ItalianoHrvatskiEnglishFrançaisDeutchEspañolPortuguesePo PolskuSlovakia     

 

Sábado 14

FIESTA DE LA VIDA 2012

HOMILIA P. STEFANO - SABADO 14 DE JULIO
(Hech 9,1-19; Juan 15, 9-17)

Agradezco al Arzobispo por la posibilidad que me da de compartir la Palabra de Dios en la Homilía de esta Misa.
Siempre la  Misa del sábado es un poco nuestra  Misa , Comunitaria, en la  que con mucha alegría, con más corazón, les hablamos a ustedes, chicos y chicas  de la Comunidad, para agradecer al Señor lo que hace 29 años comenzó aquí, una bellísima historia de amistad con nosotros.   Toda la Biblia es la historia de la amistad de Dios por el  hombre. Desde las primeras páginas de la creación hasta  esa amistad definitiva que es la de Jesús que  en cada Misa se  renueva. En cada Misa Jesús da su vida y renueva la alianza de amor  por nosotros. Nos dice: ‘Te quiero tanto  como para morir por ti’.
Elegimos estas lecturas para iluminar con la luz de la Palabra de Dios el lema de la  FDV de este año, que  como Comunidad Cenacolo recorreremos todo el año; comenzamos en enero con el cumpleaños de Madre Elvira y lo terminamos en diciembre.  Es el año de la amistad verdadera, de redescubrir este  tesoro precioso que Dios puso en el corazón de Madre Elvira y que se transformó en don para toda la Comunidad. Al comienzo de la Comunidad, muchos de nosotros  encontramos en Madre Elvira  más que nada una amiga de verdad; honesta delante de Dios, sincera delante del corazón de Dios y entonces honesta y sincera ante el corazón del hombre hecho a imagen de Dios. 
Las lecturas de  hoy iluminan la amistad verdadera. La primera  es la Conversión de Pablo; es un pasaje bellísimo porque un enemigo se transforma en amigo. Jesús va al encuentro de un enemigo y yendo a su encuentro lo hace amigo, gran amigo,  casi su mejor amigo, uno a quien le dirá cosas importantes y que hará  una experiencia de Jesús única, grandiosa. 
Elegimos esta lectura porque muchos de nosotros  éramos enemigos: enemigos de la verdad, de Dios, a veces enemigos de la Iglesia, enemigos del amor de  Dios por nosotros. Qué bello ver que Jesús , como  fue al encuentro de Pablo también nos viene al encuentro a nosotros. Ese es el amor más grande: amar a sus enemigos.  Hacer que los enemigos se  transformen en amigos. Ese amor que se dirige hacia el que  te va en contra es la amistad más verdadera. ‘¿Si aman a quienes los aman, qué merito tienen?’ dijo una vez. Entonces este gran amor es el único que es capaz de salir al encuentro de un enemigo y de transformar su corazón. Ayer el Cardenal decía: ‘Aquí en Saluzzo, en el Cenacolo  se produce un milagro: los lobos se transforman en corderos’.  Jesús va al encuentro del lobo, como San Francisco fue al encuentro del lobo  de Gubbio, al que todos le temían   y se transformó en un cordero manso.
Madre  Elvira vino a nuestro encuentro . Cada uno de nosotros, todos teníamos miedo de venir, ella fue a nuestro encuentro, al encuentro de uno que  está en contra, en contra de uno y de todos y de todo. No es fácil, tiene que tener en el corazón la fuerza de Dios, tiene que tener en el corazón  alguien más  grande que tú, porque si no, no vas  al encuentro de un enemigo.
La historia de Pablo es nuestra historia. Este pasaje es bellísimo porque expresa el encuentro de Jesús con Pablo que iba en contra de los cristianos a Damasco. En este viaje en contra, Jesús viene al encuentro y Pablo hace una experiencia: ‘Lo envuelve una luz, cae en tierra y oye una voz’.  Luz – tierra – voz. 
Creo que cada uno de ustedes, chicos y chicas de la Comunidad, y también ustedes padres, si miramos un poco nuestra pequeña historia de la amistad de Dios por nosotros  nos damos cuenta que la luz de  Jesús llegó mucho antes de cuando la vimos; nos envolvió como un manto, nos envolvió con su luz cuando todavía estábamos en las tinieblas (de las tinieblas a la luz) y nos dimos cuenta de este amor que nos envolvía con su luz cuando terminamos en la tierra. 
Nosotros decimos ‘hace falta tocar  fondo’, ‘hasta que no tocas fondo no te viene el deseo de salir’. La luz de Jesús  que esperaba entrar en nosotros , pudo hacerlo cuando estábamos como Pablo caídos en la tierra. Nosotros que nos creíamos los más piolas, los más fuertes, los más grandes, ‘yo puedo solo’ , yo. . . yo. . . yo. . . en  cierto momento,  tirados en   tierra, desesperados, rabiosos y tristes, finalmente pedimos ayuda, aceptamos la ayuda de quien estaba a nuestro lado, ya no podíamos caminar solos.
