa dirección es difìcil, si la esposa no camina en esa dirección es difìcil, por eso la Comunidad llama a nuestra puerta, porque si caminamos juntos nos entendemos, hablamos el mismo idioma diríamos nosotros, porque se viven las mismas dificultades, se tienen las mismas luchas aunque  de manera distinta, pero uno habla y el otro entiende. El hijo habla y los padres entienden.
El principal por qué de este camino es que  Dios me ama tanto que quiere darme la ocasión de salvarme, de hacerme descubrir una vida nueva, libre no solo de la droga de mi hijo, sino del pecado, una vida serena, una vida en paz. Dios quiere darnos finalmente la paz del corazón, la serenidad del corazón.

Este es un camino para recorrer juntos, recordemos cuántas veces nuestro hijo nos dijo que “podía solo” y nosotros le hemos creído… ... “la dejo solo, lo hago cuando quiero, dejo cuando quiero, etc.”Hasta que en la Comunidad se dio cuenta de que solo no puede, de que necesita de los demás.  Si  tu hijo no se deja ayudar por los chicos que están en la Comunidad, que lo ayudan con paciencia, le enseñan a rezar, le dan el empuje para perseverar, lo sostienen en los momentos difíciles, solo tu hijo no puede: tiene necesidad de los demás.

  También para ustedes, familias, el camino es juntos. Es juntos, porque necesitamos de la ayuda de los demás, porque son ellos los que ven las cosas que debo cambiar.
No  sólo tenemos necesidad de los otros para recibir, sino también para dar. Un día Jesús dijo: “A los pobres los tendrán siempre con ustedes”, lo dijo  porque que siempre habrá alguien que nos dé la alegría de  permitirnos hacer un acto de amor, porque con el acto de amor nos salvamos nosotros. Entonces siempre habrá alguien que necesite de nosotros, que sea más pobre que nosotros, que está más desesperado que nosotros.
Hacia ellos podemos extender la mano después de que otros la han extendido hacia nosotros. Ustedes, como familia pueden ser el ángel custodio de una familia que llega desesperada y  la reciben con amor,  están cerca, la llaman durante la semana.
El “juntos”  significa que ustedes pueden recibir y dar las dos mayores necesidades del ser humano: “necesidad de ser amado y necesidad de amar”.
 Tenemos necesidad de los demás para dar lo que la Comunidad nos ha dado a nosotros: el grupo que nos sostiene, no tienes ganas de rezar, el grupo reza.La fuerza más grande que tiene la Comunidad es  la fuerza de hacer las cosas juntos.Es grandiosa, siempre tenemos a alguien que nos estimula y aunque no tengamos ganas nos las hace venir.  Cuando el mal regresa al ataque, el grupo da la fuerza para no aflojar, para resistir, porque la fuerza de los demás  es tu fuerza en el momento en que no la tienes.
 A veces la fuerza de uno le da fuerza al otro que tiene la voluntad débil, en el grupo es un igual.
“El entusiasmo dura un momento, el camino dura toda la vida”

En Medjugorje, recuerdo que en los primeros tiempos no teníamos las herramientas que hoy tienen, gracias a Dios, para romper las piedras. Habían solo algunas “mazas” y golpea, golpea, golpea las piedras inmensas para hacer los fundamentos de la casa hasta que la piedra de volvía redonda, luego, quizás al día siguiente venía otro hermano a trabajar  sobre la misma piedra y con la misma maza y “crack”, pero si no estaban todos los golpes del día anterior, que él no había visto, la piedra no se abría.
Es el símbolo del  camino cotidiano recorrido en grupo.   Esto es importante: el entusiasmo dura un instante, la fidelidad dura toda la vida, y es por esto que tengo necesidad de esforzarme por el bien del grupo.

Por todo  esto, queridas familias, han nacido los grupos. Hoy estamos aquí porque  nosotros creemos profundamente que ustedes son un don de Dios para nosotros. Dios los ha confiado a la Comunidad, los ha confiado a nosotros, para que Él a través de lo que ustedes viven aquí , pueda encontrarlos , abrazarlos, perdonarlos, darles una vida nueva . Este es el mismo camino que sus  hijos hacen en la Comunidad,  porque es la única vía. No hay tantas salidas, créanme, por la honestidad de sor Elvira que miles de veces  ha dicho: “Si supiera que existe algo en el mundo para que el drogado descubra el sentido de la vida, vendería todas las casas para comprarlo, pero no existe”.

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