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Homilía del Padre Iván Filipović

Homilía del Padre Iván Filipović (Frag.)
Celebramos esta Misa por la evangelización de todos los pueblos, es una misa misionera. Jesús en el capítulo décimo del Evangelio de Mateo realiza un “discurso misionero”, llama por el  nombre a sus discípulos y  les dice cómo llevar el anuncio del Renio de Dios al mundo. Nuestra Comunidad  también es misionera, porque Dios ha querido anunciarnos  el Reino de Dios.
Hace trece años yo también llegué al Cenáculo con la muerte en el corazón. Hoy, cuando pienso  en  nuestra Comunidad misionera pienso en  aquel muchacho que  fue mi “ángel custodio”.  Yo tenía el corazón endurecido después de diez años de  droga y de mal,  pero las lágrimas de aquel chico han tenido la fuerza de derretir  aquella dureza, pude entender que él  tenía fe en Dios, a través de ese chico Dios  vino a mi encuentro y se hizo encontrar. Él sabía compartir todo lo que tenía: sus cosas, su tiempo y su salud con nosotros y también con las personas pobres del pueblo, porque cuando llegaba la providencia de Caritas italiana llamaba a las familias para compartir con los que estaban en guerra. La misión está cada día en las cosas pequeñas, en la mirada, en las lágrimas,  en la sonrisa. 
Pidamos en esta misa para que los padres e hijos puedan ser  misioneros unos  de otros y que la vida de cada uno de nosotros hable de aquel Dios vivo que estamos encontrando en la Comunidad. Pienso que ser misionero es  vivir una vida que habla de Dios a quien está a nuestro lado.
Así es como lo desea Dios en nuestra Comunidad,  porque esta es nuestra salvación. Desde la misión pequeña y cotidiana parten las grandes misiones para el Brasil, Perú, Argentina y África.
La vida misionera es difícil, aún hoy algunos sacerdotes arriesgan la vida y son asesinados por el Evangelio
Hoy comprendo  que la droga ha falsificado totalmente nuestra vida durante  muchos años y también  me doy cuenta de que nosotros, los  chicos de la Comunidad, somos una categoría de personas particulares, no seremos nunca “normales”, somos frágiles y debemos decirnos la verdad, pero Jesús nos ha prometido que Él se hará fuerza en nuestra debilidad, los padres deben saber esto para ayudarnos y sostenernos con la oración.
Nosotros, chicos de la Comunidad, estamos llamados a una misión extraordinaria y somos capaces de cumplir esta misión  porque  Dios es nuestra fuerza: nosotros somos los que hemos trabajado en estos días para la fiesta, somos capaces de hacer estos sacrificios,  nosotros somos los que hemos partido para las misiones… Somos los que hemos encontrado a Jesús vivo, aquel Jesús que se hace esperanza para tantos otros.

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