Y una voz: Pablo, que era el fuerte, el conductor, el que  se estremecía contra todos, cae en la tierra: ‘Polvo eres y polvo serás.’ Recuérdalo hombre.  Cuando la Iglesia  nos pone al comienzo de la Cuaresma la cenizas en la frente, nos recuerda que somos ‘tierra’.      Pablo en ese momento recibe las santas cenizas:  recuérdalo, tú, el conductor, el fuerte, el hombre grande, el que impone miedo a todos, tú, eres polvo, eres tierra.  La Palabra que Pablo combatía, que quería matar , en los cristianos creyentes, esa Palabra viva de Jesús, le habla.
Pensemos cuando en Comunidad esa palabra que siempre quisimos matar dentro de nosotros, esa voz de Dios que  habla al hombre y que se llama conciencia, finalmente llegó el momento, ya sea que estás tirado o en el camino comunitario pero finalmente la escuchas.  Esa palabra que siempre sofocaste es más fuerte que tus manos que la sofocan, te habla: ‘¿Por qué me persigues?’  Me haces mal haciéndote el mal y haciendo el mal.  Me parece que  Jesús le dice a Pablo esta Palabra, y nos lo dice a nosotros, no sólo pensando el mal que le hacemos a los demás, sino también en el mal que está dentro de nosotros, vivir en el mal es una persecución:  tienes miedo de todo, te sientes observado por todos, ves en los ojos de todos el  mal que hiciste y que crees que nadie sabe, te persigues, la mentira te persigue, la verdad te libera.
Cuando vives el mal de la mentira y de la falsedad, cuando vas contra  la luz, no solo le haces mal a los demás sino que le haces mal a Jesús dentro tuyo, a la presencia viva de Dios que habita nuestra vida. ‘¿Saulo, Saulo, por qué me persigues?’ 
Piensen cuándo la luz de Dios que  los envolvió se transformó finalmente  en la voz de la conciencia que le habló a nuestra vida: ‘¡Deja de  hacer el mal!’ Qué bello es ver que la Palabra de Dios le pone un límite al mal, le dice: ‘¡BASTA!  termina de hacer el mal.’
Qué bello es ver la amistad de Jesús por Pablo, enemigo que se transforma en amigo, en otro versículo,  el Señor va a ver a Ananías y le pide que  lo cuide y le imponga las manos. Ananías en cuanto escucha el nombre de Saulo  empieza a temblar y  le dice: ‘¡Oh Señor!  Quizá estás equivocado, ese   ha perseguido y eliminado a muchos, incluso al que invoquen  tu nombre; no me mandes al martirio,  ¿por qué me mandas a un enemigo?’
Jesús tiene necesidad de nosotros para  transformar el enemigo en amigo, y esto es la Comunidad. Conmueve ver cómo la obra que Jesús inició en nosotros, con esa Luz, esa Palabra, con esa tierra, la completamos nosotros. Todo lo que Jesús podría hacer sin nosotros, lo quiere hacer con nosotros. Nos quiere hacer partícipes -y  la amistad es compartir-  de la alegría de hacer el milagro. Pienso que hoy Madre Elvira  tiene mucha alegría en el corazón cuando contempla la Obra de Dios porque en el fondo el buen Dios quiso tener necesidad de ella y le dijo: ‘Elvira, ve  donde están los drogados.’ No la mandó a los seminaristas ni a gente que ya rezaba el Rosario. . .ella misma quizá le pregunto: ‘¿Seguro que debo ir allí,  quién soy yo para ir allí?’  Ananías dice  también: ‘¿Yo, ir a lo de Saulo?’ 
La Palabra de Dios tiene eso que te saca de ti. Muchas veces vi a Madre Elvira en estos años decir que ella viene en el nombre de Dios  y  puedo atestiguar que cuando ella se acerca, nosotros percibimos que  no es sólo ella. 
En Elvira no está solo Elvira, por eso nunca le respondimos cuando nos decía de todo.  Ella decía: ‘Yo nunca entendí lo que es el carisma’,  recuerdo que cuando la Iglesia abrazó el carisma de la Comunidad ella me decía: ‘¿Pero este carisma, qué es?’   Pero después me decía que  ‘Quizá sería que en todos estos años  dije las cosas con fuerza como un terremoto al corazón de  jóvenes que antes no escuchaban a nadie y a mí siempre me escucharon.  A jóvenes que antes  hubieran respondido con rabia y frente a mí nunca respondieron nada. Eso es el carisma: te das cuenta que no eres tú, que por gracia de Dios , quiso tener necesidad de ti para hacer algo muy bello y para hacerte partícipe a ti.’  
