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Jòvenes voluntarios

"Siervos por amor"
En la historia de la Comunidad, aquellos que el Señor ha querido desde el inicio como “operarios” en su “viña” junto a sor Elvira y a sus primeros colaboradores, han sido las chicas y los chicos mismos.
Si bien la mayor parte de ellos, luego de haber pasado un tiempo de algunos años en el Cenáculo para reconstruir la propia vida, luego de haberse reconstruido como personas nuevas gracias al camino de fe recorrido, han elegido no de “salir” sino de restituir en el amor, a la escuela del “gratuitamente habéis recibido, gratuitamente
den", tendiendo la mano a las necesidades de la Comunidad.
Es lindo pensar que Dios ha querido que los jóvenes no fuesen solo los que reciben de la Comunidad el amor que los salva de sus problemas, sino que se volvieran libremente y gratuitamente: “siervos por amor”, protagonistas e instrumentos activos en sus manos para hacer crecer el bien.
Han sido ellos los primeros responsables  de las varias fraternidades que  poco a poco la Providencia ha multiplicado con los años, los primeros misioneros en llegar a la América Latina para ponerse al servicio de los niños de la calle, los primeros a dar su disponibilidad a partir cada vez que la Comunidad “lanza” un nuevo proyecto que Dios nos pide.
El Espíritu Santo ha hecho crecer siempre más en estos años en el corazón de muchos chicos y chicas este “espíritu” de disponibilidad y de servicio, sea como signo de reconocimiento concreto a Dios y a la Comunidad, sea como elección de vida. Nosotros llamamos a estos jóvenes los “voluntarios” o los “siervos por amor”, para presentar la fuerza que se libera de una elección libre de la voluntad que decide solo por amor de ponerse al servicio de las necesidades de la Comunidad y de quien llama a sus puertas.  Hoy son muchísimos los voluntarios a tiempo completo y en la total gratuidad que donan años o toda la vida a aquellos que las fraternidades y las misiones acogen.
Este período de don gratuito y de oración intensa, se vuelve también el más concreto y real discernimiento vocacional para intuir y seguir la voluntad de Dios en las elecciones de la propia vida.
Somos gratos al Señor porque en la manera que Él está  “desenvolviendo” Su obra entre nosotros, emerge en modo claro la misión de nuestro servicio: hacer protagonistas a aquellos que servimos en el don de sí mismos. Nuestro amor debe “desencadenar” las ganas de amar, debemos hacer caminar la Caridad con los pies de todos.
 

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