También es así para nosotros, cuando eres llamado para hacer el ‘ángel custodio’, es Jesús el que te dice: ‘Ve adonde está aquel, pon tu mano en su cabeza y sus ojos se abrirán.’  Es lo que el Señor nos dijo a nosotros , los sacerdotes, cuando nos llamó: ‘Ve allá!   ¿Allá Señor?’  Y allá sucede algo muy bello.
Jesús  le dice a Ananías  que vaya  “ Por que es un instrumento  elegido  por mí para llevar mi Nombre a todas las naciones, a los reyes y al pueblo de Israel. Yo le haré ver cuánto tendrá que padecer por mi nombre”.  Pablo que había hecho sufrir a muchos por el Nombre de Jesús, tendrá que sufrir mucho  por ese Nombre.
Este es otro paso de la verdadera amistad, nosotros que hicimos sufrir tanto con nuestro mal, a cuántos chicos, chicas, a nuestros padres, amigos, hemos traicionado, dividimos, les vendimos  la droga , la muerte, les contamos mentiras sin fin, a veces matamos la vida. Bien, Jesús nos dice a cada uno de nosotros que hicimos sufrir tanto, ‘ahora debes sufrir mucho por el bien’. Es bello porque  vemos que un joven o una chica son verdaderamente hombres nuevos no sólo cuando no hacen más el mal, no se drogan  más, sino cuando son capaces de comenzar a sufrir por el bien, cuando sufren por un amigo, cuando sufren porque  un chico quiere dejar, cuando eres capaz de sufrir  por el bien, mucho ,entonces eres ya un hombre nuevo. 
Es bello que el Señor le pida a Pablo este sufrimiento en el bien.  Lo hace capaz de  sufrir por el bien.  Es nuestra  posibilidad, nuestro rescate. Piensen en Pablo cómo lo habrá vivido, él que era un hombre orgulloso, que perseguía a los cristianos ahora se transforma en un hombre aún más orgulloso para combatir por Jesucristo. Fuerte hasta   ser  encarcelado, herido, pegado, abandonado, será fuerte para sufrir por el bien. Y esa es nuestra llamada. Pablo sentía que cada sufrimiento por el bien le sanaba el mal  que había hecho, se rescataba a sí mismo, encontraba su dignidad de hombre. 
Que lindo cuando los jóvenes, ya finalizado el camino, dicen: ‘Yo permanezco, para amar, para sufrir  por los otros. Voy a la misión para amar, para servir, a veces para sufrir pero para el bien.’  Te redimes como hombre y te transformas  en misionero del Evangelio.
Ananías entra en la casa de Pablo que había permanecido 3 días en ayuno, sin comer, sin beber, ciego, él que guiaba a todos en contra, debe ser guiado de la mano.
Esos tres días  son la resurrección de Pablo, es necesario un camino para pasar ‘de las tinieblas a la Luz’, un camino de  humildad, ‘déjate guiar, déjate conducir’, la vida cristiana es dejarse guiar. ‘Sígueme’. Luego de 3 días  Pablo resurge  de la mano de Ananías.  Es la amistad y la ternura de Dios. Resucitamos gracias a la ternura y al amor de los hermanos, de los padres, que estaban desesperados. Ananías entra y le dice a Pablo: ‘Hermano mío’. Miren qué bello, es la Iglesia que dice al enemigo: ‘Tú eres mi hermano.’
Madre Elvira en el nombre de Dios  nos tendió la mano y nos dijo: ‘Hermano, hermana mía, vuelve a ver.’ Cada uno de nosotros fue llamado a vivir cuando un joven está tirado por tierra y finalmente se deja guiar por la voz de la conciencia y se arrima a la Comunidad o familias desesperadas vienen al grupo y les dicen: ‘Hermano mío. El Señor Jesús me envió a ti.’
¿Quién nos mandó a Elvira ? No vino sola.  ¿Quién mandó a nosotros, los sacerdotes, a anunciar el Evangelio al pueblo de Dios? ¿Quién mandará mañana a Eugenio y Michel a predicar y anunciar el Evangelio a cada criatura? ¿Quién manda hoy a jóvenes a amar a otros jóvenes? El Señor Jesús.
Si no nunca hubiésemos venido.
Elvira estaba muy bien en la cocina del hospital de Torino donde cocinaba grandes ollas para los enfermos; era una hermana feliz, no era una hermana deprimida, no estaba en ‘crisis vocacional’, no  estaba mal aquí entonces pruebo allá. Estaba felizmente enamorada del hijo del carpintero de Nazaret, de nombre Jesús.  Una esposa feliz. Y el Esposo  la mandó a nosotros, la mandó Él. Las personas que la conocían en ese momento, le decían . ‘¿Cómo vas a ir con esos jóvenes, tú que no estudiaste, nosabes psicología,  no conoces su mundo ?’      Cuando lo cuenta ella dice que todo es cierto, pero es más cierto que la mandó el Señor Jesús.
Cuando vas en verífica, si te manda Jesús, el fuego no se apaga, aunque  le  echen varios hidrantes de agua y vengan los bomberos de todo el Piemonte para apagar el fuego, si ese fuego viene de Dios no se apaga. Benditos también los obstáculos, lo que se siembra en el nombre de Dios nace en nosotros  y  en el nombre de Dios, se cumple. Basta esperar y creer: y la hora de Dios llega.      
Esa hora llegó el 16 de julio de 1983. Madre Elvira subió  esta colina , aunque no entendía ni sabía,  sentía en el corazón que aquí  no venía sola, la mandaba Otro y hoy somos el testimonio de esa fe. Lo digo con humildad y gratitud a Dios  porque ella fue enviada en el nombre de Jesucristo. Al barro del mundo, a la basura del mundo donde estábamos y hoy podemos  volver a la dignidad de hijos de Dios.
Ananías le pone la mano en la cabeza: un chico que entra en la Comunidad, ciego y sin fuerza. Pensamos que vemos pero sólo vemos oscuridad y negro. Anoche Marco decía que luego de estar 2 ó 3 meses en la Comunidad, una noche, caminando, alzó los ojos y vio las estrellas; las recordó porque hacía muchos años que las estrellas estaban, las flores estaban, el sol estaba,  los rostros de los otros estaban . . pero tú no lo veías más. Las tinieblas, el pecado te vuelven ciego. Las escamas caen de los ojos.  Finalmente vuelves a ver. 
Tenemos que agradecer mucho al Señor. Piensen cuántas escamas  cayeron de  los ojos.  No alcanzaría esta carpa para ponerlas todas las escamas:  ojos que volvieron a ver la luz. ¡Cada uno de nosotros, cada uno de ustedes, padres, cuántas escamas teníamos en los ojos! Recobró la vista. Este recobrar es un camino de recuperación de los  ojos del corazón, un camino de fe que te  abre los ojos poco a poco y ves cada vez más. En seguida fue bautizado, el sacramento que nos hace a todos hijos de Dios y nos hace a cada  uno Iglesia, responsable de la vida del otro, de la fe de los otros.
Bautizado, toma el alimento, una buena mesa preparada, y le  retornan las fuerzas. Cuando entramos en Comunidad, entramos hechos pedazos,   al principio  comían tanto, que tuvimos que poner límite a las rodajas de pan: 2 rodajas   para el desayuno, a veces las cortaban bien grandes, y 4 rodajas en la mesa. Comían mucho porque el físico estaba sin fuerzas, la droga te destruye el físico, pero te destruye más el espíritu. Luego de 2 ó 3  meses, el físico ‘canta’. Ustedes padres, que verán a sus hijos esta noche en el Recital,  los verán bellos, quemados, luminosos, con carne. . .el físico se recupera pronto pero el espíritu está desnutrido de toda la vida. Necesita otro alimento, el don grande que puso Dios en el corazón de Elvira de proponernos no solo la mesa del comedor sino también la oración, la fuerza interior retorna en nosotros estando de rodillas delante de la Eucaristía, rezando: ese es el alimento de la vida interior, nutrirse del cuerpo de Cristo en cada Misa.  Luego de unos meses haces una bella confesión que te limpia la conciencia y te nutres del cuerpo de Cristo.
Queridos hermanos y hermanas, esta es la historia de nuestra vida: una luz  -   tierra -  voz,  nos tomaron de la mano y nos dijeron:  ‘hermano, hermana mía vuelve a ver.’
Terminamos con las palabras del Salmo que tiene un estribillo que Madre Elvira al comienzo de  la casa de  Formación  hacía cantar a las hermanas: “¡Levántate  amiga mía, levántate hermana  mía, levántate mi esposa y ven!”
Con cuánta alegría y ternura , nos lo dice Jesús cuando llegamos a la Comunidad caídos en la  tierra  como miró a ese Pablo tirado y le dijo a su vida, a su conciencia: levántate, ahora eres mi amiga, no eres más enemiga, eres mi amiga, álzate y ven.
El Señor nos lo dice hoy a cada uno de nosotros, amigo o enemigo. Levántate.  El invierno terminó, la primavera bulle.
Bendigamos al Señor porque aquí desde hace 29 años el invierno de nuestro corazón se vuelve una primavera sin fin. Amen . Aleluya. 

Stampa questa paginaStampa questa pagina